Cuando yo le entregué mi vida a Cristo hace 25 años, ¡yo estaba muy emocionada! Pero en menos de un mes, mi mundo se comenzó a desmoronar. Perdí mi negocio… mi estabilidad económica… y todas las cosas que eran importantes para mí.
Traté de conseguir trabajo, pero no había trabajo para mí… a pesar de tener una maestría en administración de empresas internacionales. Como no podía entender lo que estaba pasando en mi vida, clamé al Señor, “Por favor, Señor, ayúdame a entender. ¡No sé qué hacer! ¡Quiero hacer Tu voluntad! ¡Pero ando desesperada!
Un día, después de todo un año de luchas, escuché al Señor hablarme al corazón, de forma clarísima: “Quédate quieta y reconoce que Yo soy Dios.” Y me lo repetía una y otra vez, Quédate quieta y reconoce que Yo soy Dios.”
A lo que manejaba mi carro, prendí la radio, y una canción comenzó, “Quédate quieta y reconoce que Él es Dios.” Se me salían las lágrimas. ¡Dios me estaba hablando!
Luego fui a la tienda a comprar una tarjeta para el día del padre, y esta tarjeta prácticamente me saltó encima, decía, Quédate quieta y reconoce que Yo soy Dios.”
Ese domingo, cuando fui a la iglesia, el encargado de la alabanza comenzó a cantar un solo, “Quédate quieta y reconoce que Él es Dios.” Y ese miércoles en la iglesia, el pastor comenzó el servicio, orando, “Quédate quieta y reconoce que Yo soy Dios.” ¡Dios me lo repitió cinco veces… en cinco días!
“Señor,” le pregunté con lágrimas de emoción, “¿Me estás tratando de decir algo?” ¡Era obvio! En ese tiempo yo todavía era “relativamente” nueva en la fe, así que no entendía bien todo esto. Dios me estaba hablando a través del Salmo 46:10. Él me estaba diciendo que confiara en Él. Que tuviera paciencia.
Que Él tenía un plan para mi vida, y que lo cumpliría a Su debido tiempo. Él abrió la puerta para que fuera a la Escuela de Ministerio. Él abrió la puerta para que les enseñara la Biblia a las mujeres de mi iglesia.
Y en el momento preciso”, Él abrió la puerta para que enseñara Su Palabra, a la mujer hispana, por medio de la radio, TV, y redes sociales. Dios cerró la puerta del mundo de los negocios, y abrió la puerta para servirlo en el mundo espiritual.
Y Él tiene grandes planes para tu vida también. ¡Espera en El! ¡Ten paciencia! ¡Persevera! Y como me dijo a mí, te dice a ti también, en el Salmo 46:10, “Quédate quieta y reconoce que YO soy Dios.” ¡Él abre puertas en el momento preciso!
En Apocalipsis 3:8, Jesús dice,“Yo sé todo lo que haces. Delante de ti he puesto “una puerta abierta”, la cual nadie puede cerrar. El Señor, muchas veces, nos guía abriendo y cerrando puertas.
Cuando buscamos la guía de Dios” para nuestras vidas”, debemos mirar las puertas que Él pueda estar abriendo para nosotras. Pero también “debemos prestar atención” a las puertas que Él pueda estar cerrando.
Cuando Dios abre “una puerta de oportunidad para mí”, yo siempre quiero pasar por ella. Pero también “quiero estar atenta” al hecho de que Él cierra puertas también. No quiero forzar ninguna puerta abierta, ni derribar las que Él haya cerrado.
Dios abre puertas de oportunidad… ¡mientras guía a Su gente! Sin embargo, este asunto “de puertas abiertas y cerradas” debe abordarse con mucho cuidado, porque puede ser malentendido fácilmente.
Muchos cristianos basan sus decisiones en la “guía” de las puertas abiertas. Si la puerta de oportunidad se abre, ellos lo toman “como una invitación de Dios” a pasar por ella. Por ejemplo, si a alguien le ofrecen una promoción o un nuevo trabajo -- que incluye un aumento de sueldo -- ellos “inmediatamente” asumen que Dios debe de estar en eso.
El problema “con las puertas abiertas” es que la gente “pone más énfasis en la puerta en sí,” ¡que en Dios! Asumen que cualquier buena oportunidad que les venga, debe de ser de Dios. Parece que “buscar puertas abiertas” sea más fácil, ¡que desarrollar una relación con Dios!
