A pesar de que este incidente sucedió en 1930, aún hoy en día, sigue siendo uno de los casos más desconcertantes acerca de la desaparición de “cierta persona” en los archivos de la FBI.
Después de cenar con un grupo de amigos en Nueva York, un juez de 45 años tomó un taxi para irse a su casa, y nunca más fue visto por nadie. Inmediatamente la FBI se involucró en el asunto. Ellos sospecharon que este juez habría sido raptado por alguien que le tenía un rencor judicial. Pero esta pista llegó a nada.
Entonces pensaron, que tal vez, se trataba de una actividad de la mafia porque el juez siempre andaba criticando a la mafia. Pero esto tampoco los llevó a ninguna parte. Hasta ahora, solo ha quedado una pista.
Cuando su esposa regresó a casa la noche en que su esposo desapareció, ahí en la mesa del comedor, ella encontró un cheque escrito “a su nombre” por una cantidad enorme”, con una nota escrita de puño y letra de su esposo -- que decía simplemente: “Estoy muy cansado, terriblemente cansado. Te amo, José”.
La pregunta todavía persiste hoy en día – ¿fueron estas palabras simplemente un comentario hecho al final de un día difícil? O su nota comunicaba, “estoy cansado; estoy fatigado; estoy agotado; me siento sobrecargado; ya no puedo más. Me doy por vencido”. Pero hasta el día de hoy, no podemos estar seguras.
Por falta de mayor evidencia, “se cree”, que este juez le pidió al taxista que lo llevara a un lugar desconocido, donde se suicidó. El peso del cansancio había abatido su alma. De vez en cuando, todas nosotras nos podemos identificar con esta clase de cansancio.
El trabajo duro o la falta de sueño nos pueden dejar cansadas. ¡SI! Pero esta fatiga se puede remediar descansando. Pero hay una fatiga más profunda, que va más allá de nuestro cansancio físico. Es un agotamiento emocional que viene cuando experimentamos cargas pesadas y crisis desgastadoras.
Es un cansancio profundo dentro del alma que viene de cargar el peso de las necesidades de otros. Tú podrás irte de vacaciones, pero tu alma no quedará restaurada. Es la clase de cansancio “que sientes que no puedes dar un paso más”. Es el cansancio de un padre, que siente que su hijo o hija está yendo por el mal camino.
Es el cansancio que una amiga siente, cuando ha sido abandonada o incomprendida. Es el cansancio que una esposa siente cuando su esposo la ha rechazado. Es el cansancio que puede desgastar a la persona más exitosa – COMO a este juez. Esta condición solo puede ser rectificada, cuando encontramos descanso en Cristo.
Por eso Jesús dijo en Mateo 11:28-30, Vengan a mí todos ustedes, los agotados de tanto trabajar, que yo los haré descansar. 29 Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para su alma; 30 porque mi yugo es fácil, y mi carga es liviana.
Estas son unas de las palabras más consoladoras de toda la Escritura. Es una bella invitación a cualquiera que se encuentra cansada y sobrecargada – incluyendo a cada una de nosotras… en cualquier momento dado.
¿Entonces por qué es que muchas de nosotras, las cristianas, no experimentamos la vida de descanso que anhelamos, y que Jesús promete dar? Nosotras vivimos en un mundo “de mucho bullicio” que destroza los nervios… de un ritmo cada vez más acelerado, de una actividad frenética, y de demandas interminables.
La vida está llena de cargas. Nosotras vivimos agobiadas por las responsabilidades, por nuestras expectativas, por nuestros propios deseos, por la ambición de acumular bienes, o por buscar placeres. Pero Jesús nos invita, a las que estamos agobiadas por cargas pesadas, “Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de Mí”.
Hoy en día, mucha gente no tiene ningún punto de referencia para poder entender la palabra “yugo”. Pero la gente que estaba escuchando a Jesús “en esos días” sabía a lo que se estaba refiriendo. El yugo era un implemento agrícola -- un arnés de madera que se le ponía a los bueyes alrededor del cuello, para tirar del arado.
