En nuestra cultura moderna, estamos viendo una situación bastante rara. Tenemos más información que nunca acerca del sexo y del matrimonio. Y sin embargo, tenemos más problemas matrimoniales y divorcios que nunca. ¡Obviamente algo anda mal!
No es suficiente decir que estos hogares necesitan a Dios, porque incluso muchos matrimonios cristianos de hoy en día, se están desmoronando. El hecho de que un hombre y una mujer sean salvos no es garantía de que su matrimonio triunfará. El matrimonio es algo en el cual tenemos que invertir tiempo y esfuerzo. ¡El éxito no es automático!
EMPECEMOS EN ORACIÓN
Padre, gracias por darnos tu Palabra, para que sea nuestro compás… para que sea nuestro manual para la vida y el matrimonio. Señor, queremos ser esposas fieles y respetuosas, y queremos lo mismo de nuestros esposos.
Queremos caminar, como pareja, JUNTOS DE LA MANO CONTIGO, amorosos y comprensivos, para tu honra y gloria, siendo una luz y un ejemplo relevante para las parejas cristianas y no cristianas. En el nombre de Jesús, Amén.
El título de esta enseñanza es “ESPOSA… ESPOSO”. Y está dividido en dos compromisos: (1) El Compromiso de la Esposa; y (II) El Compromiso del Esposo.
No sé en qué estado pueda estar tu matrimonio hoy día. Pero lo que si sé, es esto: Si tú sigues el diseño de Dios… tu matrimonio se puede convertir en lo que tú siempre has soñado que sea… ¡Y MÁS TODAVÍA!
¡Así que! ¿Cuál es el secreto? ¿Cómo puedes edificar tu matrimonio para que éste resista las tormentas de la vida? ¿Cómo puedes tener un matrimonio sólido que dure para toda la vida?
EDIFICANDO TU MATRIMONIO DE ACUERDO A LOS PLANOS QUE DIOS NOS DA EN SU PALABRA. En las Escrituras, Dios nos ha dado losprincipios necesarios para edificar un matrimonio, que pueda resistir el paso del tiempo. Principios que pueden producir un matrimonio, que no solo sobrevivirá… ¡SINO QUE FLORECERÁ!
PAUSA
En nuestro mundo actual, hay muchos motivos por los cuales los matrimonios luchan… batallan. Uno de ellos es la gran confusión que existe acerca del rol de los esposos y las esposas. Sin embargo, Dios nos da instrucciones bien claras en la Biblia, con respecto a estos roles.
Otro de los motivos por los cuales muchos matrimonios batallan hoy en día, es porque vivimos en una cultura, QUE PROFESA, que apenas el matrimonio no parece funcionar, que salgas corriendo a la Corte de Justicia a pedir tu divorcio. Los esposos y esposas se dan por vencidos… demasiado rápido.
Muchas veces nos olvidamos de quien inventó el matrimonio. ¡EL MATRIMONIO FUE IDEA DE DIOS! El matrimonio NO ES UN CONTRATO HUMANO, que se puede romper cuando a uno le da la gana.
¡NO! Es un convenio establecido por Dios. Es un convenio supremo – es una relación muy por encima de todas las otras relaciones -- y requiere un compromiso total.
Y como Dios inventó el matrimonio, ÉL ES LA AUTORIDAD MÁXIMA -- de como edificar un matrimonio que durará para toda la vida. Él sabe, mejor que nadie, los fundamentos que necesitas para que tu matrimonio florezca.
Hasta puso estos principios en un libro -- el manual del matrimonio -- que te guiará a la clase de matrimonio que tú quieres tener. ¡ESTE MANUAL ES LA BIBLIA! Tú te estarás preguntando… ¡qué sabrá la Biblia de como edificar un matrimonio sólido en el siglo 21!
Tú podrás pensar que la Biblia es un libro anticuado y pasado de moda, ¡pero yo te garantizo que no lo es!
La Biblia le habla a nuestras vidas hoy día, con una relevancia increíble, revelando los fundamentos del plan de Dios para el matrimonio que prosperará. No conozco a ninguna persona casada que no quiera tener un gran matrimonio.
