¡Dios es siempre el Dios de lo nuevo! La Biblia se refiere constantemente al hecho de que nunca es muy tarde para un nuevo comienzo. Dios dijo en Isaías 43:19, Fíjense en que yo hago algo nuevo. Y en el Apocalipsis 21:5, Juan dice, El que estaba sentado en el trono dijo: «Mira, yo hago nuevas todas las cosas.»

En Rut 1:16, Rut le dice a Noemí, ¡No me pidas que te deje y me aparte de ti! A dondequiera que tú vayas, iré yo; dondequiera que tú vivas, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios. ¡Las preciosas palabras de este pasaje se han vuelto inmortales!

PAUSA

Cuando hubo hambre en Belén, Noemí, su esposo, y sus dos hijos huyeron y se establecieron en Moab. Con el tiempo, sus hijos se casaron con mujeres moabitas. La raza moabita nació del incesto, y era una gente que observaba una religión falsa, que era el opuesto a su herencia judía.

Tiempo después, el esposo de Noemi murió, lo mismo que sus dos hijos. Noemí quedó viuda con dos nueras. Cuando Noemí se enteró que la hambruna había terminado, y que había pan de nuevo en Belén, ella decidió regresar a su tierra. ¡Noemí decidió volver a la voluntad de Dios para su vida!

Noemí alentó a las dos mujeres a que regresaran a su pueblo y a sus dioses. Orfa accedió, sin hacerse de rogar. Besó a Noemi, y se regresó a Moab.

En cambio, Rut se aferró a Noemi, diciendo, ¡No me pidas que te deje y me aparte de ti! A dondequiera que tú vayas, iré yo; dondequiera que tú vivas, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios.

Estas palabras “tan conocidas hoy en día” son una fórmula “para nosotras”, cuando nuevas cosas vienen a nuestras vidas, y nos aferramos a Cristo de la misma forma como lo hizo Rut con Noemí.. Cuando algún cambio viene a nuestro corazón, trae consigo varias cosas nuevas.

Primero, un cambio trae una nueva determinación. Cuando Rut dijo, ¡No me pidas que te deje y me aparte de ti! Ella estaba declarando que aun cuando su cuñada, Orfa, se hubiera regresado -- ella “con una determinación increíble” se aferraría a Noemí. ¡Su suegra le había explicado que el camino de regreso sería difícil!

Y una vez que regresara a Belén, el pasado y el futuro estarían en contra de Rut. A pesar de que todas estas cosas estaban en su contra, más la insistencia de Noemi, a que ella se regresara y siguiera el ejemplo de Orfa, y la religión de su niñez -- entre otras cosas -- Rut estaba decidida “a hacer lo correcto”, ¡y seguir a Noemí!

Cuando yo le entregué mi vida a Cristo hace 25 años, ¡yo estaba muy emocionada! Pero en menos de un mes, mi mundo se comenzó a desmoronar. Perdí mi negocio… mi estabilidad económica… y todas las cosas que eran importantes para mí. A pesar de que mi vida se estaba desmoronando, Yo quería estar con mi Salvador.

¡Yo no quería dejarlo! No quería renunciar a esa pasión… a ese amor… a ese gozo y salvación eterna, que había encontrado en Cristo. Yo me aferré a Su promesa de que Él nunca me dejaría ni me abandonaría. ¡Y Él cumplió Su promesa!

Cuando cosas nuevas se nos vienen encima, estas pueden darle una nueva determinación a nuestra vida. En medio de los cambios, nosotros le decimos “a nuestro Señor” lo mismo que Rut le dijo a Noemí, ¡No me pidas que te deje y me aparte de ti! Segundo, un cambio trae una nueva dirección.

Rut continuó, A dondequiera que tú vayas, iré yo. En otras palabras, “Esta será la nueva dirección para mi vida”. ¡Rut nunca había caminado por ese camino antes!

Una nueva dirección es siempre una señal “muy reveladora” de un cambio genuino. Comenzamos “a interesarnos en las cosas que a Jesús le interesan”. ¡A mí me dio un hambre y sed por la Palabra de Dios! Así como Rut era para Noemí, así mismo, nosotras somos para Cristo, cuando nuestro cambio llena nuestro corazón.

Esta clase de relación trae consigo una nueva determinación, y una nueva dirección. ¡Cristo se vuelve el camino que nosotros debemos seguir! Si, Él hace todas las cosas nuevas mientras le decimos, A dondequiera que tú vayas, iré yo, Señor. Tercero, un cambio trae una nueva dependencia.

