Fanny Crosby perdió la vista cuando era bebita. Sin embargo, sorprendentemente, se convirtió en una de las compositoras más conocidas de himnos cristianos. Durante su larga vida, Fanny escribió 9,000 himnos. Algunos de sus favoritos fueron “Bendita Seguridad” y “A Dios toda la Gloria”.

Algunas personas sentían pena por ella. Un pastor, bien intencionado, pero con poco tino, le dijo, “Yo pienso que es una pena que Dios no te diera “la vista” cuando te dio tantos otros dones. ¡Es increíble!” Fanny respondió, “Sabías, qué si en mi nacimiento hubiera podido hacer una petición, yo hubiera pedido nacer ciega.

Porque cuando llegue al cielo, el primer rostro “que alegrará mi vista” será el rostro de mi Salvador”. ¡Fanny veía la vida con una perspectiva eterna! Nuestros problemas se ven diferentes a la luz de la eternidad. Todas nuestras pruebas se ven “tenues” cuando recordamos que llegará el día glorioso, en que veremos a Jesús.

2 Corintios 4:17-18 dice, Porque estos sufrimientos insignificantes y momentáneos producen en nosotros una gloria cada vez más excelsa y eterna. 18Por eso, no nos fijamos en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven, son eternas.

¿A dónde se va tu mente… a donde corre tu corazón, cuando las dificultades entran por tu puerta? ¡A ninguna de nosotras nos gusta sufrir! A ninguna de nosotras nos gusta tener que lidiar con lo inesperado. A todas nos gusta que nuestros planes funcionen, y que nuestros sueños se hagan realidad.

Todas queremos una vida cómoda y predecible. ¡Una persona “normal” simplemente no aprecia el valor espiritual de la adversidad! Si la meta para nuestras vidas es una la felicidad temporal, viviremos en conflicto con nuestro Salvador. ¡Muchas cristianas viven así!

Dicen creer en las verdades de la Escritura. Dicen haber puesto su confianza en Jesús, pero viven en un estado de desilusión, irritación, impaciencia, o frustración con Dios. Muchas veces, este estado se caracteriza por la clásica pregunta: “Si Dios me ama, ¿entonces por qué permite que esto pase?”

El Salmo 118:1 dice, Dios es bueno. Y Su misericordia permanece para siempre. Es decir: ¡Su amor no cambia! ¡Nunca se cansa! ¡Nunca se acaba! La realidad es que nosotros luchamos con la fidelidad de Dios --no porque Él nos haya sido infiel --sino porque nosotros, le hemos sido infiel a Él.

Desde un principio… ¡Dios nos ha comunicado “claramente” Su amor y celo por nosotros! Es Su propósito, por medio de Su gracia redentora, perdonadora y transformadora, que tengamos una relación con Él. Y en el contexto de esta relación, a ser “completamente moldeadas” a la imagen de Su Hijo.

Dios nunca ha prometido darnos “lo que nosotros pensamos” que es la buena vida. Más bien, Él nos ha prometido “usar todos los instrumentos a Su disposición” para completar la obra de redención, que Él ha comenzado en nuestros corazones y vidas. ¡Él no nos ha sido infiel! ¡Él ha cumplido cada una de Sus promesas!

¡Él siempre hará lo que ha dicho! El problema es que nosotros “tendemos a ser infieles a Su agenda”. Nosotras vivimos enamoradas de nuestros propios planes y los sueños para nuestras vidas. Las pruebas que pasamos en la vida, no son porque Jesús nos haya olvidado. ¡NO! ¡Sino porque Él nos recuerda!… ¡Y nos está cambiando por Su gracia!

Cuando te acuerdes de esto, podrás tener gozo en medio de las situaciones que no te gustan.

Nosotros pensamos que nuestras aflicciones están obrando en contra nuestra, pero Dios dice que están obrando a nuestro favor. Están produciendo una gloria que durará para siempre. Comparada con nuestras pruebas… ¡LA GLORIA DE DIOS ES SIEMPRE MUCHO MAYOR! ¡ASÍ QUE NO NOS DESANIMEMOS!

Desde la perspectiva de Dios, “nuestras desilusiones y penas más profundas” solo duran “por un momento”. Esto es difícil de aceptar, cuando estamos en medio de una prueba. Pero debemos confiar en la Palabra de nuestro Padre amoroso.

