Una voluntaria del Ejército de Salvación encontró en la calle a una mujer sola y abandonada, y la invitó a que fuera a la iglesia donde la ayudarían ¡Pero la mujer no se movió! La voluntaria le aseguró que la iglesia la amaba y que quería ayudarla. Que Dios la amaba, y que Jesús había dado Su vida por ella. ¡Pero la mujer no se movió!
Como impulsada por una fuerza divina, la voluntaria, se inclinó, y besó a la pobre mujer en la mejilla… tomándola en sus brazos. La mujer comenzó a llorar y, como si fuera una niña, se dejó llevar a la iglesia… donde más tarde se entregaría a Cristo.
La mujer le dijo. Tú me dijiste que Dios me amaba… Pero no fue, hasta el momento en que me demostraste que Dios me amaba, que quise ser salva.
EMPECEMOS EN ORACIÓN
Padre, gracias por darnos tu Palabra. Tu Palabra es verdad, y a través de ella, Tú nos enseñas y nos motivas a ser más como Jesús. A amar a otros como Tú nos amas. Gracias que Tu amor es incondicional y verdadero.
Señor, estamos listas con nuestras Biblias abiertas… deseosas de escuchar lo que tienes que decirnos hoy ACERCA DEL AMOR. Y no solo escucharla, sino aplicarla a nuestras vidas. En el nombre de Jesús. Amén
El título de este mensaje es AMOR PRECIOSO, y está dividido en tres observaciones: (I) AMOR POR OTROS; (II) AMOR DE DIOS; y (III) DIOS ES AMOR.
La palabra más maravillosa del cielo es el amor. ¿Qué es el amor? Es un deseo profundo de darse a sí mismo por el amado. El amor encuentra su gozo en dar todo lo que tiene a la persona que ama para hacerla feliz. Y nuestro Padre celestial, no tiene otro objetivo, que el de llenar nuestros corazones con Su amor.
ASÍ QUE COMENCEMOS CON NUESTRA PRIMERA OBSERVACIÓN…
I. AMOR POR OTROS – 1 Juan 4: 7-10
7 Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, ha nacido de Dios y conoce a Dios. 8 El que no ama, no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
¿Sabías que cada vez que demuestras amor, le das gloria a Dios? Como Dios es amor, Su gloria revela lo que Dios ES realmente. Dios te dice, “Yo soy amoroso. Yo soy compasivo. Quiero que seas como Yo. Quiero que desarrolles Mi carácter.”
¡Tú nunca vas a ser Dios! Pero Dios quiere que te vuelvas MÁS COMO ÉL. ¡Qué te conviertas en una mujer piadosa! Él quiere que desarrolles Su carácter. Pues, como dice el refrán, ¡de tal palo, tal astilla! ¡Así qué! ¡De tal Padre, tal hija! Él quiere que aprendas a amar a la gente, de la manera, como Dios ama a la gente. ¡Dios es amor!
PAUSA
El amor es la fuerza fundamental en las buenas relaciones. La Escritura nos dice, claramente, que necesitamos ser gente que ama. Necesitamos amar a Dios con todo nuestro corazón, amar a nuestro prójimo, como a nosotras mismas, y amar a nuestros enemigos. Pero, realmente, es difícil amar, cuando no nos sentimos amadas.
Niños descuidados... Esposas ignoradas por sus maridos… Padres marginados por sus hijos. Todos ellos saben la angustia de una vida sin amor.
Así que, para cada persona que anhela ser amada, bienvenida a la alegría de saber que tú eres amada apasionadamente por Dios. Piensa en el impacto profundo de Su amor, que fue derramado por ti en la cruz. Piensa en el hecho, QUE SI TÚ CONFIASTE EN JESUCRISTO, Su amor cubre tus faltas y pecados, y AHORA estás vestida con Su justicia.
Romanos 3:22-24, dice, “La justicia de Dios, por medio de la fe en Jesucristo, es para todos lo que creen en Él. Pues no hay diferencia alguna. 23 por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios; 24 Pero son justificados gratuitamente por Su gracia, mediante la redención que proveyó Cristo Jesús.”
