El Gran Escape

RUT 1:1-7

Hace más o menos veinte años, yo tenía una empresa que se llamaba Camino Company, y representaba a una compañía americana vendiendo accesorios de belleza a todo latino américa.

La compañía estaba vendiendo tan bien que decidí expandirme, abriendo una subsidiaria de Camino Company en uno de los países donde yo veía gran potencial.

En mi desesperación por comenzar la subsidiaria inmediatamente, tomé la mala decisión de asociarme con personas de ese país, a las cuales no conocía bien. En lo más profundo de mi corazón sentía que no era una buena idea asociarme con esa gente.

Por las noches me despertaba asustada… angustiada por el paso que iba a tomar. Una amiga, que siempre me daba buenos consejos, también me decía que no era buena idea formar esta sociedad.

“Nunca sabes lo que esta gente te pueda hacer,” me decía ella. Pero yo no quise escuchar ni a mi amiga ni a mi corazón. Sonaba tan importante tener una subsidiaria en otro país… podía hacer más dinero… hacerme más conocida.

No escuché a nadie, y me asocié a esas personas. Al principio, la nueva empresa iba de maravilla. Todas las puertas se me abrían. El dinero estaba entrando. Todo parecía ser un éxito hasta que comencé a percatarme de algunas irregularidades.

A pesar de que el dinero entraba, nunca había lo suficiente para pagarles a los suplidores… ni siquiera había para pagar mis gastos, ya que yo viajaba constantemente a la subsidiaria en ese país. Me pasaba el cincuenta por ciento del tiempo fuera de E.E.U.U…. fuera de mi casa, promoviendo la nueva compañía.

Después de año y medio, ALGUIEN dentro de la empresa, me alertó de que mis socios me estaban robando prácticamente a mano armada. ¡Qué desilusión! Traté con abogados y auditores, pero era tal el embrollo y la resistencia que esta gente me ponía, que decidí salirme.

Perdí, como quien dice, hasta la camiseta… mis socios se quedaron con todo. Yo había conseguido las líneas de productos… había conseguido los clientes… y ya cuando parecía que todo estaba caminando de maravilla… el zarpazo.

¡Cómo se deben de haber reído! Ellos estaban en su país,.. se las sabían todas… y yo me quedé sin empresa… y con muchas ambiciones frustradas.

Dios me había estado diciendo que no me metiera en ese lío… mi amiga, lo mismo. Pero yo no quise escuchar… yo lo quería hacer, y nadie me iba a detener. Y pagué las consecuencias con creces.

El famoso escritor americano, Ralph Emerson escribió que Dios nos da el derecho a escoger… nosotros podemos ignorar la voluntad de Dios, argumentar contra ella, desobedecer, y hasta pelear contra ella. Pero a final de cuentas, es la voluntad de Dios la que prevalece.

El Salmo 33:11 dice que “Los planes del Señor quedan firmes para siempre.”

El patriarca Job preguntó, ¿Quién puede desafiar a Dios, y salir bien librado? Job sabía la respuesta. NADIE. Cuando obedecemos la voluntad de Dios, todo en nuestra vida funciona bien, pero cuando desobedecemos, todo se derrumba… tarde o temprano.

ORESMOSLE AL SEÑOR

El título de esta enseñanza es “EL GRAN ESCAPE”, y está dividida en dos puntos: (I) La familia se escapa de su Tierra; y (II) La familia se regresa a su Tierra. Así que, empecemos con el primer punto:

I. LA FAMILIA SE ESCAPA DE SU TIERRA (Rut 1:1-5)

1 En el tiempo en que los Jueces gobernaban el país, hubo allí una época de hambre. Entonces un hombre de Belén de Judá emigró a la tierra de Moab, junto con su esposa y sus dos hijos.

2 El hombre se llamaba Elimélec, su esposa se llamaba Noemí y sus dos hijos, Majlón y Quilión, todos ellos efrateos, de Belén de Judá. Cuando llegaron a la tierra de Moab, se quedaron a vivir allí.

