¿Quieres ser feliz? ¿Qué puedes hacer para sentirte feliz y bendecida? Todo el mundo quiere vivir la buena vida. ¡Y lo que me encanta de la Biblia es que nos alienta a buscar la verdadera felicidad!

Las primeras palabras del Salmo 1:1-2 dicen, Bienaventurado el hombre que no anda en compañía de malvados, ni se detiene a hablar con pecadores, ni se sienta a conversar con blasfemos. 2Por el contrario, se deleita en la ley del Señor, y día y noche, medita en ella.

El libro de los salmos comienza con una de las verdades “más simples y más profundas” de la Biblia: La alegría viene de obedecer a Dios, y de no querer escuchar a aquellos que desacreditan a Dios, o lo ridiculizan. Muchas veces, nuestros amigos y asociados pueden influenciarnos de forma muy sutil.

Si insistimos en tener amistad con aquellos que se burlan “de lo que Dios considera importante”, estaremos tentadas a adoptar esa manera de pensar. Y sin darnos cuenta, nos volveremos “frías e indiferentes” a la Palabra de Dios, y Su llamado.

¿Tus amigas fortalecen tu fe, o tratan de destruirla? ¿Te alientan a acercarte más a Dios, o tratan de impedir que tengas una relación con Jesús? Dios no juzga a las personas por su raza, sexo, u origen. ¡NO! Más bien, las juzga en base a su fe en Él, y como responden a Su voluntad. Solo aquellas que obedecen la voluntad de Dios ¡son bendecidas!

Solo hay dos caminos en esta vida. (1) El camino a la obediencia a Dios, y (2) El camino a la rebelión y destrucción. Él que escoge el camino “a la obediencia” encontrará santidad espiritual, guía diaria, una relación feliz con Jesús, y vida eterna.

El Salmo 1 comienza con la bellísima palabra Bienaventurado, que significa “Persona feliz”. En Su Sermón del Monte, la primera palabra de la boca de Jesús, es también… ¡Bienaventurado!

Es muy posible “que vivas toda tu vida sabiendo las verdades de Dios”, sin experimentar ninguna de ellas. Simplemente saber “acerca de las verdades de Dios” no significa “que estas verdades” se hayan vuelto parte de tu vida. La única forma de seguir a Dios “es leyendo y meditando en Su Palabra”.

Meditar significa “pensar profundamente y continuamente acerca de algo”. Para un cristiano, esto significa permanecer en la presencia de Dios, y meditar cada verdad que Él revela acerca de “Si Mismo” hasta que se vuelve real y personal en tu vida. ¡TOMA TIEMPO!

En Su Sermón del Monte, “Jesús acusó a un posible seguidor Suyo” en Lucas 6:46, ¿Por qué me llamas “Señor, Señor”, ¿y no haces lo que te mando hacer? Este hombre tenía la verdad correcta en su cabeza… ¡pero no la había convertido en obediencia! Cuando meditas en las Escrituras, la verdad se pasa “de la cabeza al corazón”, y el resultado es la obediencia.

Conocer la Palabra de Dios en tu mente, pero no en tu corazón, significa que tú has aprendido los principios, los conceptos, y doctrinas de Dios, pero no has llegado a conocer a Jesús personalmente. Tú podrás rechazar una doctrina, ignorar un concepto, o cuestionar un principio… ¡pero es mucho más difícil ignorar a una Persona!

Tú podrás tener la Escritura en tu mente y, aun así, pecar contra Dios. Hay algunas personas que pueden recitar “largos pasajes de la Escritura” y, sin embargo, viven vidas pecadoras. La verdad es que no puedes llenar tu corazón con las Escrituras, y continuar pecando contra Dios.

Cuando la verdad de Dios “toca los rincones más profundos de tu alma”, el Espíritu Santo te transformará a la imagen de Jesús. No solo leas tu Biblia, medita en la Palabra de Dios, y pídele que cambie tu corazón. ¡A VER! ¡PREGUNTA! ¿Qué estás haciendo tú con la Palabra de Dios?

Desgraciadamente, algunas personas se dejan influenciar por malos pensamientos “a tal punto,” que la Palabra de Dios deja de importarles. Definitivamente, que las bendiciones del Salmo 1 son para aquellos “que están separados del pecado.”

A principios del siglo veinte, un hombre llamado José Flacks estaba visitando Palestina. Él tuvo la oportunidad de compartir la Palabra de Dios con un grupo de judíos y árabes. Él compartió el Salmo 1.

1Bienaventurado el hombre que no anda en compañía de malvados, ni se detiene a hablar con pecadores, ni se sienta a conversar con blasfemos. 2Por el contrario, se deleita en la ley del Señor, y día y noche medita en ella.

