El Departamento del Tesoro de los Estados Unidos tiene un grupo de especialistas, cuya única tarea es de rastrear a falsificadores. Estos especialistas tienen que identificar un billete falso. ¿Pero cómo lo hacen?
Aunque parezca mentira, no los entrenan a examinar dinero falso – hora tras hora. Más bien, estudian detenidamente el dinero verdadero. Se familiarizan tanto con los billetes auténticos que pueden identificar, el que es falso, CON SÓLO MIRARLO y, muchas veces, con solo palparlo.
En este pasaje, el apóstol Juan nos advierte, que en el mundo de hoy, hay muchos creyentes falsos: “que son hijos del diablo.” Pero en vez de enumerar las características malvadas de los hijos de Satanás, las Escrituras nos dan una clara descripción de los hijos de Dios. El contraste entre ambos es evidente.
EMPECEMOS EN ORACIÓN
Padre, obra en nuestras vidas de tal manera, que la gente pueda ver a Jesús en nosotras. Que puedan saber que te pertenecemos. Que puedan darse cuenta que somos Tus hijas. Que no somos como billetes falsos, sino como billetes auténticos y verdaderos.
Señor, háblanos a través de tu Palabra. ¡Transfórmanos! Líbranos del egoísmo y del pecado que no nos dejan conformarnos a tu imagen, y mostrar tu santidad. Queremos brillas para Ti, Señor. En el nombre de Jesús, Amén.
El título de esta enseñanza es ¿DE QUIÉN ERES HIJA? Y está dividida en tres ilustraciones: (I) ¿Eres Hija de Dios? (II) ¿Eres Hija del Diablo?, (III) ¿Amas Cómo Dios Ama?
ASÍ QUE COMENCEMOS CON LA PRIMERA ILUSTRACIÓN…
I. ¿Eres Hija de Dios? (1 Juan 3:4-7, 9)
4 Todo aquel que comete pecado, quebranta también la ley, pues el pecado es quebrantamiento de la ley. 5 Y ustedes saben que Él apareció para quitar nuestros pecados, y en Él no hay pecado. 6 Todo aquel que permanece en Él, no peca; todo aquel que peca, no lo ha visto, ni lo ha conocido.
7 Hijitos, que nadie los engañe, el que hace justicia es justo, así como Él es justo. 9 Todo aquel que ha nacido de Dios no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en El, y no puede pecar, porque ha nacido de Dios.
Hay una gran diferencia entre cometer un pecado, y pecar continuamente. Hasta las cristianas más fieles, a veces cometen pecados. PERO ELLAS NO AMAN UN PECADO EN PARTICULAR, y deciden cometerlo. La creyente que comete un pecado se arrepiente, lo confiesa, y recibe perdón.
Por el contrario, la persona que sigue pecando, no siente ningún remordimiento por lo que lo está haciendo. Por lo tanto, ELLA NUNCA CONFIESA SU PECADO, ni recibe perdón. Esa persona está en contra de Dios, ¡no importa cuántos alegatos religiosos puedas hacer!
La pequeña Judit iba en el carro, sentada al lado de su papá, mientras que él manejaba. Ella decidió pararse en el asiento. Su papá le dijo que se sentara, y que se pusiera el cinturón de seguridad, ¡pero ella le dijo que no! Él se lo dijo por segunda vez, y ella volvió a decirle que no.
“¡Si no te sientas inmediatamente, le dijo su papá, voy a parar el carro, y te voy a dar una buena tunda!”. Ante esto, ¡la niña obedeció! Pero unos minutos después, ella dijo en voz baja, pero con mucha rebeldía: “Pero todavía estoy parada por dentro”.
Esta actitud de rebeldía es la esencia del pecado. Por eso, Jesús nos da la definición del pecado, contándonos esta historia en Lucas 19:12-14, “Un hombre de alto rango se fue a un país lejano, para recibir un reino y luego volver.
13 Antes de partir, llamó a diez de sus siervos, les dio una buena cantidad de dinero, y les dijo: “Hagan negocio con este dinero, hasta que yo vuelva. 14 Pero sus conciudadanos lo odiaban, y enviaron tras él unos representantes para que dijeran. ”No queremos que “ÉSTE” REINE SOBRE NOSOTROS.”