3 Pero murió Elimélec, esposo de Noemí, y ella se quedó sola con sus dos hijos. 4 Éstos se casaron con mujeres moabitas, la una llamada Orfa y la otra Rut. Después de haber vivido allí unos diez años, 5 murieron también Majlón y Quilión, y Noemí se quedó viuda y sin hijos.

La primera frase del versículo 1 nos dice ALGO del ambiente de esta historia. Dice que se lleva a cabo en el tiempo en que los jueces gobernaban. Cuánto más nos involucremos en esta historia, veremos que el Libro de Rut es una bella perla – blanca y radiante – en contraste con el fondo oscuro y negro de esa época.

Los días de los jueces es considerada la época más negra en la historia de Israel. El último versículo del libro de jueces nos da un resumen de lo que estaba pasando. “En aquella época no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía mejor.”

Este fue un período de anarquía, de apatía, y de decadencia moral y política. El Libro de Jueces nos muestra el ciclo trágico del pecado…

1. Los israelitas desobedecían la Palabra de Dios.

2. Dios los disciplinaba.

3. En su desesperación, ellos clamaban a Dios.

4. Dios los liberaba por medio de algún juez.

Y a través de este libro, vemos que este ciclo se repite una y otra vez. Y este mismo ciclo del pecado se sigue repitiendo en nuestro mundo hoy en día.

El vs 1 también nos dice que era una época de hambre. Cuando miramos el Antiguo Testamento, especialmente el Libro de Deuteronomio, encontramos que Dios le había prometido a Su pueblo, que si lo obedecían, El los bendeciría.

Y esta bendición llegaría en forma de prosperidad – la tierra sería fructífera, y ellos serían fértiles. También les advierte que si desobedecían Sus leyes, habría consecuencias… y estas consecuencias, vendrían en la forma de opresión militar, o de hambre.

Dios tiene buenas razones para disciplinarnos. (1) Quiere llamarnos la atención; (2) Quiere corregir nuestro comportamiento, y (3) Quiere mostrarnos Su amor.

Hebreos 12:5-6 dice “Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor, ni te desanimes cuando te reprenda, 6 porque el Señor disciplina a los que ama, y azota a todo el que recibe como hijo.”

Como esta era una época de hambre en la tierra, debemos de suponer que Dios estaba disciplinando a Su pueblo. Nos dice que en medio de esta hambre, hubo un hombre de Belén de Judá que deja su tierra y se va a vivir al país vecino… a Moab. Moab quedaba aproximadamente a unas 60 millas de Belén, al otro lado del Mar Muerto.

Los Moabitas eran los descendientes de Lot. Lot tuvo una relación incestuosa con su hija mayor, y al hijo que tuvieron, lo llamaron Moab. De ahí venía esa gente. Además, los Moabitas eran los enemigos de Israel. Había mala sangre entre ellos.

Durante el éxodo de Egipto, los israelitas trataron de pasar por la tierra de los Moabitas, pero los moabitas no los dejaron. Y por consiguiente, Dios los maldijo. Y a pesar de todo esto, Elimélec siente que el hambre era tan fuerte en su tierra, que tenía que escaparse a Moab.

Así que, si esa época de hambre era el resultado de la desobediencia por parte del pueblo de Dios, ¿cuál hubiera sido la solución? La solución no era de correr, ni de escaparse, sino de arrepentirse.

Elimélec, este hombre judío prefiere correr, que ser un instrumento de avivamiento, llamando al pueblo de Dios a que oraran, a que ayunaran, a que buscaran al Señor… y se arrepintieran.

Esta familia hace realmente un mal negocio. Cambia la “Tierra Prometida” por una tierra de paganos. Deja Belén – que significa “La Casa del Pan” por Moab, una nación enemiga, a la cual Dios llamaba “Vasija de Agua Sucia.” En otras palabras, Elimélec y su familia dejan la gloria, y aterrizan en el basurero.

