El nieto de mi amiga Leticia nació seis semanas antes de tiempo. Así que, como sietemesino y en peligro, tuvo que quedarse durante dos semanas en la unidad neonatal del hospital, hasta que pudiera aumentar de peso e irse a casa.
Su reto más grande era -- que al comer -- él quemaba más calorías que las calorías que absorbía cuando tomaba la mamadera. Obviamente esto dificultaba su desarrollo. Este bebé estaba dando dos pasos hacia atrás por cada paso “de progreso” que daba hacia adelante.
Ninguna medicina o tratamiento podía resolver el problema. Lo que él realmente necesitaba era la fortaleza,- que los alimentos enriquecidos pueden dar. Como seguidoras de Cristo -- nos damos cuenta -- que nuestras reservas emocionales y espirituales “se agotan” por los retos de la vida en este mundo caído.
En esos momentos, lo que necesitamos “es sustento” para fortalecernos. En el Salmo 37:3, David nos alienta a fortalecer nuestros corazones alimentando nuestras almas. Él escribió, Confía en el Señor y haz el bien.
Cuando te sientas triste y desolada, la promesa de la fidelidad de Dios… ¡te permitirá salir adelante! Su cuidado fiel “es el alimento que necesitas” para tener fuerzas para hoy, y una esperanza para mañana.
¡Cuando te alimentas de la fidelidad de Dios… Él te dará lo que necesites… ¡no realmente lo que quieres! ¡Hasta cierto punto… ¡eso es verdad! Dios no nos promete cumplir cada deseo que tengamos. Y para aquellas de nosotros -- cuyos deseos cambian casi a diario -- eso es muy reconfortante. ¡Lo que Dios busca es nuestra protección!
Entonces. ¿Provee Dios solo lo que necesitamos? ¡De ninguna manera! Él abre Su mano para satisfacer nuestros deseos. En la Biblia, Dios nos dice qué si nos deleitamos en Él, Él nos dará los deseos de nuestro corazón. Él es el dador de toda buena dádiva, y Él nos provee todo en abundancia para que lo disfrutemos.
Él ha llenado las vidas “de muchos santos” con la abundancia. Dios no es un Señor duro, que quiere que vivamos una vida difícil. ¡Con esto en mente, pídele a Dios libremente! Ora grandes oraciones – no egoístamente ni codiciosamente -- sino pensando en Su generosidad.
Que sea tu propósito de recibir “libremente” para que puedas dar “libremente” con la misma generosidad que tu Padre te da. ¡Él está siempre interesado en tus necesidades, y en tus deseos!
¡Piensa no más en los lirios del campo! Ellos no se preocupan acerca de sus vidas. Los lirios son bellos “simplemente” viviendo donde fueron plantados. ¿Sabías que tú eres más importante para Dios, que las flores? ¿Sabías que Él cuidará de ti, pase lo que pase?
7Guarda silencio ante el Señor, y espera en él. Muchas de nosotras vivimos “de lo más ocupadas”, corriendo de aquí para allá, con una agenda llena de compromisos. ¡Decimos que no nos alcanza el tiempo!
Además de esforzarnos por terminar nuestras tareas diarias, no nos gusta dejar cosas pendientes, y si logramos hacer las cosas con bastante anticipación… ¡mejor todavía! Sin embargo, “a veces” nuestro tiempo de intimidad con Dios, puede sufrir.
Cuando estamos tan apuradas, “no paramos para escuchar las verdades de Dios,” para nuestra vida. A menudo “somos nosotras” las que no paramos de hablar… ¡sin escucharlo a Él! Debemos dedicarle tiempo “para estar en silencio ante Él” para no perdernos los tesoros y las verdades que Él quiere comunicarnos.
37Fíjate en quienes son íntegros y justos: Hay un final venturoso para la gente pacífica.
¿Cómo te sientes cuando alguien te ofende? Generalmente, te pones furiosa, ¿no es cierto? Sientes que han atacado tu reputación… ¡y que debes de enfrentar la ofensa! Reaccionamos a los insultos, y a la gente agresiva con indignación -- al menos internamente -- y hasta externamente.
