La Buena Vida

Efesios 6:1-9

Pediatras y sicólogos están encontrando que los padres de hoy son muy tolerantes... muy indulgentes. No quieren ponerle restricciones a sus hijos. Básicamente los dejan hacer lo que les da la gana.

Y esta negligencia está dañando a los niños desde los nueve meses hasta la adolescencia. Decirle “NO” a una criatura es esencial para criar niños saludables. Le da al niño o a la niña esa sensación de que tú entiendes lo que está pasando.

Y también les enseña a cómo lidiar con las presiones negativas de sus amigos o compañeros. Tú le puedes decir a tus hijos, “Diles que tu mamá no te deja, y si quieres, quéjate de mí.”

Muchas veces son las colegios las que están reemplazando a las mamás. Pero lo que tus hijos realmente necesitan, es dirección, amor y estímulo de tu parte. Nosotras esperamos que nuestros hijos se comporten más y más como adultos, cuando nosotras nos estamos comportando más y más como criaturas.

Y cuando finalmente decidimos actuar como madres de verdad, ellos se irritan, pero claro, les estamos quitando la autoridad. No dejes que tus hijos se críen solos. ¡Edúcalos tú!

En el capítulo 6 de Efesios, comenzando con los versículos del 1 al 9, estudiáremos que los papás y las mamás tienen que cuidar y educar a sus hijos mientras que los hijos tienen que obedecer y honrar a sus padres.

Del mismo modo, los empleados deben de obedecer a sus empleadores, mientras que los empleadores deben de tratar bien a sus empleados. Básicamente, se trata de sumisión mutua.

EMPECEMOS EN ORACIÓN

EL título de este mensaje es “¡La buena Vida!” Y tocaremos dos puntos muy importantes: (I) “La Consideración en la Casa,” y (II) La Consideración en el Trabajo.”

COMENCEMOS CON EL PRIMER PUNTO…

I. La Consideración en la Casa

Si nuestra fe en Cristo es verdadera, generalmente es probada en el hogar, en nuestras relaciones con aquellos que más nos conocen. Los hijos y los padres tienen responsabilidades entre sí.

Así que, en este pasaje Pablo se dirige a los hijos primero...

(Efesios 6:1-3) “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.”

El propósito de este capítulo es de traer al hogar, la ética que hemos estudiado en Efesios 4 – que dice que la humildad, la mansedumbre, y el amor tolerante deben de existir, primeramente, dentro de la familia.

Desgraciadamente, mucha gente, incluyendo a las cristianas, tienen una doble personalidad... una personalidad pública, y otra privada. Parecen tan dulces y tan buenas en público, pero en su casa, son unos demonios.

Las personas más allegadas a nosotras son las que pagan por nuestros malos humores... son a los que peor tratamos. Las cristianas deberíamos tener una sola personalidad, de lo contrario, no estaremos viviendo la verdad de la Palabra.

Debemos de vivir fielmente la humildad, la mansedumbre y el amor tolerante del evangelio, tanto en público como en privado. El testimonio más importante que tenemos está en juego -- nuestro testimonio dentro del hogar.

PAUSA

Es bien doloroso cuando los hijos le dan la espalda a la fe cristiana de sus padres; pero es trágico, cuando la mala conducta y la hipocresía de sus padres, causan que ellos lo hagan. La integridad de la fe comienza en la familia.

La relación entre madre e hijo es el área en la cual el niño aprende a someterse, a respetar a sus mayores y a toda autoridad sobre él – incluyendo a Dios.

Así que no te dejes engañar por la televisión, o el internet, o nuestra cultura indulgente. Deja que la Biblia sea la voz de sabiduría que corta a través del bullicio de nuestra sociedad. Si quieres a tus hijos, enséñales el valor y la bendición de la obediencia.

Colosenses 3:20 afirma este mismo mandato, “Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor.”

Obedecer significa “HACER” lo que “OTRA PERSONA” dice que hagas. Honrar significa respetar y querer. Los niños deben de obedecer a sus padres mientras estén bajo su techo, pero deben de honrarlos para toda la vida.

Básicamente, a los hijos se les pide que le devuelvan a sus padres lo que ellos les dan: respeto. Cuando los hijos son obedientes, ellos le prestan atención a sus padres, le expresan su gratitud, y buscan como ayudarlos. Este es el comportamiento que Dios espera de los hijos cristianos.