No hay duda que ellos debían haberse quedado en Belén. Seguro que pensaban que sería un viaje corto. “Apenas esta época de hambre pase, volveremos.” se decían ellos. Pero de los cuatro que salen de Judá, tres nunca vuelven.

Noemí tenía que aprender que la clave no era salir corriendo. La clave era enfrentarse al problema… enfrentarse a la dificultad, y encontrar a Dios en medio de la tormenta. Cuando corremos de nuestros problemas, abandonamos la misericordia que Dios nos quiere dar en medio de nuestras circunstancias.

Y nos decimos a nosotras mismas, “es solo por poco tiempo.” Necesito un Moab. Necesito alejarme de todo esto. Moab puede tomar muchas formas y perfiles en nuestras vidas.

Cuando te sientes presionada y agobiada, en vez de correr a Dios, tratas de correr a la comida… abres la refrigeradora y arrasas con todo. O corres a las tiendas… “Si me compro algo nuevo me voy a sentir mucho mejor. No tengo dinero, pero lo cargaré a la tarjeta de crédito.”

O a lo mejor crees que si corres literalmente a otro lugar… y dices, “Si me mudo a San Isidro o a Miraflores, capaz mi situación mejore… o simplemente si me mudo de casa… capaz me pueda escapar de mis problemas.”

Hay mujeres que han corrido a las drogas, al trago, o a los narcóticos. Eso se ha convertido en su escape. Quieren anestesiar la pena, tratando de no enfrentarse a la realidad de su problema. Otras han corrido a los brazos de otro hombre, pensando que ese era el lugar de escape, que podían salirse del dolor de su matrimonio.

Otras han buscado a alguien, a cualquiera, que fuera compasivo, afectuoso, y que las escuchara. ¿Qué es lo que estás haciendo tú? ¿Estás corriendo a Moab?

El internet es también otro medio de escape. Es una forma de encontrar relaciones ficticias. Es como buscar un atajo para escaparte del dolor de tu relación real, y meterte en una relación de fantasía… Y muchas veces nos decimos, “No voy a estar ahí por mucho tiempo. Solo voy a probar… a experimentar. Solo quiero sentir un poco de alivio.”

Eso era lo que Elimélec se decía. “Solo vamos a Moab por un tiempo.” Elimélec nunca regresó. Sus hijos tampoco regresaron. Muchas terminan quedándose en ese lugar lejano – adictas. Muchas mujeres con problemas de adicción no comienzan adictas al trago, o a las pastillas para dormir, o adictas a la “glotonería. ¿Pero qué pasó?

Pensaban que se iban a escapar por un tiempo nada más. Pero el poco tiempo se convierte en largo tiempo. Y ahora te encuentras prisionera en tu Moab. No te puedes escapar.

Hubo un tiempo que mi esposo y yo pasamos por una época malísima económicamente. No sabíamos que hacer… En vez de ponernos de rodillas ante el Señor para que nos ayudara, salimos corriendo tratando de arreglar nuestra situación… a nuestra manera… a buscar nuestro Moab.

Como no podíamos pagar las cuentas, comenzamos a pedirle prestado a todo el mundo – a mal baratear lo que teníamos – a hacer malas transacciones – hasta que finalmente -- Dios nos cerró todas las puertas. ¡Ya no había a donde correr! En nuestra desesperación, clamamos a Dios para que nos ayudara.

“Señor, ten misericordia de nosotros.” Y es ahí, cuando finalmente nos rendimos, que comenzamos a ver la mano bondadosa de Dios en medio de nuestra tormenta. Ahí comenzó nuestra restauración. Y poquito a poco Dios nos fue sacando de la mala situación en que nos habíamos metido.

