Un muchacho -- en un ataque de ira -- le escribió una carta “bien cruel” a su papá. Su amigo Jorge -- que trabajaba con él en la misma oficina -- le aconsejó que no mandara esa carta, porque la había escrito estando bien enojado. Sin embargo, él no escuchó a Jorge. Cerró la carta, y le pidió a su amigo, qué por favor, la mandara.
Jorge metió la carta en su bolsillo hasta el día siguiente. A la mañana siguiente, el muchacho llegó a la oficina todo preocupado, “Jorge”, le dijo, “Como quisiera no haber escrito esa carta a mi papá. Va a romperle el corazón. ¡Yo daría cien dólares para recuperarla!”
Entonces Jorge sacó la carta de su bolsillo, y se la dio a su amigo. ¡Jorge le contó lo que había hecho! El chico estaba tan contento que hasta quería pagarle a su amigo los cien dólares por no haber mandado esa carta tan rencorosa.
Séneca, el famoso filósofo de la antigua Roma, dijo, “El mejor remedio para la ira es la demora.” Una vez yo estaba muy molesta con una amiga porque ella me había dicho cosas bien insultantes. Con mucho enojo, le escribí una carta bastante fuerte, pero antes de mandarla, decidí esperar una semana.
Al final de la semana, leí la carta antes de mandarla. ¡UY! Me quedé fría de todas las cosas tan tremendas que le había dicho. Le di gracias a Dios que no me permitió mandarle esa carta a mi amiga.
¡Ahora bien! ¿Qué es la ira? La ira es una respuesta activa. Es una acción, es una actividad. La ira es algo que hacemos, no algo que tenemos. No es una cosa, un fluido, o una fuerza. La Palabra de Dios reconoce y lidia con los aspectos emocionales, cognitivos, y de conducta de la ira.
¡La ira transmite emoción! ¡SI! Y también involucra creencias y motivaciones, percepciones y deseos. Y la Biblia la describe “en términos de comportamiento” que son bastante gráficos.
¿Tienes un serio problema con el enojo? En nuestro mundo quebrantado, tenemos “muy buenas razones” para molestarnos. Expresamos nuestra ira de manera equivocada… cuando nos hacen daño. Explotamos. Nos irritamos. Chismeamos. Nos quejamos. Guardamos rencor. Excluimos a la gente. Nos vengamos.
Nos volvemos amargadas, cínicas, y hasta hostiles. Cuando algo malo sucede … ¡reaccionamos de mala manera! ¡SI! ¡La ira es implacable! La ira ve, y castiga. Pero Dios ha escogido ser misericordioso -- incluyendo a personas como tú y yo -- que luchamos por tomar “el lugar de Dios” en este mundo.
Efesios 4:31 dice, Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia. En vez de eso, sean bondadosos y misericordiosos, y perdónense unos a otros, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.
¡SI! La ira está en todas partes. Las “parejas” se enojan la una con la otra. Los empleados se enojan con los jefes. Los jóvenes se enojan con sus padres, y los padres se enojan con sus hijos. Los ciudadanos andan molestos con su gobierno.
Las noticias en la televisión muestran “a manifestantes enojados” gritando con ira; o a una madre llorando porque han matado a su hijo en una pelea callejera. Les recomiendo que vayan, y pasen algún tiempo en algún aeropuerto grande, cuando dan la mala noticia que los vuelos han sido cancelados por mal tiempo… hay ya yai ¡PODRÁS OBSERVAR LA IRA EN ACCIÓN!
Si, la ira es un problema universal, común en cada cultura, y experimentada por cada generación. Nadie se aísla de su presencia ni está inmune a su veneno. Impregna a cada persona y malogra nuestras relaciones más íntimas. ¡La ira es parte de nuestra humanidad caída!
Desgraciadamente, esto también es verdad en nuestros hogares cristianos y en nuestras iglesias. ¡La creyente en Cristo no está exenta de la ira! Sus palabras y sus gestos la traicionan. ¿Es enojarse siempre pecado? Algunas personas “creen sinceramente” que enojarse es siempre pecado. La verdad es que el enojo es a veces pecado, y a veces, no lo es.
El sentimiento inicial de ira es una emoción dada por Dios. Como respondes o expresas esos sentimientos determina sin has permitido que tu ira se vuelva pecado. Por eso Efesios 4:26 dice, Enójense, pero no pequen; reconcíliense antes de que el sol se ponga.