Pablo Getty, conocido en su época, como el hombre más rico de la tierra, dijo, “Daría toda mi fortuna por tener un matrimonio feliz”. Qué triste, ¿no? Getty tenía todo lo que el dinero puede comprar… ¡excepto un matrimonio feliz!
¡ASI QUE! COMENCEMOS CON NUESTRO PRIMER COMPROMISO…
I. EL COMPROMISO DE LA ESPOSA – 1 Pedro 3:1-6
En Julio de 1981, el mundo entero vio, como el Príncipe Carlos y la bella Diana (Lady Di, como la llamaban) se casaban en gran pompa y solemnidad, en la Catedral de San Pablo en Londres. Fue una boda de cuento de hadas, con 3500 invitados, y una audiencia estimada de 750 millones de personas alrededor del mundo.
Fue una boda espectacular… bellísima… una boda inolvidable. ¿Pero cuánto duró su matrimonio? Desgraciadamente, terminó convirtiéndose en solo comidilla para los tabloides.
La realidad de las cosas, es que mucha gente le dedica más tiempo… a los preparativos para el gran día del matrimonio, que preparando y trabajando en el matrimonio mismo. Tener un matrimonio sólido y saludable ¡no es un accidente! ¡No sucede por casualidad! ¡Hay que trabajarlo todos los días!
1 Pedro 3:1-6 dice, Así mismo, esposas, sométanse a sus esposos, de modo que si algunos de ellos no creen en la Palabra, puedan ser ganados más por el comportamiento de ustedes que por sus palabras. 2 al observar su conducta integra y respetuosa.
3 Que la belleza de ustedes no dependa de lo externo, es decir, de peinados ostentosos, adornos de oro o vestidos lujosos. 4 Sino de lo interno, del corazón, de la belleza incorruptible de un espíritu cariñoso y sereno, pues este tipo de belleza es muy valorada por Dios.
5 Porque así era la belleza de aquellas santas mujeres que en los tiempos antiguos esperaban en Dios, y mostraban respeto por sus esposos. 6 Por ejemplo, Sara obedecía a Abrahán y lo llamaba señor. Y ustedes son sus hijas, si hacen el bien y viven libres de temor.
Así que Pedro dice aquí… Esposas, sométanse a sus esposos. ¡UY YU YUY! ¡El tema de la sumisión no es nuestro tema favorito! Pero quiero que sepan que “la sumisión” es uno de los conceptos más malentendidos en la Iglesia hoy en día.
La idea de la sumisión, con respecto a la Escritura, es siempre en el contexto de la sumisión mutua. Esta sumisión mutua es entre esposas y esposos, así como, entre los cristianos, “unos a otros”. La sumisión no es solo para las esposas. La sumisión es para todos los cristianos, sin excepción.
La Palabra de Dios nos dice claramente que tenemos que someternos, unos a otros, porque la sumisión es ceder nuestros derechos para el beneficio de otros. Por eso Efesios 5:21 dice, “Cultiven entre ustedes la mutua sumisión, en el temor de Dios”.
Y en el matrimonio, la sumisión no comienza con la mujer. Comienza con el esposo, que amorosamente, guía a su esposa. Así como Cristo ama a la Iglesia, así los esposos deben de amar a sus esposas.
¿CONOCES DE ALGÚN OTRO ACTO DE SUMISIÓN MÁS INCREÍBLE – EN LA HISTORIA DEL MUNDO -- que cuando Cristo se sometió ASÍ MISMO a morir en la cruz por los pecados del mundo? ¡JESÚS SE NEGÓ ASÍ MISMO… NEGÓ SUS PROPIOS DERECHOS, y voluntariamente, fue a la cruz a pagar por nuestros pecados!
Esa es la clase de amor que el esposo debe de tener por su esposa. Debe de amarla y guiarla abnegadamente… en el vínculo y belleza del compromiso cristiano. Cuando un esposo ama a su esposa de esta manera -- la respuesta natural de la esposa -- es de amar y respetar a su esposo.