En medio de ese proceso nos acercamos más a Él. Nuestra intimidad con Dios se hizo más profunda – algo que nunca habíamos tenido antes con El. Es lindo cuando caminamos de la mano de Jesús, y dejamos que Él nos guíe.

Si has estado corriéndote de Dios… si te encuentras esclavizada en tu Moab, se sincera con Dios, y dile, “Señor, estoy cansada de correr. Perdóname. Quiero regresar a Ti… al lugar de bendición” La forma de regresar a Dios es buscándolo – en oración y leyendo Su Palabra. 1 Crónicas 28:9 dice “Si buscas a Dios, El te permitirá que lo encuentres.”

2 El hombre se llamaba Elimélec, su esposa se llamaba Noemí y sus dos hijos, Majlón y Quilión, todos ellos efrateos, de Belén de Judá. Cuando llegaron a la tierra de Moab, se quedaron a vivir allí.

El nombre de Elimélec significa “Mi Dios es Rey.” Pero Elimélec no permite que Dios gobierne su vida. Lleva a su familia por el mal camino… en vez de someterse a la voluntad de Dios. Este era un hombre que no vivía de acuerdo con su nombre.

Su mudanza a Moab nos muestra que Elimélec no confiaba que Dios estaba en control de todo y a cargo de sus circunstancias. El reacciona con miedo, no con fe. El Salmo 10:16 dice: “El Señor es Rey eternamente y para siempre.”

Henry Ford, el famoso inventor de los carros Ford, dijo “Que la mayoría de la gente pierde más tiempo y energía yendo alrededor de sus problemas, que tratando de resolverlos.”

El nombre de Noemí significa “agradable.” Noemí era una gran mujer, buena creyente, pero tuvo sus momentos… como los tenemos todas. Majlón, el nombre del hijo mayor significa “Enfermizo… Debilucho.”

El nombre de su hermano Quilión era “quejoso o llorón” ¡Pobrecitos, que tales nombres les pusieron! Veremos en este pasaje que estos dos muchachos hacen honor a sus nombres. Ambos mueren muy jóvenes.

Las Escrituras nos dicen que este hombre, Elimélec -- su esposa, Noemí, y sus dos hijos dejan Belén durante la época de hambre y se van a Moab. Es interesante notar que cuando dejamos la voluntad de Dios, muy rara vez, nos vamos solos. Elimélect se lleva a su esposa y a sus dos hijos con él.

Invariablemente tú y yo nos llevamos a otros cuando dejamos la voluntad de Dios. A pesar de que nuestra intención no es de herir a otros, nuestras decisiones siempre los afectan.

Cuando yo decidí abrir la subsidiaria de Camino Company, contra viento y marea, mi esposo también fue afectado. El también pagó las consecuencias. Primero, porque yo nunca estaba en la casa (estaba siempre de viaje), y segundo, porque ambos perdimos mucho dinero.

En realidad, todo lo que hacemos tú y yo – nuestras actitudes, nuestras acciones, nuestras decisiones – todo lo que hacemos afecta la vida de nuestra familia y la de las personas que nos rodean. Y desgraciadamente, son los niños los más afectados por nuestras decisiones. Así que Elimélec se lleva a su familia a Moab.

¿Qué si tu esposo te lleva a ti y a tu familia por el mal camino? ¿Sería Noemí “en parte” responsable? Voy a hacerte algunas sugerencias – que no están exactamente en el texto, pero que pueden servirte como aplicación a tu vida. Primero, estate segura de que tu propia conciencia está limpia, como esposa.

Hay algunas cosas que esta historia no nos dice. Por ejemplo, no sabemos si Noemí influencia a Elimélec a ir a Moab. Si había sido idea suya. Como cuando Sara le dice a Abraham, “Acuéstate con Agar para que resolvamos nuestro problema de no tener hijos.” Y es ahí cuando comienzan los problemas.