Si estás luchando con la ira y la amargura y, si refunfuñas, si gritas y discutes, estás pecando en ira. ¡Entonces lo que necesitas es el perdón de Dios y Su misericordia! ¡La misericordia de Dios te da vida!
Tú recibirás misericordia y ayuda cuando le confiesas a Dios tus luchas tratando de controlar todo, ¡y tratando de juzgar a todo el mundo! ¡Él te perdonará y te ayudará!
¿Cuándo es nuestro enojo pecado? ¿Cuáles son las características del enojo pecaminoso? Nuestra ira es pecado cuando nos enojamos por razones equivocadas. En muchos casos, nuestra ira es provocada por nuestro propio egoísmo. ¡La ira egoísta es siempre pecado!
¿Se acuerdan de la historia de Caín y Abel? La ira de Caín contra su hermano Abel fue una ira pecaminosamente egoísta. Caín no le había llevado al Señor el sacrificio que Dios requería, y cuando Dios rechazó su ofrenda, Caín se puso furioso con Dios, y muy celoso de su hermano Abel.
Génesis 4:6-7 dice, 6Entonces el Señor le dijo a Caín: ¿Por qué estás enojado? ¿Por qué ha decaído tu semblante? 7Si haces lo bueno, ¿acaso no serás enaltecido? Pero, si no lo haces, el pecado está listo para dominarte. Sin embargo, su deseo lo llevara a ti, y tú lo dominarás.
Su ira surgió de ambos egoísmos: Dios rechazando su ofrenda, y celos porque la ofrenda de su hermano fue aceptada.
Cuando nos ponemos furiosas porque alguien recibe toda la atención o apreciación -- y nosotros no -- nuestra ira es pecado. Si somos honestas, reconoceremos cuan frecuentemente nos enojamos por esa razón.
También la ira de Herodías contra Juan el Bautista fue una ira pecadora y egoísta. Ella estaba molesta “con Juan el Bautista” porque él la había confrontado porque ella estaba viviendo en pecado con el hermano de su esposo.
Herodías no quería escuchar la verdad acerca de su estilo de vida pecadora, porque ella sentía que tenía el derecho a vivir como le diera la gana. Asimismo, la ira de Saul contra David fue pecaminosamente egoísta.
Cuando Saul escuchó, a las mujeres del reino, cantar, “¡Saul mató a miles de guerreros, pero David mató a más de diez mil!” ¡Uy! ¡Él se enojó muchísimo! Saúl se puso celoso por toda la alabanza y reconocimiento que David estaba recibiendo. ¡Su ira fue egoístamente pecadora!
La ira nos puede llevar a decir y hacer cosas muy malas. La ira pecadora entristece al Espíritu Santo. Debemos dejar ir a la ira antes que nos lleve a pelearnos con otros. La ira debe ser superada para evitar que calumniemos a otros.
La ira debe de ser dominada antes que se vuelva en malicia. La ira puede ser conquistada por medio de la bondad y la compasión. ¡SI! La ira puede ser peleada y derrotada a través del perdón. ¿Enojarte es pecado? ¡NO! Nuestro enojo “es pecado” cuando es causado por nuestro egoísmo.
Ya sea si nuestros sentimientos han sido heridos, estamos celosas, no hemos recibido ningún reconocimiento, o pensamos que nos han negado “nuestros derechos. ¡Todas estas cosas nos llevarán a un enojo pecador y egoísta!
Teresita dice, “Yo fui herida por alguien en quien yo confiaba. La gente quiere que la perdone. Pero ¿cómo voy a poder ignorar mi enojo y simplemente dejar que la persona “que me ha ofendido” quede libre de culpa?
El Señor quiere que tomes la ira y el dolor del pasado… ¡Y LO PONGAS EN SUS MANOS! Luego toma a la persona que te hirió, sácala de tu agarre emocional, poniéndola en el agarre de Dios. El Señor sabe cómo lidiar “con justicia” con todos aquellos que causan dolor en nuestras vidas.
Por eso Pablo dice en Romanos 12:19, No tomen venganza, hermanos míos, sino dejen el castigo en las manos de Dios, porque está escrito: Mía es la venganza; yo pagaré, dice el Señor.
¿Quieres complacer a Dios? Entonces sé bondadosa y misericordiosa. Perdona a otros como Dios te ha perdonado a ti. ¿Amén?