Nosotras también debemos de corresponder a Cristo de la misma forma por Su gran amor por nosotras. Nosotras amamos a Jesús porque Él nos amó primero. Y nosotras podemos amarlo, adorarlo, seguirlo, ¡Y SI! someternos a Él porque sabemos cuan apasionadamente nos ama.
Cuando un esposo ama a su esposa abnegadamente, incondicionalmente, y sin reservas, como Cristo ama a la Iglesia, entonces la esposa puede corresponder en amor, porque ella sabe que es realmente amada. Pero desgraciadamente, esta clase de amor no es la predisposición natural del hombre.
Y esto ha creado tensión en el matrimonio, y entre los sexos. Esta tensión tiene sus raíces en el Jardín del Edén con Adán y Eva. Por causa de su rebelión pecadora, ellos decidieron hacer las cosas a su manera, en vez de hacerlas, a la manera de Dios. Y como resultado, la maldición del pecado cayó sobre toda la humanidad.
Cuando Dios les explicó a Adán y a Eva acerca de las consecuencias de su pecado, tuvo una palabra en particular para la mujer. Le dijo básicamente, “Eva, ahora las cosas van a ser bien diferentes para ti y para Adán”.
En Génesis 3:16, Dios le dijo a Eva, “Tu deseo te llevará a tu marido, y él te dominará”. La palabra DESEO es una palabra hebrea que significa literalmente “dominar” o “controlar”.
Dios le estaba diciendo a Eva -- y a toda mujer que viniera después de ella -- que ahora ella tendría la predisposición egoísta de querer controlar y dominar a su esposo. Y así mismo, Adán – debido al egoísmo del pecado que nació en él – ahora tendría el deseo de gobernar y dominar a su esposa.
Hoy en día, VIVIMOS CON LAS IMPLICACIONES DE ESTA MALDICIÓN EN NUESTROS MATRIMONIOS. Es una inclinación, nacida del pecado, donde el hombre y la mujer quieren dominarse el uno al otro.
A raíz del pecado del hombre y la mujer,como hijos de Adán e hijas de Eva, todos nacemos con esa inclinación egoísta, que dice, “Ahora voy a vivir para mí misma”. Y la forma que esta inclinación se expresa en el matrimonio es la del esposo de querer controlar, dominar, y gobernar a su esposa.
Y de la esposa de querer dominar y controlar a su esposo. Esta propensión al egoísmo es obvia en muchos hogares de hoy en día. Los esposos y las esposas están viviendo para sí mismos, en vez de someterse al plan de Dios. ¡La manera de Dios es la sumisión!
Él único antídoto AL EGOÍSMO es de obedecer el mandato de la Escritura, que dice que debemos de SOMETERNOS MUTUAMENTE… el uno al otro.
Esto significa que un hombre debe de amar a su esposa, y expresarle ese amor a ella. Y él debe de querer someterse a ella y sacrificarse por ella. Él debe de estar dispuesto a morir por ella. Para la esposa, esto significa corresponderle a su esposo de la misma manera, negándose a sí misma, y sometiéndose a él.
Debemos de morir a diario A NOSOTRAS MISMAS, y a nuestros propios deseos egoístas, si queremos que nuestros matrimonios florezcan. ¡Nuestros deseos egoístas siempre querrán controlarnos!
ES BIEN IMPORTANTE NOTAR… que la Biblia no enseña, que las mujeres se deben de someter a los hombres en la sociedad en general.
El concepto de la sumisión es siempre en el contexto de la familia. En la Biblia, vemos que las mujeres fueron jueces, gobernantes, profetas, y líderes empresariales.
No hay ningún fundamento bíblico que diga, que de alguna forma, el hombre es superior a la mujer. Así que el problema de la sumisión no tiene nada que ver con superioridad o inferioridad. Tiene todo que ver con el rol y la responsabilidad del esposo y la esposa en la relación matrimonial.