Rut declaró, dondequiera que tú vivas, viviré. Rut confiaba que Noemi se ocuparía de ella, y de sus necesidades básicas. Rut no tenía un lugar donde recostar su cabeza por la noche. Sin embargo, su determinación inspiró a Noemí… a depender nuevamente de Dios.

Yo sabía que no tenía que temerle “a nada” porque Jesús estaba conmigo. Que Él proveería por mí, pasara lo que pasara. ¡Y Él hará lo mismo por ti! ©© Rut inculcaría esta misma dependencia en su hijo y sus nietos. Una vez en Belén… ¡Rut conocería a Boas, y se casaría con él! ¡Boas era “nada menos” que el señor de la cosecha!

Rut y Boas tendrían un hijo llamado Obed, que a su vez, tendría un hijo llamado Yesé. Y Yesé tendría un hijo llamado David – que no solo fue pastor y salmista, sino que llegó a ser el gran rey de Israel.

Años después, David diría en el Salmo 37:25, Yo fui joven, y ya he envejecido, pero nunca vi desamparado a un justo, ni vi a sus hijos andar mendigando pan. Rut sabía que su hogar estaba en el centro de la voluntad de Dios.

¡Así debiera ser tu hogar, y el mío! Me encanta ver como mis nietos y nietas observan mi andar con Cristo, y me dicen que soy una inspiración para ellos. ¡Mi fe en Jesús es mi legado para mis nietos! ¿Ven tus hijos y tus nietos a Cristo en ti?

Cuarto, un cambio trae un nuevo deseo. Tu pueblo será mi pueblo, fue la próxima declaración de Rut. El seguir a Noemí le dio a Rut un nuevo deseo de abrazar a la gente de Noemí, como su propia gente. Básicamente ella estaba diciendo, , “Nada se podrá interponer entre nosotras”.

Rut se daba cuenta qué si ella escogía al Dios de la Biblia, como su Dios, ella tendría que separarse de la multitud pagana de Moab, entre los cuales había vivido. Es imposible tener comunión con Dios, y no tener comunión con la gente de Dios.

Amar al Señor es amar a otros cristianos, y tener comunión con ellos. Entre algunas de las cosas nuevas, que Jesús nos da en el momento de nuestra salvación, es un nuevo deseo de decirle a Jesús, Tu pueblo será mi pueblo.

Quinto, un cambio trae una nueva devoción. Rut le confesó a Noemí, tu Dios será mi Dios. Rut le dijo, “Yo no solo estoy adoptando a tu pueblo, sino que estoy adoptando a tu Dios, como mi Dios”. ¿Quieres ver una verdadera conversión del Antiguo Testamento? ¡PUES AQUÍ LA TIENES! ¡Y QUE GRAN DECISIÓN FUE ÉSTA!

¡El pasado de Rut estaba en contra de ella! Rut se crió en una familia pagana, que adoraba a dioses falsos e inmorales. ¡Su presente estaba también en contra de ella! Con razón Noemí le suplicó a Rut que regresara con su propia gente. Su propio futuro estaba en contra de ella. En Belén, Rut estaría renunciando a todo lo que ella conocía, para seguir al Dios de Noemí.

Hasta ahora, todo lo que Rut sabia de este Dios, había sido sufrimiento y dolor. Pero Rut también conocía a Noemi, y cuando la vio arrepentirse,” y seguir adelante” hacia el camino correcto, Rut no solo encontró una nueva dirección y deseo, sino también una nueva devoción. ¡Un cambio en nuestras vidas trae una nueva devoción!

Y por último, un cambio trae una nueva dedicación. En el vs 17, Rut le dice a Noemí Donde tú mueras, moriré yo, y allí quiero que me sepulten.

¡Ni la muerte podría separar a Rut de Noemí! Rut no se iba a regresar, aun si las cosas “no le salían” como ella pensaba. Nosotras necesitamos esa misma dedicación, cuando seguimos a Cristo. No hay nada más importante en mi vida que seguir a Jesús. ¡Él es mi vida, mi alegría! ¡Mi salvación eterna! ¡Mi todo!

¡Mi futuro será glorioso porque está en las manos de Jesús! ¿Es Jesús todo para t!? Rut no solo se casó con Boas, sino que hoy día ella vive en la historia y en el cielo como un ejemplo para todas nosotras. Rut vivió una hermosa existencia, totalmente separada de su vida pasada.

¡El curso de la vida de Rut fue determinado por otra persona! ¡El curso de tu vida, y la mía, está determinado por otra Persona! ¡POR JESÚS! ¡REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES! ¡SIGAMOS ADELANTE… DE LA MANO DE JESÚS!