Una vez que aceptes cuan maravillosamente te ama Dios, te será más fácil ser la persona amorosa, que Dios te ha llamado a ser – aun con aquellos que no te demuestran amor. Aceptar el amor de Dios por nosotros, ES LA CLAVE para amar a otros.
PAUSA
Otra de las formas como puedes amar a otros, ¡ES ACEPTÁNDOLOS! Por el solo hecho de que no te guste lo que la gente hace, no quiere decir que no puedes aceptarla. ¿Sabes la diferencia que hay entre aceptar y aprobar? Tú puedes aceptar a alguien sin tener que aprobar todo lo que esa persona hace. ¡Esa es la gran diferencia!
Nosotros debemos aceptar a todos, pero no tenemos que aprobar todo lo que ellos hagan. Así que no importa lo que la persona haga, o con quién lo haga, o por cuanto tiempo lo haga, tú debes de quererla. ¡Debes de aceptarla! Eso no quiere decir que apruebas lo que hace. Dios te ama, pero eso no quiere decir que Él aprueba todo lo que tú haces.
El amor no es decir, “Yo apruebo todo lo que haces”. El amor dice, “Yo te acepto… a pesar de lo que haces”. Romanos 15:7 dice, “Por tanto, recíbanse unos a otros, como también Cristo nos recibió, para la gloria de Dios”.
¿A quién necesitas aceptar en tu vida, aun si no apruebas lo que esa persona crea, o haga? ¡El amor de Dios es incondicional y justo!
PAUSA
Hoy en día se habla mucho del amor… en libros, revistas, en la televisión y en el cine. Con todo lo que se dice, pensaríamos que nuestra sociedad es la más amorosa de la tierra. Pero gran parte del “amor del que hablan”, no es nada menos que lujuria disfrazada de amor, o egoísmo disfrazado de bondad.
¡Dios es amor! El carácter de Dios es lo que define el amor. Y para poder aclarar cualquier confusión acerca del amor, debemos de considerar quien es Dios. Y luego, por supuesto, debemos amar a otros, como Dios nos ama.
El amor de Dios es incondicional. Romanos 5:8 dice, “Pero Dios muestra Su amor por nosotros en que, cuando aún éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.” Dios nos amó cuando éramos pecadoras, cuando NO éramos justas, y cuando nosotras no podíamos corresponder a Su amor.
Dios no nos ama porque lo merecemos, o porque lo amamos, sino porque Su naturaleza es amar. Sin embargo, el amor de Dios no le guiña el ojo al pecado. Así como los padres terrenales disciplinan a sus hijos, cuando hacen algo malo, así Hebreos 12:6 dice, “El Señor disciplina al que ama, y azota a todo el que recibe como hijo o hija.”
El verdadero amor no consiente la injusticia, más bien, la confronta. Esta clase de amor estricto NO ES SIEMPRE AGRADABLE, ¡pero es para bien!
Hebreos 12:11 dice, “Claro que ninguna disciplina nos pone alegres al momento de recibirla, sino más bien tristes. Pero después de ser ejercitados en ella, nos produce un fruto apacible de justicia.”
¡Ahora bien! ¿Cómo les demuestras amor a otros? ¿Es tu amor incondicional, o te niegas a querer a aquellos que te hieren? ¿Quieres solo a aquellos que corresponden a tu amor? ¿Eres fría e indiferente al amor de otros?
Clotilde estaba sentada SOLA. Sus manos, pecosas por la edad, descansaban sobre sus faldas. Tenía puesto su mejor vestido. Su cuarto, en el hogar de ancianos, hablaba de primavera: de margaritas en el florero, y bellas gardenias floreciendo en el jardín, junto a su ventana.
Clotilde estaba sentada SOLA. Se decía a sí misma, tratando de darse ánimo, “Ellos vinieron la Navidad pasada” (cómo defendiendo a su familia). Pero a muchos kilómetros de distancia, su familia vivía su propia vida.
