En 1952, para prevenir que la gente “descuidada” rompiera algo en una boutique de Miami Beach, el dueño puso un aviso que decía, “Si lo rompes, lo compras”. Esta frase servía de advertencia para los clientes. Hoy en día este tipo de aviso “tan expresivo” se puede ver en muchas tiendas.
Curiosamente, un aviso diferente se podría poner en el taller de un verdadero alfarero. Este diría: “Si lo rompes, lo podemos hacer de nuevo. ¡Hasta mejor!” Eso es básicamente lo que Dios le dice a Jeremías, en Jeremías 18:2… «Levántate y ve a la casa del alfarero. Allí te daré un mensaje.»
Cuando Dios le habló a Jeremías, Él no solo le dio un mensaje para que se lo diera a Israel, Él lo mandó a un alfarero para que recibiera el impacto completo de esta metáfora del alfarero y el barro.
Esto nos recuerda, que a veces, Dios nos da imágenes en vez de palabras. ¿Has visto a un alfarero en su torno recientemente? Como personas de nuestra era moderna, nosotras nos preguntamos… ¿por qué mandaría Dios a Jeremías a la casa del alfarero?
No sabremos mucho de alfarería o de cerámica -- solo que es bella y cara -- pero en la época de Jeremías, las vasijas eran esenciales para el diario vivir.
Viendo a un alfarero trabajar, era probablemente tan común, como ver hoy en día a un empleado de oficina sentado ante el teclado de su computadora. Así que, cuando Dios envió a Jeremías al torno del alfarero, Él usó una imagen que era muy familiar para los israelitas, para resaltar la diferencia entre el Creador y el ser creado, entre el Soberano y el súbdito.
Si Jeremías podía ver al alfarero trabajar, él podría ver el corazón de Dios “como ninguna otra cosa podría mostrarlo”. Esto es también verdad con nosotros. Si nuestras vidas han de tener algún mensaje, no va a venir de un intercambio de información con Dios. ¡NO!
Va a venir de la experiencia – de Dios obrando en nuestras vidas -- mostrando como es Él, dándonos recursos visuales de Su misericordia, propósito, poder y fidelidad. Esa ha sido siempre la manera de Dios de hacer las cosas. Dios no solo le dijo a Israel que Él era su Salvador, Él mismo los liberó de Egipto.
Él no solo les dijo que era un Juez santo; Él los juzgó mientras caminaban al exilio en Babilonia. Y no solo eso… ¡Él nos dio una descripción de Si Mismo! Él vino al mundo en la carne… ¡Él vino como Jesús! Cuando Dios quiere expresar Su punto de vista, Él habla el lenguaje de la experiencia. Este debiera ser nuestro modelo también.
El mundo no va a ser cambiado por cristianos que hablan cualquier cantidad de palabras (aunque el evangelio, en la forma de palabras, es muy importante). Sin embargo, las palabras no van a significar mucho, a no ser que vayan juntamente con la imagen de Jesús, la fe, el cristianismo, y vidas cambiadas.
Con Jeremías, Dios le habló de Si Mismo, por medio de la ilustración visual de un alfarero. Con nosotros, muchas veces, Dios habla de Si Mismo, por medio de una ilustración visual de una persona que ha sido redimida por Dios.
¡Dios le está hablando a tu mundo! Él está interesado en llamar a un mundo perdido a Si Mismo. Y Su voz – ya sea por medio de ilustraciones, metáforas, imágenes, y descripciones -- se puede ver y escuchar en aquellas personas que lo han experimentado, que lo aman, y que lo adoran.
Dios es soberano y puede usar lo que a Él le parezca, tanto para destruir lo malo como para crear belleza en nosotros. Dios nos puede moldear cuando estamos “rotas o quebrantadas”. Él es el experto alfarero, que puede y está dispuesto a crear una vasija nueva y preciosa de nuestros pedazos destrozados.
La lección de Jeremías “acerca del alfarero” todavía resuena entre nosotros. A veces es doloroso ser el barro. Hay veces que somos presionadas, moldeadas, y remodeladas.
6 Casa de Israel, ¿acaso no puedo yo hacer con ustedes lo mismo que hace este alfarero? Ustedes, casa de Israel, son en mi mano como el barro en la mano del alfarero.
El alfarero está a cargo del barro de principio a fin. Nunca he visto un trozo de barro que se convierta “por sí solo” en una vasija. Nosotros estamos en las manos de Dios, y Él está obrando todos los días para moldearnos en las personas, que Él nos ha diseñado a ser. El proyecto es Suyo, no es nuestro.