(VV 2-3) “Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.

Aquí Pablo cita el 5to mandamiento en Exodo 20:12 y lo aplica a la creyente del Nuevo Testamento. Esto NO significa que la cristiana está “bajo la Ley,” porque Cristo nos ha liberado, tanto de la maldición como de la esclavitud de la Ley.

Pero la rectitud de la Ley sigue siendo la revelación de la santidad de Dios, y el Espíritu Santo hace posible que vivamos esta rectitud en nuestra vida diaria. Todos los 10 mandamientos son repetidos en el Nuevo Testamento para que la cristiana los guarde – a excepción de Éxodo 20:8, “Acuérdate del día de reposo para santificarlo.”

Es igual de malo, que la cristiana del Nuevo Testamento deshonre a sus padres, como lo fuera en el Antiguo Testamento. El quinto mandamiento tiene una promesa adjunta. “Para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.”

La chica cristiana, que honra a sus padres, podrá recibir dos bendiciones: Le irá bien, y vivirá largamente en esta tierra. Esto no significa que cada persona que muere joven, ha deshonrado a sus padres.

Aquí Pablo nos da un fundamento: Que cuando los hijos obedecen a sus padres, como al Señor, ellos se van a poder librar de muchos pecados y peligros, y así evitar las cosas que amenazan, o acortan sus vidas.

Pero la vida no se mide solamente por la cantidad de tiempo, sino también por la calidad de vida. Dios enriquece la vida del hijo obediente, sin importar, cuanto tiempo pueda vivir en la tierra.

El pecado nos roba. La obediencia siempre nos enriquece. Por ejemplo, la chica que anda acostándose con hombres, que es licenciosa, puede adquirir cualquier cantidad de enfermedades venéreas.

No solo estará pecando contra Dios, si no que estará pecando contra su propio cuerpo... exponiéndose ha quedar estéril para toda la vida, o a tener otros síntomas aún peores, incluyendo la muerte. Por eso Dios dice “Obedece mis mandamientos. Lo hago por tu bien.”

Conforme los hijos obedecen el mandamiento de honrar a sus padres, ellos demuestran una actitud de amor y respeto, que los llevan consigo a su relación con Dios. Y cuando las personas cuidan de los ancianos con amor, los ancianos viven una larga vida, y los jóvenes ayudan a pasar los valores de la fe a la próxima generación.

PAUSA

Algunas culturas honran a sus ancianos. Ellos respetan su sabiduría, se someten a su autoridad, y se esmeran para que se sientan cómodos y contentos. La cristiana debe de hacer lo mismo. Cuando los ancianos son respetados, larga vida no un peso para ella; al contrario, es una bendición,

“Había una vez un viejito. Pobrecito, sus manos le temblaban todo el tiempo. Cuando comía, los cubiertos le temblequeaban, y muchas veces, no lograba embocar el tenedor en la boca… babeando parte de su comida en el mantel.

El viejito vivía con su hijo casado, ya que no tenía a donde ir. Y la nuera no estaba contenta con este arreglo. “No puedo tolerar esto,” le dijo a su esposo, “Yo no seré feliz, mientras tenga a este viejo, sentado a mi mesa.”

Así que ella y su esposo cogieron al viejito del brazo, suave pero firmemente, y lo llevaron a un rincón de la cocina. Ahí lo sentaron en un banco y le dieron su comida en un tazón de arcilla.

Desde ese momento, el viejito comía siempre solo en el rincón, mirando hacia la mesa, donde comía su familia, con ojos tristes.

Un día, sus manos temblaron más que de costumbre, y el tazón de arcilla se le cayó y se rompió. “Si eres un puerco,” le dijo la nuera, “de ahora en adelante, tendrás que comer de una batea.” Así que le hicieron una batea de madera, y le dieron sus comidas en él.

PAUSA

Esta pareja tenía un hijo de cuatro años, al que querían muchísimo. Una noche el papá del chico lo notó jugando intensamente con algunos pedazos de madera y le preguntó lo que estaba haciendo.

“Papi, estoy haciendo una batea,” lo dijo con una sonrisa, como esperando la aprobación de su papá, “para que cuando sea grande, les pueda dar de comer a ti y a mamá.” El hombre y su esposa se miraron… quedaron mudos... y luego, se pusieron a llorar.