Clotilde no estaba enferma, ni era fea. Ella no era inútil ni estaba decrépita. Clotilde era simplemente una viejita. Nuestra sociedad ya no tiene sitio para los ancianos. La gente, como Clotilde, las hay por montones. Nadie las olvida a propósito. Tal vez por eso sea tan doloroso.
Si hubiera habido alguna razón: una pelea, un malentendido, o un desacuerdo… Generalmente, ¡no es ni siquiera a adrede! ¡Es un rechazo sin querer! Un rechazo que matará a Clotilde.
Ella morirá de soledad. No importa cuán bonito sea el asilo. Las enfermeras y los otros ancianos no pueden reemplazar la sonrisa de una nieta, ni el beso de un hijo.
¡Demuéstrale tu amor ahora! No te olvides de sus manos pecosas, de su pelo ralo, ni de sus ojos que ya no ven bien, porque ellos son parte de ti. Cuando se hayan ido, una parte de ti se habrá ido.
9 En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros: en que Dios envió al mundo a Su Hijo unigénito, para que vivamos por Él. 10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros, y envió a Su Hijo en propiciación por nuestros pecados.
¡ESO ES GRACIA! La gracia es otra palabra para LA MINA DE PODER Y PROTECCION DE DIOS. Nos viene a nosotras, no de vez en cuando ni de a poquitos, sino constantemente, y a borbotones. Juan 1:16 lo llama Gracia sobre Gracia. Por eso podemos confiar, que si Dios permite pruebas en nuestra vida, Él también proveerá la gracia para afrontarlas.
Su provisión nunca se agota. Dios tiene gracia suficiente para resolver todo dilema al que nos enfrentamos, enjugar cada lágrima que lloramos, y contestar cada pregunta que le hagamos. ¿Podríamos esperar algo menos de Dios? ¡NO!
Romanos 8:32 dice, “El que no escatimó ni a Su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con Él todas las cosas”?
Ponte a la sombra del HIJO DE DIOS CRUCIFICADO. Plantea tus preguntas. ¿Está Jesús de mi lado? ¡Mira las heridas en Sus manos! ¡En Sus pies! ¿Se quedará Jesús conmigo? Habiendo dado el regalo supremo… Y MÁS COSTOSO, ¿cómo no te va a dar también todas las cosas”?
Muy pocas de nosotras admitiríamos CREER que Dios no nos ama. Pero mucha gente vive con la discrepancia, entre lo que ellas saben intelectualmente, y lo que sienten que es verdad. ¡Es ahí donde yace el problema! Confiamos en lo que sentimos que es verdad, en vez de confiar EN LO QUE SABEMOS, que es verdad.
Miramos a nuestras relaciones –ya sea, un matrimonio sin amor, el rechazo de un exnovio, hijos mayores que no llaman por teléfono a casa… ni vienen a visitar, llegar a los cuarenta años sin ningún pretendiente a la vista – y nuestros sentimientos nos dicen:
“Nadie me ama – ¡ni siquiera Dios! El podrá amar a todos los demás, pero realmente, a mí no me ama. Si Él me amara, yo no me sentiría tan sola.” Nunca diríamos esto en voz alta, pero eso es lo que sentimos que es verdad.
Así que, la semilla de una mentira es plantada en nuestras mentes. Y tarde o temprano, nuestra conducta reflejará lo que realmente creemos, ¡Y TERMINAMOS ESCLAVIZADAS! ¿Alguna vez has creído la mentira de que Dios realmente no te ama? ¿Cómo se manifestó esa creencia en tus actitudes y acciones?
¡ASÍ QUÉ! YA VIMOS EL “AMOR POR OTROS”, AHORA VAYAMOS A NUESTRA SEGUNDA OBSERVACIÓN…
II. AMOR DE DIOS – 1 Juan 4:11-13
11 Amados, si Dios nos ha amado así, nosotros también debemos amarnos unos a otros.
En el verano del 2015, Marco (un chico de 15 años) cargaba a su hermano Carlitos (de 8 años) durante una caminata de 90 kilómetros organizada para crear conciencia de las necesidades de aquellos con parálisis cerebral. Carlitos tenía parálisis cerebral.