Pecar significa decirle a Dios, “Dios, yo no quiero que seas mi rey. Yo prefiero un reino sin rey. Realmente, ¡lo que YO quiero es un reino donde YO sea el rey!” La Biblia llama a esto pecado. El pecado no es, necesariamente, cometer una falta, o caer ocasionalmente.
El pecado asalta al castillo, reclama el trono de Dios, y desafía Su autoridad. El pecado grita, “¡Yo quiero gobernar mi propia vida!” El pecado le dice a Dios que se vaya… ¡y que no vuelva más! El pecado es una insurrección del más alto nivel.
¡Yo soy rebelde! ¡Y tú lo eres también! Y también lo es todo ser viviente. PERO, Romanos 5:8 dice, “Pero Dios muestra Su amor por nosotros en que, cuando aún éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.”
4 Todo aquel que comete pecado, quebranta también la ley, pues el pecado es quebrantamiento de la ley.
Es cosa peligrosa vivir tu vida, ¡SIN UN ESTÁNDAR ESPIRITUAL POR EL CUAL PUEDAS DETERMINAR EL BIEN DEL MAL! ¡La Palabra de Dios es ese estándar! Las leyes espirituales, al igual que las leyes físicas, tienen el propósito de protegernos, ¡NO DE RESTRINGIRNOS!
Tú te puedes dar el lujo de desafiar las leyes de la electricidad; PERO CUANDO LO HACES, ¡te pueden hasta matar! Y asimismo… tú no quebrarás las leyes de Dios… ¡estas te quebrarán a ti!
Dios estableció las leyes morales y espirituales ABSOLUTAS. Tú puedes ignorarlas, pero te estarás tomando un gran riesgo, ¡si lo haces!
Las leyes de Dios son perpetuas. Nuestra cultura no las puede sustituir. Nuestras circunstancias no las pueden revocar. Las leyes de Dios son eternas, y ellas te salvarán de la muerte, si las sigues.
Tú pensarás que las leyes de Dios te limitan… que te atan. ¡Por el contrario! La Palabra de Dios te protege de la muerte. Romanos 6:23 dice, “Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor.”
Por ejemplo, cuando Dios dice que no cometas adulterio, ¡LO HACE PARA PROTEGERTE! Para que puedas experimentar EL GOZO de una relación matrimonial. Además, Dios sabe el dolor tan terrible que sentirás tú, tu esposo, tus hijos, parientes, amigos, y hasta tu familia cristiana, si quiebras esta ley.
¿Cuán importantes son las leyes de Dios en tu vida? Sin ellas, te robarás de las cosas bellas, que Dios tiene para ti. El pecado es escoger un estándar, aparte de la ley de Dios. Si tú estás midiendo tu vida, por los estándares de tus vecinos, o de la sociedad en general, estarás basando tu vida en el quebrantamiento de la ley de Dios.
5 Y ustedes saben que Él apareció para quitar nuestros pecados, y en Él no hay pecado.
Jesús se manifestó para quitar nuestros pecados. Estas palabras nos recuerdan lo que Juan el Bautista dijo en Juan 1:29, “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” Ese fue el gran propósito de la venida de Jesús al mundo. ¡Ese es el glorioso evangelio de la esperanza!
Jesús nos da vida en lugar de muerte, luz en lugar de tinieblas, y amor en lugar de odio. Los profetas del Antiguo Testamento profetizaron, que el Mesías vendría, para quitar los pecados de Su pueblo.
Y en el Nuevo Testamento, los discípulos enseñaron la misma doctrina -- que Cristo quita los pecados --DE UNA VEZ POR TODAS -- porque en Él no hay pecado. SOLO CRISTO, que no tiene pecado, puede hacer esto. Jesús, como Hijo de Dios, siempre ha sido, ES, y será sin pecado.
Así que la cristiana, cuyos pecados han sido quitados por Cristo, no debe rendirse al pecado. Ella se debe de oponer al pecado con todas sus fuerzas, y esforzarse a vivir una vida santa. Si la cristiana vive una vida de pecado, su afirmación de que es hija de Dios, no tiene sentido.
6 Todo aquel que permanece en Él, no peca; todo aquel que peca, no lo ha visto, ni lo ha conocido. 7 Hijitos, que nadie los engañe, el que hace justicia es justo, así como Él es justo.
La Biblia deja DOS COSAS BIEN CLARAS acerca del pecado. Primero, que vivir un estilo de vida de pecado indica que tú no estás andando en el poder del Espíritu Santo, ¡no importa lo que tú digas acerca de tu condición espiritual!