Inmediatamente fueron al rincón, y trajeron al viejito de regreso a la mesa. Lo sentaron en una silla cómoda y le dieron su comida en un plato normal, y desde ese momento, nadie lo volvió ha regañar cuando derramaba la comida, o rompía algo.

PAUSE

En realidad, este es uno de los cuentos de los hermanos Grimm, escritos en el siglo diecinueve. Esta anécdota tiene la crudeza y la simpleza de esos días pasados. Tal vez se necesita crudeza para ilustrar la cruda verdad del quinto mandamiento:

Honra a tus padres, si no quieres que tus hijos te deshonren a ti. En otras palabras, la sociedad que destruye a la familia, se destruye así misma.

LUEGO DE DIRIGIRSE A LOS HIJOS, PABLO LE HABLA A LOS PADRES...

(VV 4) “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.”

Si los dejáramos de su cuenta, los niños se volverían en unos tiranos... en unos rebeldes. Así que es necesario que sus padres los eduquen. La Biblia nos presenta claramente lo que pasa cuando los padres descuidan a sus hijos, ya sea dándoles el mal ejemplo, o no disciplinándolos debidamente. De cualquier forma, los resultados nunca son buenos.

David malcrió a su hijo Absalón, y le dio el mal ejemplo. Los resultados fueron trágicos. El sacerdote, Elí, no disciplinó a sus hijos, y ellos trajeron deshonra a su nombre, y derrota a la nación de Israel.

En los últimos años de su vida, Isaac consintió a su hijo Esaú, mientras que su esposa, Rebeca, engreía a Jacob, y el resultado fue un hogar dividido. Jacob también demostró favoritismo por su hijo, José, cuando Dios providencialmente, rescató al muchacho, y lo hizo hombre en Egipto.

Ser madre no es fácil, pero si Dios te ha dado el privilegio de serlo, nada en esta vida es más importante. Pero requiere tiempo, trabajo, buena comunicación y disciplina.

Jaime, un amigo de nosotros, estaba leyéndole la Biblia a sus dos hijas pequeñas, y se dio cuenta que no había estado pasando mucho tiempo con ellas. Las había descuidado, por lo ocupado que andaba.

Después de disculparse con ellas, les dijo, “Ustedes saben que no siempre la cantidad de tiempo que pasamos juntos es la más importante, si no la calidad de tiempo que pasamos juntos.”

Las dos chiquitas no entendían bien lo que su papá les estaba diciendo. Así que Jaime les explicó, “Cantidad de tiempo significa una porción grande de tiempo, y calidad de tiempo significa cuan bueno es el tiempo que pasamos juntos.

“¿Cuál de los dos prefieren? les preguntó. La más chiquita gritó, “¡Calidad de tiempo – pero un montón!”

(VV4) “Padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos.”

Algunas madres provocan a sus hijos, y los desalientan... cuando les dicen una cosa y hacen otra. Siempre culpándolos... nunca alentándolos. Siendo contradictorias e injustas en su disciplina, y demostrando favoritismo en el hogar.

También, haciendo promesas que no cumplen, y no dándole importancia a los problemas, que para sus hijos, son muy importantes. La madre y el padre cristianos necesitan la plenitud del Espíritu Santo para poder percibir las necesidades y problemas de sus hijos.

En su libro “Las lecciones de un Padre a sus Hijos,” Juan Ashcroft, quien fuera Ministro de Justicia de los Estados Unidos, escribió lo siguiente: “Que hasta 1997, por más de diez años, Michael Jordan, había sido el mejor jugador de básquetbol, pero no siempre, había sido el mejor pagado.

Cuando le preguntaron, porque no hacía él como otros jugadores, que no cumplían sus contratos hasta que les pagaran más dinero, Michael contestó, “Yo siempre he cumplido con mi palabra.”

“Yo lo que quería era seguridad. Así que siempre firmé contratos de seis años, y siempre los cumplí. La gente dice que no me pagan lo suficiente, pero cuando yo firmo un contrato, yo doy mi palabra.”

Tres años después, cuando varios jugadores famosos, se echaron atrás en sus contratos demandando más dinero, un reportero le preguntó nuevamente a Michael Jordan, acerca de que no le pagaban lo suficiente.

Michael le explicó, “Si mis hijos ven que su papá rompe sus promesas, ¿cómo voy a seguir educándolos a que cumplan su palabra?” Al no pedir que su contrato fuera

Renegociado, Michael Jordan, le estaba hablando bien claro a sus hijos.