La sumisión no sugiere que la mujer se vuelva un felpudo. Ni tampoco sugiere que ella deba de ser dominada y controlada por su esposo. Más bien es algo que Dios requiere de ambos, del esposo y la esposa. Así como nosotras amamos y nos entregamos a Cristo en sumisión, así mismo, debemos de someternos el uno al otro.
PAUSA
¡AHORA BIEN! ¿Qué es lo que el esposo necesita de su esposa? Si la sumisión es algo que Dios requiere de ambos, ¿Qué puede hacer la esposa para satisfacer las necesidades de su esposo?
Un esposo necesita que su esposa lo respete, que lo considere, que lo honre, que lo prefiera, que note su presencia, que lo estime, y que crea en él.
Lo que él no necesita es una esposa que le pierda el respeto… que lo insulte… que lo critique… que no lo apoye... y que no satisfaga sus necesidades. Dios creó a la esposa para ser una ayuda idónea. ¡Para que completara a su esposo!
Me encanta la historia de Juan García y su esposa, Lara. Juan era el alcalde de Tarata. Un día, Juan y Lara estaban inspeccionando un proyecto de construcción en la ciudad.
Mientras caminaban por los alrededores del proyecto, uno de los obreros, reconoció a Lara, y le dijo: “Hola Lara, ¿te acuerdas de mí? Soy Carlos. Nosotros fuimos al mismo colegio. A decir verdad, fuimos “enamorados” por un tiempo”. En ese momento, Lara reconoció a su viejo amigo.
Por algunos minutos, ambos intercambiaron cumplidos y amabilidades, y luego ella siguió caminando. Cuando Juan y Lara ya se iban, Juan comenzó a bromear con ella, y le dijo, “Lara, imagínate, si tú te hubieras casado con este hombre, hubieras estado casada con un obrero.
Y Lara le contestó con una sonrisa, “Si yo me hubiera casado con él, hubiera estado casada con el alcalde de Tarata”.
Los hombres necesitan a alguien que crea en ellos, que los aliente, y que los ayude a ser todo lo que Dios los ha creado a ser.
¿Son las mujeres inferiores a los hombres? Mucha gente cree que la sumisión es una admisión de inferioridad. Las mujeres no somos inferiores a los hombres. Cuando la Biblia habla acerca de la sumisión, no habla de inferioridad.
En 1 Corintios 11:3, Pablo nos ayuda a entender esta verdad de forma más clara todavía. “Pero quiero que sepan que Cristo es la cabeza de todo hombre, y que el hombre es la cabeza de la mujer, y que Dios es la cabeza de Cristo”.
¿La cabeza de Cristo es Dios? Puede que estés pensando, “Yo pensé que la Biblia enseña que Jesús es Dios…que es igual a Dios. ¿No dijo Jesús, “Yo y el Padre somos uno”. “Y quien me ha visto a Mí, ha visto al Padre”.
Así que ¿Cómo puede ser Dios la cabeza de Cristo? Obviamente, no quiere decir que Dios Padre es superior a Dios Hijo, o que Dios Hijo es inferior a Dios Padre. Más bien, en 1 Corintios 11, Pablo dice que DIOS HIJO se humilló ASÍ MISMO en Su humanidad… y sometió Su voluntad a la voluntad y plan del Padre.
¡JESÚS ES COMPLETAMENTE Y TOTALMENTE IGUAL A DIOS! No es una cuestión de inferioridad, sino de ponerse bajo el liderazgo del Padre.
Así que cuando se dice que el hombre es la cabeza de la mujer, como Dios es la cabeza de Cristo, esto no implica o sugiere que la mujer es inferior al hombre, o que el hombre es superior a la mujer. ¡NO!
Más bien, indica que la relación dentro del rol y el contexto de un matrimonio cristiano… en que la esposa se someta al liderazgo y guía de su esposo. Así que, si te vas a someter a tu esposo, como Dios manda, comienza con la actitud adecuada.
No es una actitud, que dice, “Me someteré a este hombre, ¡aunque me muera”! ¡NO! Más bien, teniendo un espíritu alegre, dices, “Yo amo a Dios. Yo amo a mi esposo, y amo a mi familia. Y voy a vivir mi vida a la manera de Dios, y no a la mía”.