El yugo representaba el trabajo agotador – tanto para el buey como para el agricultor. Jesús nos dice que Su yugo es fácil. Pero eso puede parecer contradictorio, hasta que entendemos “como los bueyes jóvenes” eran entrenados para arar.
Un “buey inexperto” era enyugado a un buey bien entrenado. A donde fuera que el buey fuerte y experimentado iba, el buey más joven iba también. El joven buey aprendía a arar, pero sin tener que hacer mucho esfuerzo. Era el “buey entrenado” el que tiraba con mayor fuerza.
Cuando le entregamos nuestra vida a Jesús, nosotras quedamos enyugadas a Él. Jesús es el que tira, y nosotras lo seguimos y aprendemos. Y de este modo, encontramos verdadero gozo, propósito y descanso en nuestras vidas.
Cuando nosotras “decidimos” tirar en dirección contraria a la de Jesús, el yugo se vuelve irritante, y nos molestamos por la instrucción, que nuestro Señor quiere usar, para acercarnos más a Él. Jesús dijo, “Mi yugo es fácil.” No es religión. ¡Es una relación! No es judaísmo. ¡Es Jesús! No es la ley. ¡Es el amor!
¿Qué es lo que hace que el yugo de Cristo sea fácil? ¿Qué es lo que hace que Su carga sea liviana? ¡EL AMOR! Todos los días, nos movemos en Su Espíritu, oramos sin cesar, y buscamos Su gracia. Estas son “las disciplinas del amor” que hacen que nuestras tareas diarias sean livianas y fáciles.
Algunas cristianas devotas quieren hacer “todo lo posible” para servir a Cristo, y se quedan exhaustas de tanto esfuerzo. Es a ellas a las que Jesús invita para que vayan a Él, y aprendan de Él. Jesús pasó la mayor parte de Su ministerio terrenal rodeado de multitudes necesitadas. Él se enfrentó a una oposición incansable.
Muchas veces Jesús se pasaba la noche entera orando. Él raramente tenía privacidad. Sin embargo, Él siempre recibía descanso y fuerzas de Su Padre. No es que Jesús no trabajara duro, sino que Él conocía el camino al descanso espiritual.
Si tú encuentras que el cristianismo te deja exhausta, que tu energía se agota, entonces tú estás practicando religión, en vez de estar gozando de una relación con Jesucristo. Tu andar con el Señor no te cansará. ¡Te avivará, restaurará tus fuerzas, y le dará energía a tu vida!
¿A quién invita Jesús a que vaya a Él? ¡A TODOS! A todos aquellos que están luchando por encontrar alivio. A todos aquellos que desean conocer la verdad. A todos los que necesitan la esperanza de seguir adelante y hacerle frente al futuro. A todos los que están sufriendo o se sienten agobiados por el peso de los problemas.
A TODOS … sin importar el sexo, la edad, la raza, el color, el pasado, y el presente… a todos ustedes que están fatigados, y que están llevando cargas pesadas.
Y YA PARA TERMINAR…
Un hombre, que estaba manejando en su camioneta pickup por la carretera, vio a una mujer llevando una carga pesada sobre sus hombros. Así que se detuvo, y le ofreció un aventón. La mujer estaba muy agradecida y se subió en la parte de atrás de la camioneta.
Un momento después, el hombre notó algo extraño: la mujer todavía seguía llevando su carga pesada, a pesar de estar sentada en la pickup. Asombrado, le dijo, “Por favor, señora, ponga a un lado su carga y descanse un poco. Mi camioneta la puede cargar a usted y a su bulto. ¡Relájese!
¿Qué hacemos nosotros con las cargas del miedo, la preocupación, y la ansiedad, que muchas veces, llevamos durante los momentos difíciles de la vida? © Primero Pedro 5:7 dice, “Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes.”
Y como Jesús se preocupa por nosotros, nosotras podemos descansar y relajarnos mientras aprendemos a confiar en Él. En vez de cargar los pesos que nos agobian y nos fatigan, nosotras se las podemos dar al Señor… ¡y dejar que Él las cargue!