¿Tendría miedo Noemí? ¿Estaría descontenta? ¿O a lo mejor, ella no estaba metida en todo esto? Cuando Noemí ve que su esposo iba a tomar una mala decisión, ¿apela a él? ¿Ora por él? ¿Le hace ver las consecuencias? La verdad es que no lo sabemos.

Recuerda que Dios no te hace responsable del pecado de tu esposo. Pero si te hace responsable por tus propias decisiones, por tus pecados, por tus reacciones, y por tus contestaciones. Habrá momentos en que tendrás que seguir a tu esposo a una situación, que puede que sea, o no sea, la voluntad ideal de Dios para tu familia.

Cuando tú lo haces en obediencia a tu esposo, capaz tengas que pagar, al igual que el resto de tu familia, las consecuencias de esa mala decisión.

Así que, aquí tenemos a un hombre que toma una mala decisión. Su esposa lo sigue. Aun cuando ella haya sido una víctima de la decisión equivocada de su esposo, llega el punto en esta historia donde Noemí tiene que tomar la responsabilidad por su propia vida, y regresar a Belén. Ella no tiene que pasarse el resto de su vida atrapada por esa mala decisión.

A pesar de que yo lloré y pataleé por todo lo que mis socios me habían hecho, al final de cuentas, me arrepentí de lo que hice… me salí de esa sociedad… y traté de olvidarme de todo lo que había perdido y todo lo que pudo haber sido.

Veremos más adelante como Noemí, por el bien de su familia y el suyo propio, se arrepiente, deja Moab, y regresa a Judá. Tú también puedes arrepentirte y volver a comenzar. El gozo de la restauración es cuando vemos que Dios puede traer algo bueno, de lo malo. Siempre y cuando estés dispuesta a postrarte humildemente ante Dios, y decir:

“Señor, yo escojo caminar contigo. No importa las decisiones que otros tomen, confío que Tu presencia y Tu provisión serán suficientes para mí en este lugar.”

Una de las cosas que me encantan del corazón de Dios es que apenas fallamos, apenas nos salimos de Su voluntad, Él ya está trabajando para crear circunstancias que nos vayan a traer de regreso a Él.

¿No fue eso lo que pasó en el jardín del Edén? El pecado de Adán y Eva no tomó a Dios por sorpresa. El no se sentó en el cielo y dijo: ¡No! ¡Se malogró mi plan! ¿Y ahora qué hago? Dios ya tenía un plan, antes de la fundación del mundo, para redimir al hombre de sus pecados, para restaurarlo nuevamente a un lugar de intimidad y obediencia en su relación con Dios.

A pesar de mi mala decisión de asociarme con personas que Dios no quería, e irme a un lugar donde Dios no me había mandado, cuando me arrepentí (arrepentirse significa sentir tanto pesar por lo que uno ha hecho, que uno cambia de parecer… y de rumbo también). Dios, en su fidelidad, bendijo a Camino Company de Estados Unidos, y mis ventas aumentaron en el resto de Sud-América.

3 Pero murió Elimélec, esposo de Noemí, y ella se quedó sola con sus dos hijos. 4 Éstos se casaron con mujeres moabitas, la una llamada Orfa y la otra Rut. Después de haber vivido allí unos diez años, 5 murieron también Majlón y Quilión, y Noemí se quedó viuda y sin hijos.

Noemí se encuentra sola en una tierra extraña. La muerte de Elimélec no es suficiente para que ella se regresara a Belén. Ella se queda en Moab. A lo mejor piensa, “Ya tengo amigas aquí. Ya me acostumbré. Mejor me quedo.”

Sus hijos se casan con mujeres moabitas. Siguen el mal ejemplo de su padre, escogiendo a su manera, y NO a la manera de Dios. Se casan con mujeres paganas, lo cual les estaba estrictamente prohibido.

La familia de Elimélec sale de Israel para escaparse de la muerte – pero la muerte los alcanza igual. El resultado de una década de desobediencia sería tres viudas y tres tumbas.