ESPOSAS, SOMÉTANSE A SUS ESPOSOS… de modo que si algunos de ellos no creen en la Palabra, puedan ser ganados más por el comportamiento de ustedes que por sus palabras. 2 al observar su conducta íntegra y respetuosa.
¡Este es un pasaje crítico! Nos recuerda que la sumisión comienza con una disposición de compromiso inquebrantable… aun cuando el matrimonio no sea ideal. Aquí Pedro no autoriza a la mujer a que deje a su esposo por no ser creyente, o por no ser un cristiano sólido. Ni tampoco le da permiso para sermonearlo.
Más bien, ella debe de amar a su esposo -- viviendo una vida devota… una vida amorosa -- para poder atraerlo a Cristo. Si tu esposo no es creyente, no trates de agobiarlo a que entre al Reino de Dios… poniendo folletitos del evangelio en su maletín, a lo que se va a trabajar, o citando las escrituras constantemente.
Yo conocía a una señora, muy devota, que todas las noches ponía la radio, a todo volumen, en el dial cristiano para que su esposo “no-creyente” OYERA LA VERDAD DE DIOS. Todo lo que lograba hacer era que su esposo se hartara -- y se fuera de la casa -- para estar con sus amigos.
Son el carácter y la conducta de la esposa las que ganarán al esposo perdido… ¡NO LAS DISCUSIONES! Ella lo ganará con bellas virtudes, como la sumisión, la comprensión, el amor, la bondad y la paciencia. Estas cualidades no se fabrican. Son fruto del Espíritu Santo, que viene cuando nos sometemos a Cristo… y el uno al otro.
¡Sólo ama a tu esposo! ¡Vive para Cristo! Y deja que tu esposo vea la diferencia, que Jesús está haciendo en tu vida. Y por la gracia de Dios, ¡él se unirá a ti en la fe!
Uno de los grandes ejemplos de una esposa y madre devota, en la historia del cristianismo, es Mónica, la madre del famoso San Agustín. Dios usó el testimonio y las oraciones de Mónica para ganar tanto a su hijo, como a su esposo para Cristo, aunque su esposo no se convirtió hasta poco antes de morir.
San Agustín escribió en su famoso libro Confesiones, en que le confesaba a Dios: “Ella (hablando de su madre) le servía como a su señor; y diligentemente procuró ganarlo para Ti… predicándote ante él por su conducta; con la cual Tú la adornaste, haciéndola reverentemente bondadosa para con su esposo”.
3 Que la belleza de ustedes no dependa de lo externo, es decir, de peinados ostentosos, adornos de oro o vestidos lujosos. 4 Sino de lo interno, del corazón, de la belleza incorruptible de un espíritu cariñoso y sereno, pues este tipo de belleza es muy valorada por Dios.
La verdadera sumisión irradia del corazón, y se expresa así misma, en la clase de belleza que brilla a través de la vida de una mujer. La verdadera sumisión significa que no se concentra en lo exterior. No estoy sugiriendo -- ni este pasaje lo sugiere -- que una mujer debe de descuidar su apariencia física. ¡NO!
Más bien, establece un estándar diferente. Una mujer se debe de concentrar en su belleza interior más que en su belleza exterior. Es lo que Proverbios 31:30 dice, “La belleza es engañosa, y hueca la hermosura, pero la mujer que teme al Señor será alabada”.
Las Consultoras de Belleza te dirán, QUE NO IMPORTA, cuán físicamente bella pueda ser una mujer en su exterior, ella nunca lucirá atractiva, si está llena de ira, de ansiedad, de depresión o desilusión, o falta de satisfacción.
Pero, por otro lado, tú puedes tomar a una mujer que es, MÁS BIEN SIMPLE, pero que resplandece de la bondad de Dios, de la gentileza del Espíritu Santo, y de la presencia de Jesús en su vida. Ella será un bello despliegue de lo que Dios puede hacer en la vida de una persona. ¡Esos son los verdaderos cosméticos! ¡Los que nos hacen resplandecer!