Segundo, si tu no odias el pecado de la misma forma como Dios lo odia, entonces tú realmente no conoces a Dios. Hay aquellos que continúan pecando, pero insisten en que ellos aman a Dios y le pertenecen a Él. Pero Juan es muy claro: Si tú vives una vida de pecado, no has visto ni has conocido a Jesús.
Tú podrás haber dicho la “oración del pecador”, o haberte comprometido a alguna iglesia, o haberte bautizado… Pero es la evidencia de la presencia del Espíritu Santo en tu vida, la que demuestra si estás derrotando al pecado. Esto no significa que nunca pecarás, pero si significa, que no estarás dejando que el pecado se convierta en tu estilo de vida.
Apenas pecas, buscas ser perdonada inmediatamente. Si te encuentras cayendo en malos hábitos, o ya no te avergüenzas cuando pecas, como lo hacías antes, esto indica que no estás permaneciendo en Cristo.
Si regresas a Él en arrepentimiento, y restauras tu comunión con Él, VOLVERÁS A TENER VICTORIA sobre tu pecado.
Aun los santos más santos de Dios han llorado sobre sus pecados, y han confesado cuan desesperadamente mala era su naturaleza adámica.
Cuando Moisés se acercó al Monte Sinaí, para recibir los Diez Mandamientos de Dios, “el fuego,” “la oscuridad,” y la “tempestad” aterraron su corazón. Él se encontraba cara-a-cara ante la santidad de Dios. Por eso Moisés dijo en Hebreos 12:21, “Estoy temblando de miedo.”
Cuando Daniel, en Daniel 10:4, vio a cierto hombre” que tenía todas las marcas de divinidad, “le sobrevino un total desfallecimiento, y perdió todo vigor.” Cuando Isaías vio al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y escuchó el canto de los serafines, se abrumó por la santidad absoluta de Dios.
Entonces dijo en Isaías 6:5, “¡Ay de mí! ¡Soy hombre muerto! ¡Mis ojos han visto al Rey... aun cuando soy un hombre de labios impuros, y habito en medio de un pueblo de labios también impuros.”
Simón Pedro tuvo una experiencia muy parecida. Sucedió después de un episodio de duda…Y DE UNA MEDIA OBEDIENCIA por parte de Pedro, ¡Y SEGUIDA DE UNA PESCA MILAGROSA! Abrumado por una sensación de culpa, y por la imponente majestad del Señor, Lucas 5:8 dice que Pedro cayó de rodillas ante Jesucristo, y le dijo: “Señor, ¡apártate de mí, porque soy un pecador! “
Y el apóstol Juan también tuvo una experiencia similar, la cual escribió en su libro del Apocalipsis. Ante él estaba la visión del Señor Jesucristo, en toda Su grandeza y santidad, que lo hizo perder control sobre sí mismo.
En el Apocalipsis 1:17, Juan dijo, “Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto. Pero Él puso su mano derecha sobre mí, y me dijo, “No temas. Yo soy el primero y el último.” La razón principal, del por qué nuestro Señor no elimina nuestra naturaleza pecadora, CUANDO NOS CONVERTIMOS, es para mantenernos humildes, y para motivarnos a ser santas.
Y cuanto más envejecemos, más cuenta nos damos, de la dicotomía que existe entre lo que nosotros somos, en nuestra naturaleza adámica, y en lo que Jesús es, en Su naturaleza divina.
9 Todo aquel que ha nacido de Dios no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en El, y no puede pecar, porque ha nacido de Dios. ¿Por qué todo aquel que ha nacido de Dios no practica el pecado? Porque tiene una nueva naturaleza dentro de sí, y esa nueva naturaleza no puede pecar.
Cuando una persona recibe a Cristo, como Señor y Salvador, experimenta grandes cambios espirituales. Recibe una nueva posición delante de Dios, y es aceptado como justo ante los ojos de Dios.
Por eso, 1 Pedro 1:23 dice, “que los creyentes han vuelto a nacer no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre”.
Efesios 2:8-9 dice que somos salvas por fe. Y Romanos 10:17 dice que “la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” El Espíritu Santo imparte nueva vida — a la persona que nace a la familia de Dios.
