Era el cuchicheo de todo nuestro vecindario. Un famoso jugador de futbol profesional se acababa de mudar a solo dos casas de nosotros. Lo habíamos visto en la televisión, y habíamos leído acerca de sus grandes habilidades en el campo, pero nunca nos imaginamos que él escogería vivir en nuestro vecindario.

Al principio, teníamos la esperanza de darle una gran bienvenida al vecindario, y que todos nos convertiríamos en sus buenos amigos. Pero su vida era, obviamente, demasiado ocupada para que cualquiera de nosotros lo conociéramos personalmente.

Pero imagínate esto: Jesús – el Señor del universo y Creador de todas las cosas – escogió vivir entre nosotros. Él dejó el cielo y vino a esta tierra. El escogió vivir en nuestro vecindario, como quien dice.

Juan 1:14 dice, Y la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria (la gloria que corresponde al unigénito del Padre), llena de gracia y de verdad.

Todo sucedió en un momento… en un momento increíble… un momento como ningún otro. En ese segmento de tiempo algo espectacular ocurrió. ¡Dios se volvió hombre! Mientras que la gente de este mundo caminaba ajena a todo lo que estaba pasando, ¡LA DIVINIDAD LLEGÓ! El cielo se abrió y colocó a su más precioso regalo en una matriz humana. ¡Dios como un feto!

La Santidad durmiendo en un vientre. El Creador de la vida estaba siendo creado. Dios se había acercado.

Las manos de la chiquilla que lo cargó primero, “María” de seguro que no tendría manos finas ni distinguidas. No había seda, ni algarabía, ni fiesta, ni bombos y platillos. Si no fuera por los pastores, no hubiera habido recepción. Y si no fuera por los reyes magos, no hubiera habido regalos tampoco.

Por treinta-y-tres años, Jesús sintió todo lo que tú y yo hemos sentido. Él se sintió débil, se cansó, tuvo sed. Él tuvo miedo al fracaso. El gimió dentro de sí, y lloró abiertamente. Él estuvo susceptible a la seducción de las mujeres. Sus sentimientos fueron heridos. Y hasta tuvo dolores de cabeza.

En la cruz, Jesús tuvo sed, sangró, y murió, Después de Su resurrección, Él le probó a Tomás, y a los otros discípulos, que Él todavía tenía un verdadero cuerpo, aunque ahora era un cuerpo glorificado. ¿Quieres saber cómo es Dios? ¡Mira a Jesús!

Jesús escogió involucrarse “íntimamente” con todos aquellos que se acercaron a Él. Y más significativo todavía, para aquellos que recibieran Su amor redentor. El Espíritu Santo habita ahora en nuestros corazones para consolarnos, aconsejarnos, hacer convicción en nosotras, guiarnos y enseñarnos.

Cuando pienses en el Bebé en el pesebre, recuerda cuan especial es que Él no solo se mudara a nuestro “vecindario”, sino que también lo hiciera para poder bendecirnos con los privilegios íntimos de Su presencia dentro de nosotras.

14 Y la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria (la gloria que corresponde al unigénito del Padre), llena de gracia y de verdad.

¡HABIAN PASADO CUATROCIENTOS AÑOS DE SILENCIO! Así de largo había sido el tiempo en que Dios no había hablado a través de uno de Sus profetas. La gente de Israel se preguntaba si Dios les iba a volver hablar – o si se había olvidado de los pactos que había hecho con Sus antepasados – con Abrahán y David.

Como había habido una pausa de silencio tan larga… ¡SUS OÍDOS ESTABAN ANSIOSOS DE ESCUCHAR DE DIOS! Estaban hambrientos por una palabra. ¡Y DIOS MANDÓ A LA PALABRA! Pero esta vez, la Palabra vino como nunca antes había venido.

LA PALABRA, que había estado con Dios en la creación del mundo, ahora había venido al mundo para ofrecer un nuevo pacto y una nueva vida. Durante esos 400 años de silencio, Dios había estado preparando al mundo para difundir la Palabra.