José les preguntó, “¿Quién es este ‘hombre bienaventurado’ del cual el salmista habla? ¿Quién es este hombre sin pecado? Hubo un gran silencio. José continuó, ¿Sería nuestro gran padre Abrahán? Un anciano dijo, “No, no puede ser Abrahán. Él negó a su esposa, y mintió acerca de ella”.

“¿A lo mejor fue Moisés? “No,” dijo alguien más. No puede ser Moisés. Él mató a un hombre, y perdió los estribos en las aguas de Meribá.” Entonces José sugirió a David. ¡NO! “No fue David. Él cometió adulterio y asesinato”. Entonces un judío bastante mayor, dijo:” Hermanos, yo tengo aquí un pequeño libro.

¡Se llama el Nuevo Testamento! Lo he estado leyendo. ¡Y yo creo “sinceramente” lo que este libro dice! Solo hay un Hombre -- en toda la historia del mundo – que ha vivido la realidad del Salmo 1. ¡ESE HOMBRE ES NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO!

Los judíos de la antigüedad, “que leyeron este salmo” reconocieron que David y los reyes que lo siguieron, nunca estuvieron a la altura de los ideales de este salmo. Esto los motivó a buscar la clase de Mesías que agradó al Señor, y que no pecó contra Dios.

¡SI! JESÚS ES EL HOMBRE BIENAVENTURADO DEL SALMO 1. ¡Él ES EL ÚNICO HOMBRE PERFECTO QUE HA EXISTIDO! ¡EL ES SANTO! ¡ÉL ES EL SALVADOR DE LOS PECADORES!

¿Entonces adonde quedamos nosotros a todo esto? La buena noticia del evangelio es que todas las bendiciones del Salmo 1 se vuelven en nuestras bendiciones, a través de la obediencia de Jesús. Nosotros nos unimos a Jesús cuando confiamos en Su muerte y resurrección.

Si estás en Cristo, tu vida está envuelta en Él, “y Su vida” está envuelta en ti. En la cruz, Jesús tomó nuestro pecado… ¡y nos dio Su justicia! Por eso 2 Corintios 5:21 dice, Al que no cometió ningún pecado, por nosotros Dios lo hizo pecado, para que en Él nosotros fuéramos hechos justicia de Dios. ¡Dios nos da la justicia de Jesús!

Su obediencia es considerada nuestra. Y como la obediencia justa de Jesús es atribuida a nosotros, entonces todas las bendiciones del Salmo 1… ¡son también nuestras! Y no solo eso, si el Espíritu de Cristo vive en nosotras, Cristo mismo nos ayudará a apartarnos del pecado, a deleitarnos en Su Palabra, y de meditarla.

Para poder vivir el Salmo 1, necesitamos volvernos como Cristo por medio del poder del Espíritu Santo.

Cuando Jesús tenía 12 años, él asombró a los maestros del templo con la profundidad de Su conocimiento y entendimiento de las Escrituras. Cuando Jesús fue tentado tres veces “por Satanás” en el desierto, Jesús le respondió con las Escrituras. Jesús comenzó y terminó “Su ministerio terrenal” enseñando las Escrituras.

Lo mismo es verdad con todos aquellos que le pertenecen a Cristo. Una señal “de que alguien se ha entregado sinceramente a Jesús,” es que tiene un hambre insaciable por la Palabra de Dios. ¡Ama leer la Biblia!

¿Cómo podemos nosotros meditar en la Palabra de Dios? ¡Leyendo la Palabra de Dios! ¡Tú no puedes ser “influenciada profundamente con algo que no conoces!”

Yo me acuerdo hace 27 años -- cuando me entregué a Cristo – mi vida cambió radicalmente. Me dio un hambre increíble por leer Su Palabra, y de conocer a Dios más profundamente. Al poco tiempo de entregarme a Jesús, mi hija Nani, y yo viajamos a Londres.

Aunque el viaje en avión a Londres es largo, lo disfruté muchísimo leyendo mi Biblia, ¡y aprendiendo más acerca de Jesús! ¡Leer mi Biblia es mi pasión! Si tú quieres conocer y seguir a Dios más de cerca… ¡TIENES QUE SABER LO QUE ÉL DICE! Reflexionar en las Escrituras despertará EN TU CORAZÓN una gran alegría en Cristo.

NO IMPORTA QUE PLACERES TE OFREZCA EL MUNDO… ¡AFÉRRATE A LA PALABRA DE DIOS! ¡PORQUE SOLO SU PALABRA PUEDE REVIVIR TU ALMA! ¿QUIERES SER FELIZ? ENTONCES SIGUE A JESÚS... ¡Y OBEDECE SU PALABRA! ¿AMEN?