Así como los hijos físicos tienen la naturaleza de sus padres, los hijos espirituales de Dios tienen la naturaleza de Dios. ¡LA SIMIENTE DIVINA ESTA EN ELLOS! Por lo tanto, un creyente tiene una vieja naturaleza por su nacimiento físico, y una nueva naturaleza por su nacimiento espiritual.
La vieja naturaleza produce pecado, pero la nueva naturaleza, produce una vida santa. La responsabilidad de la creyente ES VIVIR según su nueva naturaleza.
¡ASÍ QUE! YA VIMOS LO QUE SIGNIFICA SER HIJA DE DIOS. AHORA VEAMOS NUESTRA SEGUNDA ILUSTRACIÓN…
II. ¿Eres Hija del Diablo? (1 Juan 3:8, 10)
8 El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo peca desde el principio. Para esto se ha manifestado el Hijo de Dios: para deshacer las obras del diablo. 10 En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, ni ama a su hermano, tampoco es de Dios.
¡Aquí la lógica es muy clara! Si un hombre conoce a Dios, obedece a Dios. Si un hombre le pertenece al diablo, obedece al diablo.
A causa del pecado, el hombre ha quitado la divinidad de la religión. Lo sobrenatural del cristianismo. Ha quitado la autoridad de la Biblia. La moralidad y la virtud de la literatura. La belleza y la verdad del arte. Ha quitado la ética de los negocios. Y la fidelidad del matrimonio.
El diablo es una persona. Este enemigo tiene diferentes nombres en las Escrituras: Satanás (adversario, enemigo), el diablo (acusador), Abadón o Apolión (destructor), el príncipe de este mundo, el dragón, etc.
Sin importar el nombre que se le dé, su actividad principal ES OPONERSE A CRISTO Y AL PUEBLO DE DIOS. Aquí el contraste ESTÁ entre Cristo -- en el cual no hay pecado -- y el diablo -- que lo único que hace es pecar.
El origen de Satanás es un misterio. Muchos de los estudiosos creen, que en un tiempo, Satanás fue el más importante de los ángeles, a quien Dios puso a cargo de la tierra y de los otros ángeles, y que pecó contra Dios, y fue echado del cielo.
Isaías 14:12 dice, ¡Cómo caíste del cielo, lucero de la mañana! ¡Cómo caíste por tierra, tú que derrotabas a las naciones! Tú que en tu corazón decías: “Subiré al cielo, por encima de las estrellas de Dios, y allí pondré mi trono. En el monte del concilio me sentaré, en lo más remoto del norte subiré hasta las altas nubes, y seré semejante al Altísimo.”
Satanás no es eterno como Dios, ya que él es un ser creado por Dios. El no fue creado pecador. Su naturaleza presente es el resultado de su rebelión pasada. Satanás no es como Dios. Él no es todopoderoso. Él no es omnisciente, ni está en todas partes.
Satanás tiene un ejército de criaturas espirituales, conocidos como demonios, QUE LO AYUDAN, y que le permiten obrar en diferentes lugares al mismo tiempo. ¡Satanás es un rebelde! En cambio, Cristo es el Hijo obediente de Dios. Filipenses 2:8 dice que Cristo, “Se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.”
¡Cristo es Dios! pero estuvo dispuesto a convertirse en siervo. Satanás era siervo, y quiso convertirse en Dios. Satanás ha sido pecador desde el comienzo de su carrera. Cristo vino al mundo a deshacer las obras del diablo.
Una persona, QUE CONOCE A CRISTO, y que ha sido liberada de la esclavitud del pecado por medio de la muerte de Cristo en la cruz, no quiere obedecer a Satanás, ni vivir como un rebelde.
10 En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, ni ama a su hermano, tampoco es de Dios.
La tentación atrae a nuestros deseos naturales. No hay nada de malo con nuestros deseos. Pero la tentación nos da la oportunidad de satisfacerlos de mala manera. No es pecado tener hambre, ¡PERO ES PECADO SATISFACER EL HAMBRE FUERA DE LA VOLUNTAD DE DIOS! Esta fue la primera tentación que Satanás puso ante Jesús.
Otra palabra para la tentación es SEDUCIR. Seducir se puede comparar también con la caza o la pesca. Es colocar una carnada en una trampa, o en un anzuelo. El animal (o el pez) pasa por ahí, y sus deseos naturales lo incitan a coger la carnada. Pero al coger la carnada, es atrapado en la trampa, o en el anzuelo. ¡Y su fin es la muerte!