El pesaba 28 kilos, así que Marco tenía que hacer paradas frecuentes durante la caminata, donde otros lo ayudaban a estirar sus músculos. Marco tenía puesto arneses especiales para poder desparramar el peso de Carlitos.
Marcos dijo, que mientras los arneses lo ayudaban con la incomodidad física, lo que más lo ayudó fueron las personas a lo largo del camino. “Si no fuera por todos los hurras, los aplausos, y la gente caminando a mi lado, no hubiera podido hacerlo. Mis piernas estaban adoloridas, pero mis amigos me cargaron, y pude llegar a la meta final… ”
Por eso 1 de Tesalonicenses dice, “Por lo tanto, anímense y edifíquense unos a otros, como en efecto ya lo hacen.”
El apóstol Pablo, del cual siempre pensamos como fuerte y valiente, también necesitaba ser “levantado”. En Romanos 16, Pablo menciona a varias personas que hicieron exactamente lo mismo por él. Ellos servían a su lado, lo alentaban, cubrían sus necesidades, y oraban por él. Pablo menciona a Febe. Menciona a Priscila y Aquila, que eran sus compañeros de trabajo.
A la mamá de Rufo, que había sido como una madre para él también. A Gayo, que había sido muy hospitalario con él, y a muchos otros. Todas necesitamos amigas que nos levanten el ánimo. Y todas conocemos “a otros” que necesitan nuestro aliento. ∐ Así como Jesús nos ayuda y nos sostiene, ¡ayudémonos unos a otros!
12 Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y Su amor se perfecciona en nosotros. 13 En esto sabemos que permanecemos en Él, y Él en nosotros: en que Él nos ha dado de Su Espíritu.
¡Dios fue encarnado en Cristo! ¡Y así como todo el mundo podía ver y sentir la presencia del Dios invisible en el carácter, y la conducta de nuestro Señor Jesucristo, así mismo, Dios vive en nosotras ahora. Por lo tanto, la gente debe de ver a Dios en nosotras, por la forma como demostramos ¡LO QUE ÉL ES! ¡DIOS ES AMOR!
Nosotras no podemos ver a Dios, porque Él es invisible. Pero nosotras podemos ver los resultados de Su presencia, como lo hicieron Moisés, Elías, Daniel, y otros.
Dios se ha hecho visible en Cristo -- en las teofanías del Antiguo Testamento, y en la encarnación de Cristo en el Nuevo Testamento. Las personas pueden ver los efectos de la presencia de Dios, cuando la gente de Dios demuestra su amor por otros. ¡Y esos efectos son cosas que OTROS pueden experimentar… que pueden observar y contemplar!
13 En esto sabemos que permanecemos en Él, y Él en nosotros: en que Él nos ha dado de Su Espíritu.
Jesús no sólo predicó acerca del amor de Dios, sino que lo demostró al entregar Su vida en la cruz. El espera que Su gente haga lo mismo. Si permanecemos en Cristo, permaneceremos en Su amor. Y si permanecemos en Su amor, debemos compartir este amor con los demás.
Cuando compartimos este amor, estamos probándole “a nuestro propio corazón,” que permanecemos en Cristo. Y cuanto más entendemos Su amor, ¡más fácil nos será confiar en Él! Así mismo, experimentar al Espíritu Santo, ¡es la evidencia de una fe genuina!
Cuando el amor de Dios está en un hogar, tú no tienes que preocuparte acerca del lugar que le corresponde a la esposa, o que si ella tiene que obedecer a su esposo, como la cabeza de la casa, ¡y todo eso!
Pablo escribe en Efesios 5:25, “Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a si mismo por ella.”
Si él la ama, si ella es una mujer, por quien puede dar su vida, si la esposa puede decir que ella ama a su marido con todo su corazón, y haría cualquier cosa por él, entonces, no pienso que necesitarían ceñirse a muchas reglas.
Romanos 8:16-17 dice, “El Espíritu mismo DA TESTIMONIO a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. 17 Y si somos hijos, somos también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con Él, para que juntamente con Él, seamos glorificados.”