Pero el Dios que dijo en Génesis 1:3, “Que sea la luz” nos muestra más adelante en nuestra historia una chispita de luz… de esperanza al proveer alimento a Su pueblo en Belén. En medio de todo esto, Dios tenía un plan mucho más grande. Su propósito era redención. Tenía que ver con la genealogía de esta familia, de que fuera pura porque de ahí vendría la salvación del mundo.

Cuando los hijos de Noemí se mueren, ella se encuentra con que ya no había heredero para el nombre de su esposo. Ahí terminaría la genealogía familiar. No había forma de que sus nombres continuaran. La herencia ya no estaría garantizada. En la cultura hebrea, ambas cosas eran muy importantes.

Un autor anónimo hace un resumen extraordinario de esta parte de la historia de Rut. Dice: “El pecado te llevará más allá de lo que quieres ir, te mantendrá más tiempo de lo que quieres estar, y te costará más caro de lo que quieres pagar.”

El dolor vale la pena si nos lleva a Dios. Y no hay mejor cosa que regresar a Dios inmediatamente. David nos dice en el Salmo 119:67, “Antes de sufrir anduve descarriado, pero ahora, obedezco tu Palabra.”

¿Puedes ver, si miras a las circunstancias dolorosas de tu vida… a las situaciones difíciles que te hicieron llorar – que Dios tenía un propósito? ¿Había algo que Dios tenía que enseñarte a través de tus circunstancias… algo que no hubieras podido aprender de otra manera?

Nosotros siempre podemos confiar en Dios. El usa las consecuencias más feas de la vida para enseñarnos, para entrenarnos, para disciplinarnos, y para prepararnos a ser usadas por El cómo Sus instrumentos – para cumplir Sus propósitos.

Por lo general, la disciplina duele… no es agradable. Pero la Biblia nos dice que la disciplina produce algo bello… algo que vale la pena. Hebreos 12:11 lo explica muy bien, “Ciertamente ninguna disciplina, en el momento de recibirla, parece agradable, sino más bien penosa. Sin embargo, después produce una cosecha de justicia y paz.”

Como puedes ver, ESE ALGO que vale la pena no sucede inmediatamente. Uno no siembra la semilla en la tierra, y “puff,” la cosecha brota. ¡Qué bueno fuera! Este versículo nos dice que después de ser disciplinadas, vendrá la cosecha. ¿Cuánto tiempo dura la disciplina? No sabemos. Pero conocemos a alguien que si lo sabe. ¡Dios lo sabe!

¿Te está disciplinando Dios en este momento? Dios tiene un propósito y un plan para tu vida, que es más grande que tú. Es más grande de lo que tú puedes ver. Dios lo está llevando a cabo. El cumplirá Sus propósitos. Job dice en Job 23:10. “Si Dios me pusiera a prueba, saldría yo pura como el oro.”

¡Así que! Ya vimos que esta familia se escapa de su tierra para no ser disciplinada por Dios. Ahora vayamos a nuestro segundo punto…

II. LA FAMILIA REGRESA A SU TIERRA (Rut 1:6-7)

6 Noemí regresó de la tierra de Moab con sus dos nueras, porque allí se enteró de que el SEÑOR había acudido en ayuda de su pueblo al proveerle de alimento. 7 Salió, pues, con sus dos nueras del lugar donde había vivido, y juntas emprendieron el camino que las llevaría hasta la tierra de Judá.

¿Has notado que el nombre del Señor es mencionado, por primera vez, en el VV 6? No hay rastro alguno de El en los primeros cinco versículos. Esta era una familia que no consultaba con Dios, y por consiguiente, tomaba malas decisiones. Pero cuando todo le sale mal, ahí es donde Noemí se acuerda de Dios. Y poco a poco el Señor empieza a volverse más importante para ella.