Satanás pone sus trampas con placeres que incitan a la vieja naturaleza, a la carne. Pero ninguna de sus carnadas atrae a la nueva naturaleza divina, que está dentro de la creyente. Cuando una creyente cede ante su vieja naturaleza, ¡COGE LA CARNADA, Y PECA!
Pero si sigue las inclinaciones de su nueva naturaleza, rechazará la carnada, y obedecerá a Dios. Pablo dice en Gálatas 5:16, “Vivan según el Espíritu, y no satisfagan los deseos de la carne.”
El hecho de ceder al pecado es la señal que distingue a “los hijos del diablo”. Ellos dicen ser una cosa, pero hacen otra. Satanás es mentiroso, y padre de mentiras, y sus hijos son iguales al padre.
En 1 Juan 2:4, “El que dice: Yo conozco [a Dios], y no obedece sus mandamientos, es un mentiroso, y no hay verdad en él.” Los hijos del diablo tratan de engañar a los hijos de Dios, haciéndoles creer que son creyentes, pero siguen practicando el pecado.
Romanos 6:12 dice “Por lo tanto, no permitan ustedes que el pecado reine en su cuerpo mortal, ni lo obedezcan en sus malos deseos.
¿Cómo puedes vencer los deseos de tu vieja naturaleza? Leyendo y estudiando la Palabra de Dios, “y así alimentando” tu nueva naturaleza. Orando y pidiéndole a Dios que te llene del Espíritu Santo, y que te dé el poder para servir a Cristo, y glorificarlo.
Y cuando la tentación venga, debes de correr a Cristo inmediatamente, para que te dé la victoria.
Romanos 12:1 dice, “Así que, hermanos, yo les ruego, por las misericordias de Dios, que se presenten ustedes mismos como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios.”
¡ASÍ QUE! YA VIMOS DOS ILUSTRACIONES… ¿ERES HIJA DE DIOS O ERES HIJA DEL DIABLO?, AHORA TERMINEMOS CON NUESTRA TERCERA ILUSTRACIÓN…
III. ¿Amas Cómo Dios Ama? (1 Juan 3:11-15)
11 Éste es el mensaje que ustedes han oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros. 12 No como Caín, que era el maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué lo mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano eran justas. 13 Hermanos míos, no se extrañen si el mundo los odia.
14 En esto sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida: en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en la muerte. 15 Todo aquel que odia a su hermano es homicida, y ustedes saben que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él.
El pastor Pablo Walker compartió esta historia de “amor genuino” con su congregación. “Durante mi niñez y juventud,” dijo el pastor, “fui instruido en escuelas dominicales por muchos maestros -- pero hay un maestro en particular, que se destaca en mi mente – como muy especial.
Este era un ex-marino, grandote, fuertote, con cara colorada, que estoy seguro, rompió todas las reglas y todas las técnicas de la buena enseñanza. Pero la cosa que más recuerdo de él, ES EL AMOR QUE NOS TENÍA… “
Al final de cada sesión, él solía decir, ‘Chicos, arrodillémonos y hablémosle al Señor.” Entonces él trataba de poner sus brazos alrededor de los nueve de nosotros “todos apiñaditos,” y él oraba por cada uno de nosotros… POR NOMBRE.
Por eso no me sorprende, que siete de estos chicos, estén ahora en el ministerio. ¡Y que yo sea uno de ellos!
Si tú enseñas en una escuela dominical, o en un grupo pequeño, o tienes cualquier otra responsabilidad como maestra, ¿tomas verdadero interés por tus estudiantes? ¿Los tratas con amor, respeto y bondad?
2 Corintios 6:6 dice, “En la pureza, en el conocimiento, en la tolerancia, en la bondad, en el Espíritu Santo, en el amor sincero.” Los métodos exactos, usados por la persona que le enseñó a Pablo Walker, no necesitan ser duplicados.
Pero la atención que puso, y la preocupación espiritual que le demostró a cada uno de sus alumnos, es un bello ejemplo de la importancia de enseñar con amor. Amar, ayudar a otros, hacer buenas obras, a dar, y servir en el nombre de Jesús, debiera ser nuestro estilo de vida.