¿Y cómo se expresa esta belleza? Se expresa en un espíritu cariñoso y sereno. Eso no significa que ella sea timidita. Y no tiene nada que ver con ser extrovertida o introvertida. Lo que Pedro recalca en este pasaje es una actitud de gentileza… un deseo de aprender… de escuchar ¡Esa es verdadera belleza!
5 Porque así era la belleza de aquellas santas mujeres que en los tiempos antiguos esperaban en Dios y mostraban respeto por sus esposos. 6 Por ejemplo, Sara obedecía a Abrahán y lo llamaba señor. Y ustedes son sus hijas, si hacen el bien, y viven libres de temor.
Algunas de ustedes estarán tentadas, a cruzarse de brazos y responder: “Claro, Sara estaba casada con Abrahán – ¡el padre de la fe! Si mi esposo fuera un santo como Abrahán, ¡yo también con mucho gusto iría a donde él fuera”!
No nos olvidemos de la vida tan dura, que Sara tuvo que soportar, como esposa de Abrahán.
Piensa acerca de las cosas, que Sara tuvo que vivir, con una perspectiva bien limitada:
· Su esposo decía que había tenido visiones de Dios, instruyéndolo a que se mudara a una tierra desconocida (cuando ya estaban bien mayores).
- Su esposo convenció a Sara a que fingiera, que era su hermana mientras estuvieran en Egipto, dónde el Faraón tomó a Sara temporalmente como su esposa.
- Sara siguió el liderazgo de su esposo cuando Abrahán le dio a su sobrino Lot la mejor tierra de pastar.
- Por segunda vez, Abrahán trató de hacer pasar a Sara,como su hermana. Esta vez atrayendo la atención de Abimelec, el rey de Gerar, que quería a Sara como esposa.
· Sara soportó el casi sacrificio de su único hijo, Isaac, en manos de Abrahán, quien decía que Dios le había dado instrucciones de ofrecer a su hijo.
Desde la perspectiva de Sara, Abrahán parecería impredecible, engañoso, necio, alocado, y hasta irresponsable. En algunos casos, la evaluación que Sara hace de su esposo podría haber sido bastante exacta.
Sin embargo, Pedro nos dice que Sara obedeció a Abrahán, llamándolo señor. No porque su matrimonio era seguro y perfecto, sino más bien, porque su matrimonio era inseguro e imperfecto.
¡A VER! A estas alturas sería bueno, que nosotras las esposas, nos hiciéramos las siguientes preguntas:
1. ¿Miro yo a santas como Sara, como modelo a seguir, o sigo el ejemplo de las telenovelas?
2. ¿Pongo a mi esposo primero en mi lista de oración?
3. ¿Le doy preferencia cuando planeo algo?
4. ¿Busco la manera de honrarlo?
5. ¿Le hago la vida más fácil? ¿o más difícil?
¡ASÍ QUE! DESPUÉS DE VER EL COMPROMISO DE LA ESPOSA, AHORA VEAMOS…
II. EL COMPROMISO DEL ESPOSO – 1 Pedro 3:7
7 De la misma manera, ustedes, los esposos, sean comprensivos con ellas en su vida matrimonial. Hónrenlas, pues como mujeres son más delicadas, y además, son coherederas con ustedes del don de la vida. Así las oraciones de ustedes no encontrarán ningún estorbo.
¿Por qué Pedro le dedica más espacio a instruir a las esposas… que a los esposos? Porque las esposas creyentes estaban experimentando una situación completamente nueva, y necesitaban dirección.
Por lo general, en el imperio romano, a las mujeres se las mantenía subyugadas, y su nueva libertad en Cristo, creaba nuevos problemas y retos. Es más, muchas de ellas tenían esposos “no creyentes” y necesitaban apoyo,,, aliento… estímulo… e iluminación adicional.
En este pasaje, Pedro les recuerda A LOS ESPOSOS CREYENTES, cuatro de los aspectos de responsabilidad en su relación con sus esposas: Sus Responsabilidades Físicas, Intelectuales, Emocionales, y Espirituales.