Es casi imposible resistir el impulso de tener la última palabra, de arreglar cuentas verbalmente, y de poner a la gente “en su lugar” cuando nuestra dignidad ha sido ofendida. ¡Mucha gente es pleitista por naturaleza! Otros evitan la confrontación “por fuera”, pero se enfurecen “por dentro” con las ofensas.
¡Nada de eso promueve la paz! Las relaciones humanas pueden ser inestables -- y nuestro manejo de ellas -- determina si vivimos en paz en este mundo, y en paz en nuestro corazón. Generalmente, una persona conflictiva no duerme bien por la noche. Sin embargo, en lo más hondo, todas sabemos que fuimos hechas para tener compañerismo.
¡Jesús bendice a aquellos que buscan la paz! Él le da promesas profundas a los que buscan relaciones de integridad y apoyo. Cuando lo hacemos, encontramos que la amenaza más grande para tener paz… ¡es el orgullo del corazón humano! No se conforma con dejar que otros estén equivocados en cuanto a algo. ¡Se sienten impulsados a corregir las cosas!
Y como resultado, ¡eso se vuelve en una competencia para ver quién gana! Realmente se requiere una gran madurez para responder “a las críticas y quejas” con palabras de apoyo y aliento. El orgullo -- en nuestro interior -- no quiere dejar simplemente que la ofensa se quede sin contestar.
La persona que puede responder a un insulto “con un elogio” es una persona que ha vencido el orgullo. Al hacerlo, ha llegado a ser un “abogado de la paz”, un embajador cuyo interés en la reputación de su Rey “es más profundo” que su interés en su propia reputación. La cosa más grandiosa acerca de los creyentes… ¡es su conexión con Dios!
Él es su Salvador y su fortaleza en los momentos difíciles. ¡Que no nos sorprenda que las cristianas se vuelvan instintivamente a Él… ¡en sus momentos de necesidad! ¡Ellas saben que Jesús las ayudará, y las salvará! ¡Por eso dependen de Él completamente! ¿Estás teniendo problemas en estos momentos? ¡Confía en Jesús! ¡Él te sacará adelante!
40El Señor los ayuda y los libra… porque en él ponen su confianza.
¿Qué significa poner en Él su confianza? Significa tener fe, “que lo que Él dice” es cierto: Que Él liberará a los que claman a Él. Significa apelar a Él en tiempos difíciles. ¡La oración es un recurso poderoso! ¡Significa que no ponemos nuestra confianza en nosotras mismas, o en otros, o en la sabiduría del mundo, o en las estrategias humanas!
¿Qué haces cuando tienes problemas? Si eres como la mayoría de los creyentes -- planeas algo -- y luego, le pides a Dios que lo bendiga. En Su misericordia… ¡Él puede hacerlo! No obstante, ¡Él nos llama a un camino mejor!
Cuando Dios nos dice que Él es nuestra ayuda, Él nos está diciendo que abandonemos nuestra lealtad a otras fuentes de protección. ¿Estás enferma? Primero reconoce que ningún tratamiento funcionará… ¡si Dios no es el Sanador!
¿Estás teniendo algún conflicto con alguien? Reconoce primero “que ninguna palabra tuya” cambiará el corazón de otra persona… ¡si Dios no es el agente del cambio! ¿Estás teniendo problemas económicos? Reconoce primero que ninguna cantidad de plata te ayudará… ¡si Dios no es la fuente!
Luego de haber reconocido todo esto… ¡busca a Dios constantemente! Sigue Sus instrucciones, pero reconoce primero, que tus acciones son dirigidas por Dios, y no por medio de ninguna AUTOAYUDA, que no sirve para nada.
El dicho “Ayúdate que Yo te ayudaré” suena muy bonito. ¿no? ¡Pero no es bíblico! Más bien, Dios ayuda “a los que se dan cuenta lo impotentes que son”, ¡y apelan a Él para que los rescate! Los que quieren que Dios sea su fortaleza en épocas difíciles… ¡deben de depender de Dios como su fortaleza!