Es imposible percibir TODO LO QUE SE VOLVIÓ NUESTRO ¡cuando volvimos a nacer! El solo hecho de saber que compartiremos la herencia de Cristo con Él, ¡nos conmueve enormemente!
A lo mejor TÚ NO TUVISTE UN PADRE AMOROSO. El rol del Espíritu es de enseñarte cómo responder a tu Padre celestial, que se relaciona contigo SOLO CON UN AMOR PERFECTO. Y además, como vivir como una hija del Rey.
A lo mejor tú te criaste en la pobreza. El Espíritu te mostrará las riquezas inagotables disponibles para ti, como hija de Dios. Si tú fueras simplemente declarada heredera, y luego, TE DEJARAN SOLA, tú no podrías comenzar a usar tu herencia. Pero el Padre te ha dado a Su Espíritu para que te sirva de Guía y Maestro.
El Espíritu te guiará a las “magníficas promesas y recursos”, QUE SE VOLVIERON TUYOS, cuando Dios te adoptó a Su familia. Si tú has experimentado la obra del Espíritu Santo, ¡esa es la evidencia de que eres una verdadera hija de Dios!
También el Espíritu Santo ilumina las Escrituras. Primero de Juan 2:27 dice, “La unción que ustedes recibieron de Él, permanece en ustedes, y no tienen necesidad de que nadie les enseñe… Su unción misma les enseña todas las cosas.”
¿Entiendes la Biblia cuando la lees? ¿Te convence de tu pecado? ¿Te lleva a regocijarte y adorar a Dios? Si es así, esta es la evidencia de la obra iluminadora del Espíritu en tu vida. ¿Anhelas tener una comunión íntima con Dios? Eso también es el resultado de la obra del Espíritu Santo en tu vida.
¿Te sientes deseosa de alabar a Dios? El Espíritu, que vive en ti, produce esa alabanza. ¿Manifiesta tu vida el fruto del Espíritu? ¿Tienes un don, o más de uno, operando en tu vida? Estos, también, son la evidencia del Espíritu obrando en tu vida.
¡Y POR ÚLTIMO! DESPUÉS DE VER EL “AMOR POR OTROS” Y EL “AMOR DE DIOS,” CONCLUYAMOS CON NUESTRA TERCERA OBSERVACIÓN…
III. DIOS ES AMOR – 1 Juan 4:14-16
14 Nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo. 15 Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, permanece en Dios, y Dios en Él. 16 Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. DIOS ES AMOR; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en Él.
No cometas el error de pensar, que porque Dios es amor, que todo va a ser dulce, bello y feliz, y que nadie será castigado por sus pecados. ¡NO! La santidad de Dios reclama, que todo pecado sea castigado. Pero el amor de Dios provee el plan y manera de redención para los pecadores.
¡El amor de Dios es la cruz de Jesús! Y por medio de Su cruz, el hombre o mujer puede recibir el perdón de Dios. ¡Fue el amor de Dios que mandó a Jesucristo a la cruz! Nunca cuestiones el gran amor de Dios, ¡porque Su amor no cambia! No importa cuán terribles sean tus pecados, ¡Dios te ama!
Si no fuera por el amor de Dios, ninguna de nosotras tendría el más mínimo chance a recibir vida eterna. PERO DIOS ES AMOR, y Su amor por nosotras, ES ETERNO. Y por eso, NOS DEBEMOS DE AMAR “unos a otros”, porque el amor viene de Dios, Y SI CONOCEMOS A DIOS, nos amaremos unos a otros.
La marca de la cristiana genuina es el amor. Ese amor es muy especial. Lo que el Nuevo Testamento griego llama “el amor ágape.” Es un amor que no está basado en nuestra voluntad, ni en nuestras emociones. Es un amor basado en buscar el bien de los demás, sea quien sea.