Así que… comencemos con…
1. La Responsabilidad Física: “En en su vida matrimonial.”. Esto implica mucho más que vivir en la misma casa y tener la misma dirección. El matrimonio es fundamentalmente una relación física. Efesios 5:31 dice, “Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán un solo ser.”
Por supuesto, las parejas creyentes disfrutan de una relación espiritual, mucho más profunda, ¡pero las dos cosas van juntas! El esposo verdaderamente espiritual cumplirá con sus deberes matrimoniales, ¡Y AMARÁ A SU ESPOSA!
El esposo debe de dedicarle tiempo a su esposa. Un estudio reciente revela,que por lo general, el esposo y la esposa tienen apenas treinta y siete minutos a la semana de comunicación real entre sí.
Entonces no es ninguna sorpresa que los matrimonios se desmoronen después de que los hijos crecen y se van de la casa. El esposo y la esposa se quedan solos. Y se dan cuenta, que cada cual está viviendo con un extraño.
Este versículo también sugiere que el esposo debe de proveer para las necesidades físicas y materiales del hogar. Aunque la esposa tenga un empleo o carrera, su primera responsabilidad es de cuidar de su casa. ¡Y es el esposo el que debe de proveer!
2.La Responsabilidad Intelectual: “Ser compresivos con ellas”. ¡Es increíble cómo un hombre y una mujer puedan estar casados, y vivir juntos, sin realmente conocerse el uno al otro! La ignorancia es peligrosa en cualquier aspecto de la vida, pero es especialmente peligrosa, en el matrimonio.
El esposo creyente necesita conocer los cambios de humor de su esposa, sus sentimientos, sus necesidades, sus temores y sus esperanzas. Necesita “escuchar con el corazón” y tener con ella una comunicación abierta y elocuente.
Debe de haber en el hogar una atmósfera tan protectora de amor y sumisión, que los esposos pueden hablar y discutir, y aun así, ser felices en su matrimonio. Hablar es la solución a los problemas de comunicación.
Bien se ha dicho, que el amor sin la verdad, es hipocresía. Y la verdad sin amor es crueldad. Necesitamos tanto la verdad como el amor para poder crecer en comprensión el uno por el otro.
¿Cómo puede el esposo mostrar consideración a su esposa, si no entiende las necesidades o los problemas de ella? Decir: “¡Nunca supe que te sentías de esa manera!” es confesar que, en algún momento, uno de ellos le cortó la comunicación al otro.
Cuando una esposa tiene miedo de abrirse a su esposo, y de ser franca en cuanto a un asunto, está construyendo paredes, y no puentes.
3.La Responsabilidad Emocional: “Hónrenlas ”. La CABALLEROSIDAD puede estar muerta, pero todo esposo debe ser un príncipe azul que trata a su esposa, como una princesa. (Dicho sea de paso, el nombre Sara quiere decir princesa.)
Pedro no sugiere que la esposa es “más delicada” mentalmente, moral o espiritualmente, sino más bien físicamente.
Hay excepciones, por supuesto, pero hablando en general, el hombre es el más fuerte de los dos, en cuanto a logros físicos. El esposo debe tratar a su esposa como un vaso valioso, hermoso, frágil, en el que hay un precioso tesoro.
PAUSA
Cuando un chico y una chica comienzan a salir juntos, el chico es cortés y considerado. Después de que se comprometen, él demuestra incluso más cortesía, actuando siempre como todo un caballero. Pero es triste decirlo, que al poco tiempo de casarse, muchos esposos se olvidan de ser bondadosos y caballerosos, y dejan de valorar a su esposa.
Se olvidan de que la felicidad en un hogar se forma de muchos detallitos, incluyendo las pequeñas cortesías de la vida.
Muchas veces, LOS GRANDES RESENTIMIENTOS EMPIEZAN, como ofensas pequeñas. El esposo y la esposa necesitan ser francos uno con el otro, admitiendo ofensas, y pidiendo perdón para que la herida sane. Además, el esposo puede no estar de acuerdo con su esposa, y aun y todo, respetarla y darle honor..