Estas no son actividades opcionales para los creyentes, sino la verdadera razón que Dios nos ha dado vida en Cristo. En este mundo tan cambiante, Dios nos ha llamado, y nos ha comisionado a seguir una vida, que toca a otros, y que honra a Dios.
En Mateo 5:16 Jesús dice, “Que la luz de ustedes alumbre delante de todos, para que todos vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre, que está en los cielos.”
En cambio, Caín es un ejemplo de una vida de odio. En Génesis 4, notamos que Caín y Abel, como hermanos, tenían los mismos padres, y ambos presentaron sacrificios a Dios. La Biblia presenta a Caín, no como ateo, si no como adorador de Dios.
La idea es esta: los hijos del diablo pueden disfrazarse como creyentes verdaderos. Van a las reuniones religiosas, tal como lo hacía Caín. Tal vez, ¡DEN OFRENDAS! Pero estas acciones, en sí, no son pruebas válidas de que un hombre haya nacido de Dios. La verdadera prueba es su amor por los hermanos.
Es aquí donde Caín falló. Cada persona tiene un “linaje espiritual” al igual que un” linaje físico,” y el “padre espiritual” de Caín era el diablo. Es decir, que las actitudes y acciones de Caín se originaban en Satanás.
Caín era un asesino y un mentiroso, ¡COMO SATANÁS! El asesinó a su hermano y luego mintió al respecto. En Génesis 4:9, Dios le dice a Caín: ¿Dónde está tu hermano Abel? Y él respondió: ‘No lo sé. ¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?
Por otro lado, Dios es amor y verdad. Por lo tanto, los que pertenecen a la familia de Dios practican la verdad y el amor. La diferencia entre la ofrenda de Caín y la de Abel FUE LA FE, y la fe siempre está basada en la revelación que Dios ha dado.
Tal parece que Dios dio instrucciones “bien claras” en cuanto a la manera en que debía ser adorado. Caín rechazó la Palabra de Dios y decidió adorar a su manera. ¡Esto demuestra su relación con Satanás! Satanás siempre está interesado en alejar a la gente de la voluntad revelada de Dios.
En Génesis 4:7, Dios le advirtió a Caín que el pecado estaba a punto de dominarlo. Y en vez de prestarle atención a Dios, Caín escuchó la voz de Satanás, y planeó matar a su hermano. Su envidia se convirtió en odio. Sabía que él era malvado y que su hermano era justo. Y en lugar de arrepentirse, tal como Dios le había ordenado que lo hiciera, decidió matar a su hermano.
Siglos después, los fariseos hicieron lo mismo con Jesús. En Juan 8:44 Jesús también los llamó hijos del diablo. La actitud de Caín representa la actitud del sistema del mundo… de hoy en día.
El mundo odia a Cristo, por la misma razón que Caín odiaba a Abel. Cristo expone el pecado del mundo, y revela su verdadera naturaleza. Cuando el mundo se encuentra cara a cara con la realidad y la verdad, como en el caso de Caín, sólo puede tomar una de dos decisiones: O arrepentirse y cambiar, o destruir a la persona que lo pone en evidencia.
La única razón, que algunas personas nunca han asesinado “literalmente a nadie,” es por miedo a ser arrestadas, o por la vergüenza de que otros se enteren, o por la penalidad de la ley, y hasta la posibilidad de la pena de muerte. Esta es la razón por la cual Jesús compara el odio con el asesinato, y la lujuria con el adulterio.
¡El antídoto al odio es el amor! Así como la presencia de los celos y el odio en una vida, indica que la persona está involucrada en el mundo, ¡y no en la familia de Dios! Así también el amor y el sacrificio indican que ahora dicha persona ha pasado del mundo, a la familia de Dios.
La palabra griega, que Juan usa aquí para hablar del amor es ágape. Ágape es un amor incondicional. El ejemplo máximo del amor ágape, es el sacrificio de Jesucristo, que se dio a sí mismo por nuestra salvación.
El amor ágape no puede considerarse “separadamente” de la cruz. Porque es en la cruz, y solo en la cruz, que el amor más grande de todos fue demostrado completamente. Es interesante notar, que cada versículo del Nuevo Testamento, QUE HABLA DEL AMOR DE DIOS, habla también de la cruz.
Por ejemplo, tenemos a Juan 3:16, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.”
