Una de las grandes emociones “que le espera a un nuevo creyente en Cristo” es descubrir el Salmo 22. Aunque este salmo fue escrito “casi mil años antes de Cristo”, éste retrata la crucifixión de nuestro Señor de una forma increíblemente gráfica.
En el Salmo 22, “la conexión con las descripciones de los evangelios,” es fácilmente reconocible: Su cuerpo desarticulado, Su sed, Su paro cardiaco, Sus manos y pies traspasados, y Su desnudez humillante.
Hasta las palabras inmortales -- que Jesús dijo desde la cruz -- son el comienzo del Salmo 22, “Dios Mío, Dios Mío, ¿por qué me has abandonado?” ¡Los paralelos con el Salmo 22 son inconfundibles!
La exactitud es absolutamente increíble, especialmente, cuando nos damos cuenta, que los romanos “no inventaron la muerte por crucifixión” hasta 300 años después de que este salmo fuera escrito.
Cuando Jesús probó el vinagre en Juan 19:30, éste dijo, CONSUMADO ES; luego inclinó la cabeza y entregó el espíritu.” ¡Cristo había muerto! ¡SI! ¡Lo impensable había sucedido!
Dios Padre dio testimonio de la muerte de Jesús, cuando Mateo 27:51-54 dice, En ese momento el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se partieron, 52los sepulcros se abrieron, y muchos cuerpos de santos, que ya habían muerto, volvieron a vivir.
54Al ver el terremoto y las cosas que habían sucedido, el centurión y los que estaban con él custodiando a Jesús se llenaron de miedo, y dijeron: «¡En verdad, éste era Hijo de Dios!»
Para los discípulos, ¡todo había terminado! Ellos nunca se imaginaron que esto terminaría así. Ellos no entendieron la verdad de Jesús, con respecto a las profecías de la resurrección. Pero ahora ya no quedaba nada, excepto la vergüenza de haberlo negado… de haberlo abandonado… en Su momento más difícil.
Lo que los discípulos “no sabían” es que muy pronto sentirían una alegría grandiosa, algo que ellos “nunca antes” habían sentido. En este pasaje, Cristo les lleva la verdad y la maravilla de la resurrección a Sus seguidores… ¡incluyéndonos a nosotros! ¡Su experiencia es nuestra experiencia!
José de Arimatea, un discípulo secreto de Jesús, recibió permiso para enterrar el cuerpo de Jesús. Con la ayuda de Nicodemo, él envolvió el cuerpo de Jesús con envoltorios de lino, y 30 kilos de especies aromáticas… ¡y lo puso en una tumba nueva! El Señor Jesucristo estuvo en esa tumba hasta Su resurrección, que sucedió antes del amanecer del domingo.
Juan 20:1-10 dice, El primer día de la semana, muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra del sepulcro había sido quitada.
2Entonces fue corriendo a ver a Simón Pedro y al otro discípulo, aquel al que Jesús amaba, y les dijo: «¡Se han llevado “del sepulcro” al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto!» 3Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro.
4Corrían los dos juntos, aunque el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro. 5Cuando se acercó para mirar, vio los lienzos puestos allí, pero no entró. 6Tras él llegó Simón Pedro, y entró en el sepulcro, y vio los lienzos puestos allí.
7Pero el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no estaba puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte. 8 Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; y al ver todo eso, ¡creyó!
9Y es que aún no habían entendido la Escritura, que dice que era necesario que [el Cristo] resucitara de los muertos.
Pedro vio los linos y el turbante, tal como habían sido envueltos alrededor del cuerpo de Jesús. Había el espacio en el medio, pero no había Jesús en el medio, ¡no había cuerpo! Carlos Barret dice, “Tal parece que el cuerpo “de alguna forma” desapareció, o pasó a través de los linos, y los dejó tal cual.”
Juan Stott dice, “que el cuerpo fue ‘vaporizado’ mientras que se convertía en algo maravilloso y nuevo.” Ahora Juan comprendía lo que había pasado. Dijo, “Pedro, ¿no te das cuenta? Nadie ha hecho nada con el cuerpo. ¡Se ha ido a través de los lienzos! ¡Jesús ha resucitado! ¡Si! ¡Él ha resucitado! ¡Está vivo!¡Jesús está vivo!