Les estaba diciendo: “Cumplan su palabra, aún cuando vaya contra sus propios intereses.” ¡Qué gran ejemplo... poderle dejar ese legado a sus hijos!”

(VV 4b) “Sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.”

El padre cristiano debe de amar y cuidar a sus hijos. No es suficiente alimentarlos físicamente, proveyendo comida, techo, y abrigo, si no también, alimentarlos emocional y espiritualmente.

Lucas 2:52 habla del desarrollo de Jesús, cuando era niño, como un ejemplo para nosotras, diciendo, “Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres.

Sabiduría,” habla del desarrollo intelectual del niño, “estatura,” de lo físico, “en gracia para con Dios,” de lo espiritual, y “en gracia con los hombres,” de lo social. Este es un desarrollo balanceado. Dios mira a los padres, al padre y a la madre, para el tipo de educación que los niños necesitan... necesitan una educación balanceada.

La frase “criadlos en disciplina” indica aprendizaje por medio de disciplina. Algunos sicólogos modernos están en contra de este tipo de disciplina porque la consideran anticuada y pasada de moda, y muchos educadores están siguiendo esa misma filosofía.

Nos dicen “Dejen que los niños se expresen como quieran. Que hagan lo que quieran. Si los disciplinan, van a malograr sus caracteres. No los van a dejar florecer.” Los van a frustrar...

La disciplina es el fundamento básico de la vida y la evidencia del amor y del cariño. Hebreos 12:6 dice, “Porque el Señor al que ama, disciplina.”

Sin embargo, debemos de estar seguras de disciplinar a nuestros hijos de buena manera. Por comenzar, debemos disciplinar con amor y no con rabia, no sea que, lastimemos el cuerpo o el espíritu de la criatura, o a lo mejor, ambos. No los disciplines cuando estás furiosa. Espérate a estar calmada.

Y si nosotras no somos disciplinadas, no podremos disciplinar a nuestros hijos tampoco. Y eso de “perder la paciencia” nunca forjará un mejor niño, o una mejor madre. Además, nuestra disciplina tiene que ser justa y firme. Una disciplina firme, pero amorosa, le da seguridad al niño.

PAUSA

Cuando yo era chica, mi papá y yo teníamos la relación más bella que padre e hija puedan tener. El siempre había querido tener una hija con ojos azules. ¡Y la tuvo! ¡Me tuvo a mí!

Yo recuerdo, especialmente, nuestros sábados por la tarde juntos, cuando yo estaba sentaba en el suelo jugando “jacks” junto a la cama de mi papá. Mientras él descansaba, le encantaba verme jugar... y teníamos las conversaciones más dulces... Mi vida era realmente maravillosa.”

¡Pero algo inesperado sucedió! Tres días después de que cumplí once años, mi papá falleció a los 42 años de edad. Murió del riñón a consecuencia de una diabetes. Quedé desolada. ¡Había perdido a mi héroe... a mi amigo... a mi papá!

A pesar de que han pasado muchos años, todavía lo extraño. Muchas veces pienso, “Que pena que mi papi no pudo estar conmigo en mi graduación... que se perdió mi boda... que no estuvo cuando mis hijos nacieron... ni cuando mis nietos nacieron...

Hace un año, estaba de visita donde una amiga, y comenzamos a conversar acerca de nuestros papás. “Mi papá, me dijo ella, nunca me quiso. A pesar de que siempre anhelé su amor, élnunca me lo dio.”

Pero a fin de cuentas, siento que estoy en mejor situación que tú, Carmen. Como yo nunca sentí el amor de mi papá, realmente no se como se siente perderlo. No puedes perder lo que nunca has tenido. No puedes extrañar lo que nunca has sentido.”

Carmen, tú tuviste un papá maravilloso. Eras la niña de sus ojos... él te adoraba.

Pero lo perdiste cuando eras solo una niña.” Yo le dije, “No cambiaría nada por todo el oro del mundo. Prefiero haber sentido este tipo de cariño, y haberlo perdido, que no haberlo sentido nunca.”

Mi papá me modeló, con su ejemplo, el amor de mi Padre celestial. Así que hace quince años, cuando acepté a Cristo en mi vida, pude aceptar el amor de mi Padre Celestial de una manera maravillosa, porque el amor de mi Padre Celestial lo vi reflejado, muchos años antes, en mi padre terrenal.