El desarrollo de nuestro carácter es el compromiso personal de Dios… ¡y Él cumple Sus promesas! Dios no ve nuestras vidas quebrantadas, nuestros errores, y nuestros pecados pasados como material inservible. Más bien, Él recoge nuestros pedazos y los reconstruye, como mejor le parezca.
Aun en nuestro quebranto, somos de gran valor para nuestro Maestro Alfarero. En Sus manos, los pedazos rotos de nuestras vidas pueden ser remodelados en bellísimas vasijas que pueden ser usadas por Dios. Que consuelo saber que Él es un Alfarero “que puede crear algo nuevo” de nuestros pedazos rotos.
A veces, cuando Dios comienza Su obra en nuestras vidas, nos volvemos impacientes. ¡Queremos ver un cambio inmediato! Pero si Él no se toma el tiempo necesario para preparar el barro, éste nunca podrá convertirse en una vasija de valor. Dios ya tiene en mente lo que Él quiere hacer con el montón de barro “QUE ERES TÚ”. “QUE SOY YO!”
Quédate en el torno. Sométete a Su toque. ¡Y observa la belleza que Dios está creando en ti! Dios quiere formar nuestras vidas en instrumentos útiles para Sus propósitos. Aquellas cosas en nosotras que no le agradan, Él las remodelará y las re-diseñará para Su gloria. Tratar de resistirnos a Su voluntad, no nos servirá de nada.
Un alfarero no se emociona con vasijas de barro producidas en masa. ¡NO! A decir verdad, las vasijas producidas en masa vienen, generalmente, de una máquina. Pero nuestro Alfarero está profundamente dedicado a Su obra. Él hace cada pieza, individualmente, con un diseño especifico en mente, ¡y Él ama lo que hace!
¡Es emocionante ser tocado por el Maestro! Sin embargo, NUESTRO ALFARERO, tiene un problema que ningún otro alfarero tiene. El barro en Sus manos tiene personalidad propia. Este tiene sus propias ideas de lo que es belleza y comodidad.
El barro tiene el potencial de ser asombrosamente bello – una obra maestra viva. Desgraciadamente, también tiene el potencial de ser terco y voluntarioso en su propia fealdad. Y cuando eso pasa, nuestro Alfarero se entristece. Por lo tanto, Él amasará el barro, y comenzará de nuevo.
Como el alfarero, Dios agarrará el mismo barro, pero usará una técnica diferente. Su meta es la belleza, y no parará hasta conseguirla. Necesitamos ver nuestras circunstancias de hoy a la luz de la eternidad. Necesitamos vernos a nosotras mismas, como expresiones de Su deleite… de Su agrado.
Cuando lo hagamos, nuestra dureza se convertirá en dulzura, nuestra terquedad dará paso a la obediencia, y nuestras pruebas se volverán mucho más significativas. Cuando permitimos que nuestro Alfarero haga Su trabajo, el barro será una prueba de la creatividad de Su corazón y mente. ¿Estás permitiendo que el Alfarero haga Su trabajo en ti?
Nunca te resistas, aun cuando no haya ninguna garantía de que este será un proceso agradable. A decir verdad, es muy probable que no lo sea. Las pruebas de tu vida son como las herramientas del alfarero. Te moldean con el propósito de hacerte bella. Y el producto terminado es glorioso. ¡Tiene que ser! ¡VIENE DEL CORAZÓN DEL ALFARERO!
¡DIOS ES EL ALFARERO! Confía en Él completamente. No hay nada más hermoso en este mundo – QUE NOSOTROS -- la obra maestra de Dios.
Estamos en las manos de Dios, y Él está obrando y moldeándonos día a día a la imagen de Jesús para convertirnos en las personas que Él tenía planeado que fuéramos. Por nosotras mismas, no podemos ser como Jesús.
Es por medio de Su poder en nosotros, y nuestro andar con Él, que somos cambiadas. Ama a Dios. ¡Obedécelo! ¡Confía en Él! En cada detalle de tu vida, sigue Su corazón. En Su integridad, el Maestro Alfarero te moldeará, no solo de acuerdo a Su voluntad, sino también de acuerdo a la tuya.
OREMOS
“Dios mío, Té eres el Alfarero y nosotros somos el barro. Moldéanos, Señor, como Tú quieras. Recuérdanos que estamos en tus manos hábiles y amorosas. En el nombre de Jesús, Amén.