La única razón que la piedra ya no estaba, es para que nosotras pudiéramos ver… ¡que Jesús se había ido! El gran objetivo de este texto “es de ponerlo delante de nosotros” para que creamos… ¡como Pedro y Juan creyeron! Si nosotros creemos… ¡nuestras vidas cambiarán!
¡Jesús ha resucitado! ¡SI! ¡Un Cristo vivo es un Cristo todopoderoso! ¡Un Cristo vivo es un Cristo presente! ¡Un Cristo vivo es un Cristo que nos da vida ahora! ¡Un Cristo vivo es un Cristo que nos da vida en la eternidad! ¡Un Cristo vivo es un Cristo que da victoria!
Los apóstoles creyeron, a pesar de que todavía no habían visto a Jesús “vivo de nuevo”. María Magdalena fue la primera en tener esa alegría. Probablemente, cuando Pedro y Juan corrieron a la tumba, dejaron sola a la pobre María.
Y cuando ellos se fueron de la tumba “creyendo en la resurrección”, pasaron por alto a María Magdalena, o simplemente, se fueron por otro camino.
11María estaba afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro, 12y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados donde el cuerpo de Jesús había sido puesto; uno estaba a la cabecera, y el otro a los pies.
13Y le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?» Les dijo: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto.» 14Tan pronto dijo esto, María se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí; pero no se dio cuenta de que era Jesús. 15Jesús le dijo: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?»
Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.» 16Jesús le dijo: «¡María!» Entonces ella se volvió, y le dijo en hebreo: «¡Raboni!» (que quiere decir, «Maestro»).
17Jesús le dijo: Ve a donde están mis hermanos, y diles de mi parte que subo a mi Padre, y Padre de ustedes, a mi Dios, y Dios de ustedes.»
Es bien significativo que aquí -- al igual que en los otros tres evangelios -- Cristo se le aparece “primero” a una mujer – a María Magdalena. No a un apóstol, no a alguien importante en la sociedad o en la iglesia, sino a una mujer en particular. Cristo se le aparece primero a una mujer, qué en la cultura de ese tiempo… ¡era oprimida!
¡Ella era una mujer conocida por su gran pecado! Que gran consuelo para nosotros que Jesucristo “siempre va primero” a los pobres de espíritu. Por eso, Mateo 5:3 dice, Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. ¡Esa verdad nunca cambiará!
Para entonces ya era Domingo por la noche. A pesar de toda la emoción, el grupo apostólico tenía miedo, y por lo tanto, estaban en un cuarto privado, a puerta cerrada, “sentados todos juntos” tratando de discernir lo que había pasado. De repente, Jesús se les aparece a los discípulos.
Jesús estaba en medio de ellos… ¡a pesar de que nadie había abierto la puerta! ¡Sus corazones palpitaban aceleradamente! ¡La adrenalina fluía! Jesús los saluda: Shalom. La paz sea con ustedes.” Jesús les mostró Sus manos y Su costado. ¡Los discípulos estaban maravillados… estaban felices… de ver a su Señor!
¡Qué tal día! Sin duda alguna, “¡la resurrección de Cristo fue el día más dramático en la historia del mundo!” La gran verdad “que sobresale de esta historia”, es que los discípulos, no inventaron la historia de la resurrección. Al principio, ellos mismos no lo entendieron, ni lo creyeron.
Ninguno de los evangelios nos dice… ¡cómo resucitó Jesús! Porque ninguno de los autores de los evangelios… ¡lo había visto! Los apóstoles se deben de haber controlado “para no inventar” una historia de resurrección fascinante. Ellos se controlaron porque no eran creadores de mitos… ¡ELLOS ERAN TESTIGOS!
La única explicación razonable de la devoción de los apóstoles, aun a costa de su propia muerte, es:
(1) Que ellos vieron la tumba vacía. (2) Que ellos “se encontraron” con Su Señor resucitado.
Y (3) Que ellos llegaron a creer la Palabra de Dios. Primero Corintios 15:3-4 dice, Que, conforme a las Escrituras, Cristo murió por nuestros pecados; 4que también, conforme a las Escrituras, fue sepultado y resucitó al tercer día.
¡Y maravilla de maravillas! La resurrección de Jesús “es nuestra propia resurrección,” ¡y es una vida con Jesús “en gloria” más allá de la tumba. ¡PARA SIEMPRE! ¿AMÉN? ¡AMÉN!