Ambos eran el vivo retrato de un amor romántico, mientras que paseaban por la cubierta del famoso y lujoso trasatlántico, el Titanic. Cogidos del brazo caminaban, sus cabezas juntas, compartiendo historias, y sonrisas. A pesar “de ser ya mayores,” ambos estaban muy enamorados. Estaban totalmente dedicados el uno al otro.
Sus nombres eran Isidor e Ida Strauss. Como inmigrantes en los Estados Unidos, ellos trabajaron muy duro “durante años”, y se hicieron conocidos. Con sudor e ingenio, la pareja pudo edificar una pequeña tienda en Nueva York. La llamaron Macy’s.
A lo que paseaban por la cubierta del Titanic, durante ese día de abril de 1912, la pareja estaba disfrutando de unas merecidas vacaciones. Estaban gozando de la compañía el uno del otro. ¡No sabían que ese sería su último día juntos!
Era el 14 de abril de 1912, tarde por la noche, cuando el Titanic – el barco que se suponía que no podía hundirse -- estaba cruzando el Atlántico en su viaje inaugural. En eso, el Titanic chocó con un gigantesco bloque de hielo, y comenzó a hundirse.
Algunas personas “bien asustadas”, comenzaron a empujarse… a gritar para poder salvarse. En cambio, otros valientemente ayudaban a los que necesitaban ayuda. Isidor e ida Strauss estaban caminando calmadamente por la cubierta, evaluando la situación, antes de acercarse al bote salvavidas.
Ida comenzó a subirse al bote salvavidas, pero cambió de idea a último minuto. Se volvió a su esposo, y le dijo, “Isidor, nosotros hemos vivido juntos por muchos años. “Donde tú vayas, iré yo”. Algunos miembros de la tripulación escucharon lo que ella había dicho, y trataron de convencerla a que cambiara de idea.
Pero ella no les hizo caso. Uno de los tripulantes se acercó al viejo Señor Strauss, y le dijo en voz alta, “Estoy seguro “que nadie se va a oponer” a que un viejo caballero como usted, se suba. Pero el Sr. Strauss era tan terco como su esposa. Dijo, “Yo no me voy a subir antes que los otros hombres”. ¡Ni hablar!
Entonces, marido y mujer caminaron por la cubierta, y se sentaron en las sillas a esperar lo inevitable. Su amor era tan fuerte, y su compromiso tan sólido… ¡que ni la muerte lo podía sacudir!
Pedro dice en 1 Pedro 3:4, 7, Ustedes [esposas] deben de ser conocidas por lo interno, del corazón, de la belleza incorruptible de un espíritu cariñoso y sereno, pues este tipo de belleza es muy valorada por Dios.
7 De la misma manera, ustedes, los esposos, sean comprensivos con ellas en su vida matrimonial. Hónrenlas, pues como mujeres son más delicadas, y además, son coherederas con ustedes del don de la vida. Así las oraciones de ustedes no encontrarán ningún estorbo.
Cuando una joven pareja comienza a salir, el muchacho es cortés y considerado. Después de comprometerse, él le demuestra aún más cortesía, y actúa como todo un caballero. Pero poco después que se casan, muchos esposos se olvidan de ser bondadosos y caballerosos, y dejan de valorar a sus esposas.
Se olvidan que la felicidad en el hogar está formada de pequeños detalles, incluyendo las pequeñas cortesías de la vida.
Uno de los pecados más básicos en nuestros matrimonios es la falta de atención. Nosotras podemos estar “más dedicadas a nuestros jardines y a otras cosas” qué a nuestros esposos, que decimos amar. Es verdad, que la razón No. 1 que nuestros matrimonios puedan ir mal… ¡ES EL DESCUIDO!
Grandes resentimientos, muchas veces, crecen de pequeñas heridas. Los esposos y esposas necesitan ser honestos, el uno con el otro, admitir su dolor, pedir perdón, para que sus heridas sanen. Realmente, el matrimonio es como plantar un jardín. Tú limpias el terreno, rompes la tierra, plantas, riegas, y cuidas tus flores.
A estas alturas, ya no te puedes echar atrás. ¡Tu trabajo no ha terminado! La mala hierba comenzará a crecer inmediatamente. Y si tú no la atiendes, la mala hierba comenzará a dominar el terreno, y ahogar la vitalidad de tus bellas flores.