Cuando todo nos va bien, no tenemos mucho tiempo para Dios, ¿no es verdad? Pero cuando nos metemos en un lío, ahí es cuando comenzamos a clamar a Dios, “Dios mío, ayúdame. Sácame de aquí.”

El reporte decía que Belén ya no estaba pasando por una mala época. Que ahora había abundancia. La época de hambre hace que los corazones de los israelitas cambien, que se arrepientan, y que clamen a Dios. Y como resultado, Dios tiene misericordia de ellos, las lluvias vienen, y Dios provee fruto a la tierra nuevamente.

Noemí escucha las noticias y decide regresar. Se da cuenta que se hallaba en un lugar donde ella no pertenecía. “Este no es mi lugar,” piensa ella. Y en esos momentos, no es tanto ¿Cómo es que llegué aquí? ¿Cuál fue mi pecado? ¿Cuál fue el pecado de mi esposo? ¿Cómo pude hacer eso?

Ahora es el momento de tomar la decisión de dejar el sitio donde has estado viviendo, y regresar al lugar que dejaste. Es el momento de regresar al lugar de bendición. Noemí tenía que dar el primer paso. Tenía que salirse del lugar donde había estado bastante cómoda durante 10 años.

Moab había sido su casa. Tu Moab puede haberse convertido en algo cómodo. Muchas mujeres viven por muchos años con las consecuencias de sus malas decisiones. Pero llegará el momento en que tendrás que salirte del lugar donde has estado todos esos años, y regresar.

El arrepentimiento es el primer paso en el proceso de la restauración. El camino es largo y penoso. Pero lo importante es dejar el lugar donde has estado… el lugar donde nunca debiste haber ido… y regresar.

El camino a la restauración es un proceso sanador… es un proceso curativo. Qué bueno que Noemí nos da una ilustración, no solo de lo que es tomar el camino de regreso, sino de lo que es quedarse en ese camino de restauración.

Ellas tienen que caminar 60 millas cargando sus bultos en un calor espantoso. El camino era duro y penoso. La zona del Mar Muerto es aproximadamente 1,200 pies bajo el nivel del mar. Ella podría haber dicho: “Este camino es muy largo. No me provoca hacerlo.” O preguntarse,

“¿A qué me enfrentaré cuando regrese? ¿O me aceptará la gente? ¿O estará las cosas ahora, después de tantos años?”

El miedo la podría haber paralizado. Mucha gente dice que se arrepiente, pero no es arrepentimiento realmente, porque apenas toman el camino de regreso, se echan atrás, y no quieren regresar.

La verdad es que ni tú ni yo encontraremos a nuestro Redentor, a aquel Dios maravilloso que restaura el quebranto de nuestra vida, hasta que no tomemos la decisión de volver al lugar donde dejamos Su voluntad… al lugar donde corrimos de nuestras circunstancias…o a la gente a las que hemos corrido, o que hemos usado, como substitutos de Dios.

Cuando regresamos, no solo regresamos a nuestra vida antigua, sino que también regresamos a Dios. Regresamos al lugar donde nos espera nuestro Redentor, nuestro Jesús.

OREMOSLE AL SEÑOR

Padre, derrama Tu gracia en este momento y crea las circunstancias necesarias para traer restauración y redención a mujeres, que, tal vez, se encuentren ahora en Moab, porque otra persona tomó una mala decisión. Dales un sentido de fe y esperanza, de que Tú estás en control, y que no las dejarás ni las abandonarás. Que Tú las traerás de regreso al lugar de bendición.

Señor, perdónanos, porque a veces, nos queremos escapar de nuestras circunstancias y situaciones difíciles, cuando Tú mismo nos has puesto ahí para disciplinarnos. Para transformarnos. Para hacernos más como Jesús. Ayúdanos a mirar más allá de la disciplina… al fruto de justicia y paz que nos prometes cuando hemos sido instruidas por medio de la disciplina. En el nombre de Jesús, Amen.