4.La Responsabilidad Espiritual: “Así las oraciones de ustedes no encontrarán ningún estorbo”. Pedro daba por hecho, que los esposos orarían juntos. Muchas veces, ese no es el caso. Y esa es la razón de tanto fracaso… y tanta desgracia.
Si las personas no cristianas pueden tener hogares felices sin la oración (y muchas veces, los tienen), ¡cuánto más felices serían los hogares de los creyentes con la oración! ES MÁS… es la vida de oración de una pareja la que indica cómo marchan las cosas en el hogar. Si algo anda mal, sus oraciones no serán contestadas.
El esposo y la esposa necesitan tener sus propios tiempos de oración privado e individual… CADA DÍA. Pero también necesitan orar juntos, y tener un tiempo de devoción familiar.
La forma en que esto se organiza, cambia de hogar en hogar, e incluso de tiempo en tiempo, conforme los hijos van creciendo, y los horarios van cambiando. La Palabra de Dios y la oración son los elementos básicos de un hogar feliz y santo.
Los esposos son “coherederos”. Si la esposa muestra sumisión y el esposo consideración, y si ambos se someten a Cristo y siguen su ejemplo, entonces tendrán una experiencia enriquecedora en su matrimonio. Si no, se perderán lo mejor de Dios, y se privarán el uno al otro de bendición y crecimiento.
¿Alguna vez has tratado de orar después de haber tenido una discusión con tu esposo? ¿Te es fácil cogerle la mano para orar, después de haberse dado de cabezazos durante un conflicto? Cuando el esposo y la esposa no mantienen su vida matrimonial intacta, tienen problemas manteniendo su vida espiritual por el buen camino.
¿Por qué? Porque hay una relación directa -- entre el amor de Dios -- y el amor a nuestro hermano en la fe. Por eso, el matrimonio funciona como un barómetro, midiendo nuestras vidas espirituales a través de nuestra relación diaria.
Piensa en esto. Si Jesucristo está en medio de dos personas -- reunidas en Su nombre -- imagínate cuan poderosas pueden ser las oraciones… ¡ cuando el esposo y la esposa están unidos! ¡Ese es un maravilloso retrato de la unión de Cristo y Su iglesia!
Y YA PARA TERMINAR…
Sería bueno, que de vez en cuando, los esposos y las esposas hicieran inventario de su matrimonio. Las siguientes son algunas preguntas, que se pueden hacer así mismos, basadas en lo que Pedro nos acaba de enseñar en este pasaje.
1. ¿Nos estamos ayudando el uno al otro a ser más espirituales? 2. ¿Estamos dependiendo de cosas externas? ¿o de cosas eternas? ¿De lo artificial o de lo real? 3. ¿Nos estamos entendiendo mejor el uno al otro?
4. ¿Somos sensibles, el uno al otro, en cuanto a sentimientos… a ideas, o hemos dejado de valorarnos el uno al otro? 5. ¿Está Dios respondiendo a nuestras oraciones?
¡Las respuestas sinceras, a estas preguntas, pueden hacer una gran diferencia en tu matrimonio!
ORÉMOSLE AL SEÑOR
Padre, gracias que Pedro nos escribió esta carta para darnos consejos de cómo comportarnos, como esposas… y como esposos. Ayúdanos a someternos mutuamente. Ayúdanos a nosotras, las mujeres, a ser las esposas idóneas que Tú nos has creado a ser. Y a los esposos, a amarnos, como Cristo ama a Su iglesia.
Señor, queremos resplandecer la belleza, que mujeres, como Sara, y otras en la Biblia, resplandecieron. A pesar de ser mujeres muy bellas físicamente, se caracterizaron más bien por su belleza interior. ¡Queremos seguir su ejemplo!
Queremos lucir los cosméticos de las virtudes, como la sumisión, la bondad, la comprensión, la gentileza, y la humildad. Queremos ser mujeres dignas del llamado que nos has hecho. Queremos brillar para Cristo. En el nombre de Jesús, Amén.