Y en Gálatas 2:20, Pablo dice, “Pero con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí.; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”
Y Romanos 5:8 dice, Pero Dios muestra Su amor por nosotros en que, cuando aún éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.” Y primero Juan 4:10 dice, “En esto consiste el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros, y envió a Su Hijo en propiciación por nuestros pecados.”
En cada uno de estos versículos, la cruz de Cristo es presentada como la medida del amor de Dios. ¿Qué es lo que le da al amor de Dios, desde el punto de vista de la cruz, su carácter tan especial? Primeramente, es el elemento de auto-sacrificio a favor de otros, que no se lo merecen, y que ni siquiera quieren el sacrificio.
Aquí el contraste entre Caín, el asesino, y Cristo, el Salvador, es visto en toda su magnitud. La vida es la posesión más preciosa que uno puede tener. Caín demostró su odio matando al justo de Abel. Jesús reveló Su amor, sacrificando Su propia vida, por pecadores, a quienes Él escogió para hacerlos Sus hermanos.
Hoy en día son pocas las veces que el cristiano tiene la oportunidad de morir “literalmente” en lugar de un hermano o hermana cristiana. PERO, NOSOTRAS SI TENEMOS LA OPORTUNIDAD DE NEGARNOS A NOSOTRAS MISMAS, y de poner los intereses de otros, antes que los nuestros.
Otra área en el cual debemos sacrificarnos, es en el hogar cristiano -- especialmente con respecto al amor entre marido y mujer. Nuestra cultura de hoy glorifica la satisfacción propia. Enseña que, si no estás totalmente contenta con tu matrimonio, tienes todo el derecho a romperlo, sin importar el dolor que le puedas causar a tu esposo, o a tus hijos.
¡Pero esta no es la enseñanza de Dios! Él nos enseña que debemos morir al YO para que la otra persona se pueda realizar. Cuando eso sucede, podremos encontrar la plenitud de la bendición de Dios, y la satisfacción personal.
Walter Trobisch escribió un librito llamado, “Amé a una Chica,” y es una ilustración de este punto. Este libro es una colección de cartas, entre un muchacho y su pastor, después de que el muchacho le hizo el amor a una chica, y le escribió a su pastor para contárselo. En una de las cartas del pastor, éste le dijo…
“Una frase en tu carta me llamó mucho la atención. Tú escribiste, “Amé a una chica.” No, mi amigo, Tú no amaste a esa chica. Tú te acostaste con ella.
Estas son dos cosas totalmente distintas. Tú tuviste un episodio sexual. Tú no experimentaste lo que es el amor. Es verdad que tú le puedes decir a una chica, “Te amo”, pero lo que tú realmente le estás diciendo es, “Quiero algo. No a ti, sino algo de ti. No tengo tiempo para esperar. Lo quiero en este mismo momento.”
Esto es lo opuesto al amor, porque el amor da. El amor busca hacer feliz a la otra persona, no así mismo. ∐Déjame decirte lo que realmente significa cuando un chico le dice a una chica, “Te amo.” Significa… Voy a darlo todo por ti. A mí mismo, al igual que todo lo que poseo.
Viviré solo para ti, y trabajaré solo para ti. Y esperaré por ti… Nunca te voy a forzar, ni siquiera con mis palabras. Quiero cuidarte, protegerte, y guardarte de todo mal. Quiero compartir contigo todos mis pensamientos, mi corazón y mi cuerpo – todo lo que poseo.
Quiero escuchar lo que tú tienes que decir. No quiero emprender nada sin tu bendición. Quiero permanecer a tu lado siempre.”
Este es el estándar del amor que bendice hogares, ¡y que los hace estables! Pero solo se aprende, DE DIOS, a lo que se revela así mismo, en Jesucristo.
ORÉMOSLE AL SEÑOR
Padre, gracias que tu Palabra es el estándar para poder vivir una vida santa y llena de alegría. Gracias que Tú nos amas tanto, que mandaste a tu único Hijo para que nos librara de la maldición del pecado.
Gracias que somos tus hijas, y no las hijas del diablo. Señor, no queremos ser mujeres rebeldes. Queremos rendirnos totalmente a ti. Señor, ayúdanos a no imitar al mundo, sino más bien, a ser una luz al mundo.
Señor, queremos amar como tú amas. Servir como Cristo sirvió. Hacer buenas obras, y glorificar tu nombre en todo lo que hagamos. En el nombre de Jesús, Amén.