Cualquiera puede querer a alguien que es encantador o encantadora. Pero se necesita hacer un gran esfuerzo para querer a aquellos que nos odian, nos maltratan, nos ignoran, y nos atacan. Se necesita hacer un gran esfuerzo para querer a aquellos que son desdichados, sufridos, malolientes, sucios, pobres, y necesitados…
¡NO ES DIFICIL QUERER A LA GENTE BELLA, que te invita a un maravilloso almuerzo en su jardín! Pero toma más esfuerzo querer al indeseable SIN DIENTES, oliendo a vino barato, en la cola de un comedor gratuito. Sin embargo, esa es la clase de amor que Dios nos llama a demostrar.
Es la misma clase de amor que Jesús demostraba cuando se acercaba a los leprosos, a las prostitutas, a los cobradores de impuestos, y al pobre. Jesús perdonó a aquellos QUE LE CLAVARON esos clavos en Sus manos y pies, al igual que a las multitudes que se burlaron de Él, mientras moría.
16 Y nosotros hemos conocido y creído el amor QUE DIOS TIENE PARA CON NOSOTROS. DIOS ES AMOR; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en Él.
¡Dios es amor! La Biblia dice que Dios es amor. No dice que Dios tiene amor. ¡Dice que Dios es amor! El amor es Su naturaleza. ¡Dios es amor! Dios creó el universo entero. El creó este planeta. El creó a la humanidad. Y luego, Él te creó a ti porque te ama. Dios te creó a ti para que fueras el objeto de Su amor, y a su vez, para que tú lo amaras a Él.
El amor de Dios es la razón… que tu corazón está palpitando en este momento. Es la razón que tú estás respirando. La buena noticia de Dios es que Él te ama en tus días buenos… TANTO COMO en tus días malos. Él te ama, CUANDO TÚ SIENTES SU AMOR, y te ama CUANDO TÚ NO PARECES SENTIRLO. Él te ama sin importar si piensas que te mereces Su amor.
No hay nada que puedas hacer para que Dios deje de amarte. PUEDES TRATAR, pero tú simplemente, no puedes hacerlo, porque Su amor por ti está basado en Su naturaleza, y no en cualquier cosa que tú hagas, digas, o sientas.
Dios te ama tanto que mandó a Su único Hijo, a Jesucristo, a este mundo para que todo aquel que creyera en Él, no se perdiera, sino que tuviera vida eterna. Jesús abrió Sus brazos a todo lo ancho de la cruz, diciendo, “¡Así de inmenso es mi amor por ti! Te amo tanto que hasta me duele. Te amo tanto que moriré por ti, para no tener que vivir sin ti.
El amor de Dios sobrepasa todo entendimiento. Y es difícil comprender la anchura, la longitud, la profundidad y la altura de Su amor para cada una de nosotras. (Efesios3:17-19). ¡El amor de Dios es persistente y constante! ¡Su amor nunca deja de ser!
Una de las historias de amor más conmovedoras de la Biblia se encuentra en el Libro de Oseas. Aquí Dios compara el amor del profeta Oseas, por su prostituta-esposa Gomer… con el amor de Dios por Su infiel esposa, Israel. Una de las grandes verdades presentadas en el Antiguo Testamento es el amor eterno de Dios por Israel.
Dios le dice a Oseas, en Oseas 3:1, “Ve y ama a esa mujer adúltera, que es amante de otro. Ámala como ama el SEÑOR a los israelitas, aunque se hayan vuelto a dioses ajenos y se deleiten con las tortas de pasas que les ofrecen.”
Ningún ser humano puede comprender la magnitud del amor de Dios para con Sus hijos. Debido a nuestra experiencia tan limitada del amor humano, se nos hace difícil entender el amor incondicional de Dios por nosotros. Pero nosotras podemos ver un retrato de este amor en la vida de Oseas.
Oseas era un hombre justo, pero Dios le dijo que se casara con una mujer pecadora. Y Oseas obedeció, y tomó a Gomer como esposa. Él la amó y la trató con dignidad y respeto. Nunca antes había experimentado Gomer esta clase de amor, pero al poco tiempo, se sintió descontenta, y comenzó a buscar a otros hombres.
Ella se involucró tanto en sus aventuras adúlteras, que terminó abandonando a Oseas. Otros hombres la usaron hasta que “YA ELLA” NO TUVO MÁS NADA que ofrecer. Entonces ellos decidieron venderla como esclava. Y a pesar de todo eso, Dios le da a Oseas un mandato increíble: “Anda y cómprala de nuevo.”