Hay algo, que cada una de nosotras, tenemos en común: Todas tenemos... o hemos tenido, un papá. Tal vez tengas un papá amoroso, como el mío. Capaz tengas un papá distante, poco cariñoso... duro; o capaz, tu papá te abandonó en algún momento de tu vida, o te descuidó, o te maltrató, o abusó de ti.

Cuando la vida duele, cuando te sientes que nadie te quiere, y cuando tus sueños se desvanecen, quiero que sepas que tienes un Padre en el cielo que te ama. Que te ama apasionadamente.

Te ama tanto que mandó a Su único Hijo para que muriera por ti... para que tú pudieras ser Su hija y gozar de El para siempre. El quiere estar contigo... se deleita en ti, y nunca te abandonará. Tú eres la niña de Sus ojos. Y puedes estar tranquila que El cumplirá Sus promesas.

AHORA QUE HEMOS APRENDIDO CUALES SON LAS RESPONSABILIDADES DE LOS HIJOS Y DE LOS PADRES EN EL HOGAR. CAMBIEMOS DE ESCENARIO, Y VAYAMOS A LOS LUGARES DE EMPLEO,

LO CUAL NOS LLEVA A NUESTRO SEGUNDO PUNTO.

II. La Consideración en el Trabajo (Efesios 6:5-9)

Aquí Pablo se dirige primero a los empleados...

(VV 5-8) “Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo; no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios; sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres, sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor, sea siervo o sea libre.

Aquí, la palabra griega para “siervos” es traducida “esclavos.” En los tiempos romanos, la esclavitud era la maldición del momento. Un gran número de personas – incluyendo a muchos de los gentiles de la iglesia – eran comprados y vendidos como ganado.

Estos esclavos no tenían ningún derecho civil, y estaban a la merced de los caprichos de sus patrones – para bien o para mal. Y como resultado, los esclavos guardaban resentimientos profundos.

Sin embargo, el Espíritu Santo les dice a los esclavos cristianos que acepten su suerte en la vida. La hora no había llegado todavía para que las cadenas cayeran. Como esclavos, tenían la suprema obligación social de obedecer a sus amos.

PAUSA

Gracias a Dios que los días de la esclavitud han sido eliminados en muchas partes del mundo. Los hombres ya no son vendidos y comprados como objetos. Sin embargo, en el mundo del trabajo, hombres y mujeres venden sus talentos y su tiempo; Y los mismos fundamentos de servilismo aplican.

Cuando aceptamos empleo, ponemos nuestros talentos a la disposición de nuestros empleadores por tantas horas al día. Y esperamos cierto pago por desempeñar ciertas funciones. Hasta cierto punto, nuestro tiempo y talentos ya no nos pertenecen; los hemos negociado al mejor postor.

Por consiguiente, nuestros empleadores tienen todo el derecho de esperar que seamos trabajadoras -- conscientes, y cooperadoras. A pesar de que vivimos en una era de problemas laborales, el Espíritu Santo no hace excepciones para nosotras. Como cristianas, debemos ser diferentes a las otras personas en el trabajo.

Debemos ser obedientes, agradables, y leales. Debemos ser las personas más diligentes en la planilla de pagos. Esa es la ley de Cristo.

José, el hijo de Jacob, siguió siempre ESA MISMA LEY, cuando trabajó para Potifar… cuando estuvo en la prisión… y cuando se mudó a palacio. Y Dios espera lo mismo de nosotras.

Algunas pueden malgastar el tiempo del jefe. Otras desempeñar sus tareas de mala gana. Y aún otras, de criticar o quejarse. Pero nosotras, como cristianas, tenemos que obedecer a nuestros patrones, porque es el mandato de Dios.

(VV 5) “Obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo.”

Aquí, la frase “sencillez de vuestro corazón” significa dedicación completa al trabajo que tenemos delante, y la determinación de darle todo nuestro empeño y eficiencia.

Tú, como empleada cristiana, debes de trabajar para Jesús. Tú deber es hacer tu trabajo, como si el mismo Jesucristo lo estuviera haciendo. Puede que seas la única Biblia “viva” que esa gente lea.