PAUSA

Bajo la influencia de Alejandro Magno, el griego, el lenguaje de la ciencia, la medicina, y la filosofía, hizo que la comunicación de la palabra fuera más fácil, que lo que había sido anteriormente.

También, COMO LAS CARRETERAS, Y LA PAZ ROMANA EXISTÍAN, le dieron gran estabilidad y seguridad al imperio, así que los misioneros podían viajar a todas partes… sin mucha dificultad.

A pesar de que el énfasis del apóstol Juan está en la divinidad de Cristo, él dice bien claro, que el Hijo de Dios vino en la carne, ¡PERO SIN PECADO! Por el milagro de Su nacimiento de una virgen, Jesús se identificó con nosotros en todo aspecto de la vida -- desde Su nacimiento hasta Su muerte.

LA PALABRA no fue un concepto abstracto de filosofía, sino una verdadera Persona que podía ser vista, tocada, y escuchada. EL CRISTIANISMO ES CRISTO… ¡Y CRISTO ES DIOS! La revelación de la gloria de Dios es un tema importante en el evangelio. Jesús reveló la gloria de Dios en Su Persona, en Sus obras, y en Sus palabras.

Jesucristo vino con una plenitud de gracia y de verdad, y esta plenitud está disponible para todos aquellos que se entreguen a Él. ¿Has estado esperando una palabra de Dios? ¡MIRA A LA PALABRA! ¡MIRA A JESÚS!

14 Y vimos su gloria (la gloria que corresponde al unigénito del Padre), llena de gracia y de verdad. La gloria de Dios no es solo Su carácter, sino también Su resplandor. En el Antiguo Testamento, cuando Dios estaba presente en el Monte Sinaí, el monte resplandecía como si fuera fuego.

Cuando Moisés iba al monte a encontrarse con Dios, su rostro brillaba tan intensamente por el reflejo de la gloria de Dios, que él se tenía que poner un velo para que la gente no notara cuando el resplandor comenzaba a desvanecerse.

Cuando los israelitas deambularon por el desierto durante cuarenta años, la gloria de Dios los guiaba mediante una columna de nube durante el día, y por la noche los alumbraba con una columna de fuego.

Hoy en día hay miles de personas que están buscando a un dios dentro de si mismas o en cristales o en árboles o en una vida pasada o en alguna estatua o en una experiencia religiosa o en las estrellas. Pero Juan declara que la gloria de Dios no está limitada a un monte o a una nube o al fuego, o a un reflejo en el rostro.

En este pasaje Juan está diciendo… ¡Yo lo he visto! ¡Lo he visto con mis propios ojos! ¡Yo he visto la gloria de Dios claramente en Jesucristo! Y en cada situación lo he visto lleno de gracia y lleno de verdad. En pocas palabras… ¡JESÚS SE MUDÓ A NUESTRO VECINDARIO! Juan había visto la gloria de Dios con sus propios ojos.

Los judíos vieron las obras de Jesús y escucharon Sus palabras. Ellos observaron Su vida perfecta. Él les dio muchas oportunidades de captar la verdad, de creer, y de ser salvos. Jesús es el camino, pero ellos no caminaron con Él. Jesús es la verdad, pero ellos no le creyeron. Jesús es la vida, y ellos lo crucificaron.

Si Jesús es tu Salvador… ¡TÚ ERES HIJA DE DIOS! Y Dios moverá cielo y tierra para mostrarte Su voluntad. Si Él está silencioso ahora, es porque quiere que te des cuenta QUE SU PRÓXIMO MENSAJE PARA TÍ, será de extremada importancia. ¡Así que! Sigue escuchando... LA PALABRA ESTÁ AQUÍ… ¡Y SU LUZ SIGUE BRILLANDO!

Si las personas quieren saber cómo es Dios, ellas tienen que mirar a Jesús, Y si ellas quieren saber cómo es Jesús, ellas pueden ver a Sus seguidores. ¿PUEDE LA GENTE VER A CRISTO EN TI?