Porque estos sufrimientos insignificantes y momentáneos producen en nosotros una gloria cada vez más excelsa y eterna. ¿Qué es lo que haces cuando tu vida parece estar al borde de la desesperación? Has lo opuesto a lo que tu instinto te dice: “¡No la pelees! ¡Más bien ríndete!” ¡Entrégale a Dios tu voluntad! ¡Y deja de luchar por salirte con la tuya!

¿Suena ilógico, no es cierto? ¿Imposible? ¡No es ni uno ni el otro! El lugar donde te encuentras ahora -- ese callejón sin salida -- es el lugar donde se supone que debes estar. Nada te puede suceder, a menos que Dios permita que suceda. Y si Dios lo permite, entonces tú puedes estar segura… ¡Que es lo mejor que te puede suceder!

Pero tu corazón solo puede comprender este hecho, cuando te entregas “completamente” a Dios. ¡Enfréntate a la prueba sin miedo, y no dejes que te lleve a pecar! Entrégale tu corazón, alma, y mente a Aquel que te ama, y que nunca te dejará ni te abandonará. EL DOLOR TE HARÁ MÁS FUERTE… ¡SI NO TIENES MIEDO!

¡Así que entrégaselo a Dios! Tu prueba será usada para tu bien, en vez de tu destrucción. Deja de preguntarte “¿Por qué yo?” Y comienza a orar, “Si mi Dios, que se haga Tu voluntad, y no la mía. Todo esto es pasajero. ¡La vida contigo, Señor, ¡es eterna!”

Romanos 8:18 dice, Pues no tengo dudas de que las aflicciones del tiempo presente en nada se comparan con la gloria venidera que habrá de revelarse en nosotros.

Nuestros problemas no deberían desilusionarnos ni disminuir nuestra fe. ¡Nuestros sufrimientos tienen un propósito! En realidad, los problemas y las limitaciones humanas tienen varios beneficios: Primero que nada, Nos recuerdan el sufrimiento de Cristo por nosotros.

Segundo, Nos alejan del orgullo. Tercero, Nos impulsan a mirar más allá de esta corta vida. Cuarto, Nos dan oportunidades para demostrarles nuestra fe a otros. Y Quinto, Le dan a Dios una oportunidad para demostrar Su poder. ¡Piensa en tus problemas como oportunidades!

Juan de la Cruz dijo, “La fe nos habla acerca de las cosas -- que nunca hemos visto -- que no podemos conocer por nuestros propios sentidos naturales. A nadie le gusta sentirse infeliz, pero muchas veces, nosotras usamos esa misma receta. Perdemos nuestro enfoque, fijando nuestra vista en lo que se puede ver, y no, en lo que no podemos ver.

Nos dejamos absorber por lo de “AHORA” y nos olvidamos de lo “ETERNO”, y nuestros corazones sufren con esas heridas. ¡Perdemos fácilmente la esperanza! Cuando estés tentada a darte por vencida… a alejarte de todo… cuando la vida se vuelva difícil… cuando ya no puedes más.

¡Para! ¡Relájate! ¡Ora! Toma el siguiente paso… ¡Y DESCUBRE UNA NUEVA FE Y ESPERANZA!

Una vida llena de esperanza es una bendición para todos. La esperanza sopla vida en las situaciones dolorosas -- vendando heridas y sanando emociones. ¡Es una fuente de aliento y fuerza! Aquellos “que tienen esperanza” comprenden la realidad del Reino de Dios. “SUS ACTITUDES… ¡SON UN RETRATO DEL CIELO!”

Si tienes una actitud negativa… ¡arrepiéntete! Esto puede sonar cruel, pero en ninguna parte de la Biblia, la Escritura nos instruye a aceptar lo visible, e ignorar lo invisible.

NOS ENSEÑA VERDADES EXTRAORDINARIAS QUE NOS DAN VIDA… CUANDO LAS ACEPTAMOS POR FE. ¡PERO UNA ACTITUD NEGATIVA NO LAS CREE! PERO CUANDO REGRESAMOS A LA ESPERANZA… ¡LE DAMOS LA RAZÓN AL CIELO! ¡NO HAY MEJOR FORMA DE VIVIR!