Puede que tu jefe no te caiga bien, o que no se merezca tu respeto. Pero, al final de cuentas, tú no estás sirviendo a tu supervisor. Tú estás sirviendo al Señor, y definitivamente, que debes de servir a Cristo con sinceridad de corazón.

(VV 6) “No sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios.”

Nosotras NO debemos hacer nuestro mejor trabajo, solo porque nos están chequeando, solo porque estamos buscando halagos, o solo porque el jefe está cerca. Con el cristiano, el dicho que dice “El ojo del amo, engorde al caballo,” no aplica. El le da alma, corazón y vida a su trabajo… como si fuera su propio negocio.

En su libro “Poesía,” Oscar Hammerstein, cuenta que un día vio una fotografía, tomada de un helicóptero, de la cabeza de la Estatua de la Libertad de Nueva York. Este se quedó maravillado por los detalles tan perfectos, y el trabajo tan minucioso que el escultor había hecho con el peinado de la dama.

Hammerstein reflexionó... que el escultor no podía haberse imaginado nunca, que algún día, iba existir un aparato que pudiera mirar a la parte de arriba de la cabeza de su creación. Sin embargo, puso el mismo esmero, a esa parte de la estatua, como a la cara, los brazos, y las piernas, que eran más visibles.

Por eso escribió: “Cuando estés creando una obra de arte, o cualquier otro tipo de trabajo, termínalo perfectamente.

Tú nunca podrás saber cuándo un helicóptero, o cualquier otro instrumento no inventado todavía, pueda descubrir la clase de trabajo que hiciste.

El esclavo trabajaba duro por miedo a ser azotado. Pero nosotras, no debemos de trabajar duro por miedo a que nos despidan o que nos bajen de puesto. Nosotras trabajamos como empleadas de Cristo.

Como empleada cristiana, debes de ser diligente. No debes de llamar al trabajo diciendo que estás enferma, si no lo estás. No debes de perder el tiempo conversando, o haciendo cosas personales, cuando debieras estar trabajando.

No dejes de cumplir con tus obligaciones, ni de tomarte descansos largos, ni de llegar tarde, ni de irte temprano, ni de pedir que dos personas hagan el trabajo, que tú puedes hacer por ti misma. Esas son costumbres del mundo, no de la cristiana.

(VV 6b-7) “Sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios.”

sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres.”

Nuestro Señor está siempre presente. A El lo servimos, no a los hombres. El estándar de la cristiana debe de ser siempre más alto. Estamos en la voluntad de Dios, no solo cuando hacemos trabajo “religioso” o ministerial, sino también, cuando hacemos trabajo secular.

El Espíritu Santo no hace diferencia entre empleo secular y la obra cristiana. Todas estamos en el ministerio. Todas servimos a tiempo completo -- el plomero lo mismo que el predicador, la educadora lo mismo que la evangelista, el policía lo mismo que el pastor, y la mesera lo mismo que la misionera.

Todas estas vocaciones son la voluntad de Dios, y la voluntad de Dios se debe de hacer de corazón.

Cuando nosotras, las cristianas, servimos a nuestros EMPLEADORES TERRENALES, estamos sirviendo a Jesús, quien es Aquel que nos amó lo suficiente para morir por nosotras, y darnos el ejemplo de lo que es servir.

Jesús mismo dice en Marcos 10:45, “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.”

(VV 8) “Sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor, sea siervo o sea libre.”

Capaz nunca recibamos reconocimiento, gratificaciones, ascensos, o elogios en esta tierra; pero definitivamente, que las recibiremos en el cielo. Nuestro día de pago no será al final de la semana... sino al final de nuestras vidas.

El día de pago será el día en que comparezcamos ante el tribunal de Cristo. Nuestros esfuerzos habrán valido la pena cuando escuchemos las palabras de nuestro Señor Jesucristo en Mateo 25:21, “Hiciste bien, sierva buena y fiel.”

Y FINALMENTE PABLO LES HABLA A LOS EMPLEADORES

(VV 9) “A vosotros, amos, haced con ellos lo mismo, dejando las amenazas, sabiendo que el Señor de ellos y vuestro está en los cielos, y que para él no hay acepción de personas.”

Si el empleador espera que los trabajadores trabajen bien, él también tiene que trabajar bien. El supervisor tiene que servir al Señor de todo corazón, si espera que sus trabajadores hagan lo mismo. ¡El no debe explotarlos!