A pesar del dolor tan intenso, que Gomer le había ocasionado a su esposo, Dios le dice a Oseas que la perdonara, Y QUE PAGARA CUALQUIER PRECIO, para traerla de regreso a su casa.
El mensaje de Dios es muy claro: Cuando lo rechazamos y le volvemos la espalda, nuestro rechazo le da a Dios el mismo dolor que una traición adúltera da. Después de todo lo que Dios ha hecho por nosotras, es incomprensible, que nosotras lo rechacemos.
Y es aún más difícil entender, QUE DIOS NOS AME, aun después DE QUE LO HEMOS RECHAZADO, IGNORADO Y DESOBEDECIDO. Sin embargo, el amor de Dios es completamente diferente al nuestro.
Su amor es inquebrantable… aun cuando nos alejamos de Él. ¡PERO DIOS NO DEJA DE BUSCARNOS! ¡Su amor es “increíble”! ¡DIOS ES AMOR!
La que vive en amor, VIVE EN DIOS, y DIOS EN ELLA. No hay vuelta que darle. La vida cristiana es una vida amorosa. Una vida fría e indiferente, no es una vida cristiana. ¡Ama como Dios ama! DEJA QUE EL AMOR SEA, lo que te defina.
El mundo está desesperado por encontrar amor. Pero, desgraciadamente, no entiende el significado de la palabra amor. Para encontrar el verdadero significado del amor, debemos ir a la Palabra de Dios – ¡PORQUE DIOS ES AMOR! La Escritura nos dice que Dios nos ama.
Jesús vino al mundo para ayudarnos a “ver” el amor de Dios. Una definición del amor es “entregarse totalmente para satisfacer las necesidades de otros, sin esperar nada a cambio.”
Una bella ilustración de esto, EN LA VIDA DE JESÚS, se encuentra en Juan 13. Aquí vemos como Jesús les lava los pies a Sus discípulos. Es un bello retrato de Su obra abnegada y humilde para satisfacer las necesidades de otros.
Y a pesar de lo grande del amor de Dios, algunos se niegan a creer que Dios los ama. A pesar de toda la evidencia, que Él nos ha dado de Su gran amor, hay algunos que niegan ese amor porque dicen que Dios les ha fallado. Dicen “Le he orado y le he pedido ciertas cosas, pero Dios no me ha contestado mis oraciones.”
¿Acaso les damos a nuestros hijos todo lo que nos piden? ¡Por supuesto que no! A veces piden cosas que no son buenas para ellos.
La oración NO ES LA PRUEBA del amor de Dios. La oración NO ES EL MEDIO por el cual tú logras hacer tu propia voluntad. ¡NO! La oración es el medio, POR EL CUAL DIOS LOGRA HACER, Su propia voluntad.
¡Así que! Si la oración NO ES LA PRUEBA del amor de Dios, entonces ¿cuál es? ¿Cómo podemos saber si somos amadas? Juan nos da la respuesta en 1 Juan 3:16, “En esto hemos conocido el amor: en que JESÚS dio Su vida por nosotros.”
NADIE PODRÁ SABER A QUE TE REFIERES CUANDO DICES “DIOS ES AMOR” – ¡A NO SER QUE LO DEMUESTRES!
ORÉMOSLE AL SEÑOR
Padre, gracias que eres amor. Que Tú nunca cambias. Que lo que prometes, Tú lo cumples. Qué lindo saber que cuando demostramos amor, te damos gloria. Gracias por enseñarnos a amar a otros… aunque sea difícil amar cuando no nos sentimos amadas.
Señor, danos la gracia para aceptar a otros, aun cuando no aprobemos lo que hacen. Queremos amarlos como Tú los amas. Gracias, Padre, que Tu Espíritu nos guía. Que es nuestro Maestro. Queremos ser como Jesús, que no solo predicó acerca del amor, sino que lo demostró al morir en la cruz. En el nombre de Jesús, Amen.