Varias oportunidades -- incluyendo oportunidades de negocios dudosos y propuestas matrimoniales -- pueden ser tratados como puertas abiertas. ¡Esto puede guiarnos “fácilmente” a resultados desastrosos!
Algunas personas “entran por las puertas abiertas” con la creencia equivocada de que Dios solo permite que las buenas oportunidades” les lleguen a ellos. Si tomar decisiones “estarían basadas – completamente -- en puertas abiertas, ¡la gente no necesitaría tener una relación con Dios!
Moisés vio “una puerta abierta” para liberar “a un hebreo” que estaba siendo maltratado por un egipcio. Moisés se metió en el pleito, y le costó cuarenta años deambulando por el desierto. El rey Saul aprovechó la oportunidad de ofrecer un sacrificio --no autorizado por Dios -- ¡y le costó su reino!
El rey David tropezó con una puerta abierta, que lo llevó “a una relación impropia con Betsabé”, y su casa se llenó de violencia “y de dolores de cabeza” para el resto de su vida. Por otro lado, David tuvo la oportunidad “dos veces” de matar al rey Saul.
David podría haberse deshecho de su peor enemigo, y abierto la puerta para tomar el lugar “que le correspondía”, como rey. Pero, en ambas ocasiones, David reconoció “sabiamente”, que la oportunidad “ante él” no era de Dios.
Simplemente entrando por una “puerta abierta,” -- sin chequear si Dios la ha abierto -- puede tener consecuencias terribles. Sin embargo, “una puerta cerrada” puede llevar a muchas puertas abiertas.
El apóstol Pablo era un misionero muy entusiasta. Pablo sabía que él había sido llamado para llevar el evangelio a los gentiles, y también sabía “que la clave de su misión” era de evangelizar a las ciudades principales.
En su segundo viaje misionero, Pablo pensó “que lo más lógico sería” evangelizar a Asia. Sin embargo, cada vez que Pablo trataba de entrar a esa región… ¡Dios le cerraba la puerta! La clave “para Pablo” no era lo que él quería hacer para Dios, o lo que tenía sentido para él, o aun, adonde se encontraba la mayor necesidad.
Claramente, lo más importante para Pablo “era poder determinar” la voluntad de Dios para su vida. En este caso, Dios cerró una puerta y redirigió a Pablo por otra. La clave no es tomar decisiones -- que parezcan ser las más razonables para ti -- sino de determinar cuáles son las que se alinean a la voluntad de Dios.
A veces ambas son compatibles. ¡SI! Pero muchas veces, no lo son. ¡Lo que Pablo quería hacer tenía sentido! Él estaba buscando “al Señor” difundiendo el evangelio por todo Asía.
Hechos 16:6-7 nos habla (acerca de Pablo y sus compañeros), Como el Espíritu Santo no les permitió proclamar la palabra en Asia, ellos se limitaron a atravesar Frigia y la provincia de Galacia. 7Cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu tampoco se lo permitió.
¿Qué tiene de malo tratar de difundir el evangelio por todo Asia? No tiene nada de malo, por supuesto. ¡Solo que Dios quería que Pablo evangelizara Europa! La escritura nos dice que el Espíritu Santo le estaba diciendo a Pablo “una y otra vez” que no fuera a Asia. ¡No sabemos cómo Dios hizo eso!
Pero sabemos que Dios “cerró firmemente” la puerta para que Pablo no fuera a Asia. ¡Lo que sí sabemos es que Pablo captó el mensaje! Entonces Dios le dio una visión para que fuera a Filipos. Si Pablo no hubiera escuchado la voz de Dios, él habría hecho la cosa más lógica, ¡SI! Pero si Pablo se hubiera ido a Asia… ¡se habría perdido la voluntad de Dios!
Las circunstancias le dan a Dios la oportunidad de hablarnos poderosamente. Sin embargo, a menos que hayamos preparado nuestros corazones… ¡nos podremos perder lo que Dios está diciendo! Los eventos “de nuestras vidas” tienen muy poco significado, a menos que el Espíritu Santo “se comunique con nosotros” a través de ellos.
¡Dios abre y cierra puertas! ¡Una puerta cerrada puede confirmar una puerta abierta! Cuando nos comprometemos a hacer la voluntad del Señor, Él cierra de golpe otras distracciones -- puertas menos importantes -- para asegurarnos que hemos tomado la decisión correcta.
¡Así que! Averigua lo que el Señor quiere que hagas – busca la puerta abierta -- ¡y sigue adelante!