Uno de los grandes ejemplos de esto en la Biblia es Booz en el Libro de Rut. El saludaba a sus trabajadores, diciendo, “El Señor sea con vosotros. Y ellos respondían: El Señor te bendiga.” ¿No les encantaría trabajar en un ambiente como ese? ¿Tener un jefe como Booz?

Booz estaba consciente de las necesidades de sus trabajadores y era generoso con el extranjero, como lo fue con Rut. Su relación con sus trabajadores era de respeto mutuo con el deseo de glorificar a Dios.

Es bien triste, cuando un empleado hace el comentario, “Mi supervisor dice ser cristiano, pero nadie lo creería, por la forma como se comporta.”

(VV 9b) “Dejando las amenazas.”

El uso de la mano de hierro, para mantener a los subordinados en línea, ha sido el problema del poder desde el principio. El amor, no la fuerza o el miedo, es la mejor manera de alentar a las personas a que trabajen.

Muchas veces, los patrones usan la fuerza o el miedo, como armas para manipular a sus empleados. Pero lo único que consiguen es crear resentimientos.

Es indudable que los empleadores tienen el derecho de usar su autoridad para que las cosas se hagan. El uso de este poder es legítimo. Nuestra sociedad está basada en esto.

Mientras que el pecado reine en esta tierra, las leyes tienen que ser impuestas.

Una empleada puede ser corregida o despedida si su comportamiento lo requiere. Pero Dios prohíbe la intimidación y el abuso. El poder tiene la tendencia a corroer el carácter. Hay los que dicen que “El Poder tiende a corromper, y el poder absoluto, corrompe absolutamente.”

Aquellos que tienen poder, necesitan tener cuidado, de no abusar de ese poder.

Dar órdenes a la gente satisface al “yo” e infla el orgullo. El poder intoxica... y quiere más... hasta que las personas con poder quieren poder por el simple hecho de tenerlo.

Y el (VV 9) concluye… –“Sabiendo que el Señor de ellos y vuestro está en los cielos, y que para él no hay acepción de personas.”

Dios no está impresionado con el puesto que una persona tiene... El está más interesado en lo que la persona hace en ese puesto. Siempre habrá abusos... habrá injusticias. Pero hay Alguien que está mirando...

Nuestro Señor ve todo lo que está pasando, y El tiene Su forma de arreglar cuentas – a veces aquí, pero definitivamente, que en el cielo. Llegará el día en que El enderezará todas las injusticias, y revisará todas las vidas.

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Hermana, el Señor te ha dado el privilegio y la responsabilidad de moldear el futuro de tu patria. Tus hijos e hijas serán los padres, las madres, los patrones y los trabajadores del futuro. Ellos serán el gobierno del mañana... y la iglesia del mañana...

1. ¿Estás enseñándole a tus hijos la Palabra de Dios... a que amen y obedezcan a Jesús, o estás permitiendo que la televisión, los dibujos animados, o la escuela dominical sean sus guías?

2. ¿Estás afirmando y estimulando a tus hijos? ¿O andas criticándolos, y menospreciándolos?

3. ¿Eres fiel a tu supervisor... a tu trabajo... a tu ministerio? ¿O eres floja y descuidada?

4. Si eres supervisora, o dueña de tu propio negocio, ¿tratas a tus empleados con respeto? ¿O estás creando un ambiente de resentimientos?

Del 1 al 10, siendo el diez lo más alto y uno lo más bajo, ¿cómo te calificarías en estas áreas?

ORESMOLE AL SEÑOR

Padre, ayúdanos a ser las madres que Tú quieres que seamos. Danos la sabiduría para entrenar a nuestros hijos en la fe para que se conviertan en los grandes hombres y mujeres del mañana. Para que sean personas de carácter, integridad y honestidad. Para que sirvan a nuestra nación y a la iglesia como si te sirvieran a Ti.

Padre, ayúdanos a ser las mejores empleadas para nuestros jefes… a trabajar fielmente para que los otros empleados puedan ver a Cristo en nosotras. Que puedan declarar sin ninguna duda ¡Ella es cristiana!

Y gracias por el ejemplo que nos has dado en Booz, para poder ser las mejores empleadoras. Para que tratemos a nuestros empleados con consideración, integridad y respeto. Señor, queremos glorificar Tu nombre en todo lo que hacemos. En el nombre de Jesús. Amén