¡Así igual es con tu matrimonio! Una vez que tu relación con tu esposo ha sido plantada, la mala hierba comienza a brotar. La hierba mala del conflicto, el control, la amargura, la falta de perdón, la ira, el egoísmo, el orgullo, la ambición, los celos, la impaciencia, la falta de bondad, y la arrogancia comienzan a crecer y ahogar la relación matrimonial.
Se necesita atención diaria, porque cada persona en la relación matrimonial trae consigo algo peligroso “y destructivo” a esta relación. Algo que es antisocial en el fondo. La Biblia lo llama “pecado”. Siempre y cuando el pecado viva en nosotros, tiene el poder de causar estragos en nuestros matrimonios.
No podemos descuidar “la atención diaria” que nuestro matrimonio necesita. Una “buena relación” es una “buena relación”, porque la pareja en la “relación”, nunca deja de trabajar en su “relación”.
7 De la misma manera, ustedes, los esposos, sean comprensivos con ellas en su vida matrimonial. Hónrenlas, pues como mujeres son más delicadas, y además, son coherederas con ustedes del don de la vida. Así las oraciones de ustedes no encontrarán ningún estorbo.
Es muy posible, que dos personas “casadas” puedan vivir juntas, y realmente, no conocerse. La ignorancia es peligrosa en cualquier área de la vida, “pero es especialmente peligrosa”, en el matrimonio. Un esposo cristiano necesita conocer el estado de ánimo de su esposa, sus sentimientos, sus necesidades, sus miedos y sus esperanzas.
Él necesita “escuchar con su corazón” y tener una buena comunicación con ella. En el hogar debe de haber una atmósfera de amor y sumisión. Puede que el esposo y la esposa no estén de acuerdo en algunas cosas, aun así, pueden ser felices juntos.
Efesios 4:15 nos dice, “Hablar la verdad en amor y crecer en todo en Cristo, que es la cabeza”, es la solución al problema de la comunicación. Se ha dicho que el amor, sin la verdad, es hipocresía, y la verdad “sin amor” es brutalidad. Necesitamos ambos… “la verdad y el amor” si queremos crecer en nuestro entendimiento el uno del otro.
¿Cómo puede el esposo demostrarle consideración a su esposa, si él no entiende sus necesidades o problemas? Decir, “¡Yo nunca supe que te sentías así!, es confesar que él o ella se ha alejado del otro. Si uno de los cónyuges tiene miedo a ser abierto y honesto acerca de algún asunto con el otro, entonces, “está edificando murallas”, en vez de puentes.
7b Hónrenlas, pues como mujeres son más delicadas. Honrar a la esposa no significa que el esposo “tiene que ceder a todo” lo que la esposa quiere. ¡NO! Él puede que no esté de acuerdo con su esposa, aun así, él debe respetarla y honrarla.
Como el líder espiritual del hogar, el esposo, a veces, tiene que tomar decisiones difíciles. Aun así, debe de hacerlo con cortesía y respeto. Honrar a la esposa significa que el esposo debe respetar los sentimientos de su esposa, su manera de pensar, y sus deseos. Él puede que no esté de acuerdo con algunas de las ideas de ella… ¡PERO ÉL LA RESPETA!
Muchas veces, Dios balancea un matrimonio “de tal manera”, que el esposo necesita lo que la esposa tiene en su personalidad. Y ella, del mismo modo, necesita las buenas cualidades de su esposo. Un esposo impulsivo, muchas veces, tiene una esposa paciente, y esto ayuda a que el esposo “no se meta en líos” por culpa de su impulsividad.
Además, El esposo y la esposa son coherederas del don de la vida. Así las oraciones de ustedes no encontrarán ningún estorbo.
Si la esposa demuestra sumisión, y el esposo consideración, y si ambos se someten a Cristo y siguen Su ejemplo, ¡entonces tendrán un gran matrimonio! Si no, se van a perder lo mejor que Dios tiene para ellos, y se perderán la bendición.
Si hemos perdido de vista quienes somos, como esposos y esposas en Cristo, pidámosle perdón a Dios humildemente, y comencemos de nuevo a vivir en gracia y perdón “uno con el otro”, como los compañeros que Dios nos ha llamado a ser. ¿AMEN?