Esta es la historia de un viejito y un jovencito que estaban ambos en el mismo tabladillo delante del público. En ese momento, una parte muy especial del programa estaba por comenzar.
El viejito y el jovencito debían recitar “de memoria” el Salmo 23. El jovencito, entrenado en idioma y drama, dio una magnifica oratoria del Salmo. Cuando terminó, el público cautivado lo aplaudió queriendo más. Querían escuchar su bellísima y modulada voz, una vez más.
Entonces el viejito, apoyándose en su bastón, dio un paso al frente del tabladillo, y con una voz débil y temblorosa, recitó las mismas palabras del Salmo 23. Pero cuando él se sentó, no hubo ningún aplauso del público. La gente se secaba las lágrimas, mientras parecía orar. Hubo un silencio.
Nuevamente, el hombre joven se acercó, y dijo: “Amigos, quiero explicarles algo. Ustedes me pidieron que repitiera el salmo por sus aplausos… pero se quedaron en silencio, conmovidos cuando mi amigo terminó. ¿Cuál fue la diferencia? Se las diré. “Yo conozco la letra del Salmo, ¡SI! pero mi amigo conoce al Pastor del Salmo”.
El Salmo 23:1 dice, “El Señor es mi pastor; nada me falta. “
El Salmo 23, quizás el salmo más amado de todos los salmos, describe a Jesús como nuestro Pastor-Rey Celestial. La imagen de Dios, como nuestro Pastor, es el retrato más íntimo “en palabras” del libro de los Salmos.
Mucha gente se lo ha memorizado y puede recitar el salmo entero. El famoso predicador ingles del siglo diecinueve, Carlos Spurgeon dijo acerca del Salmo 23: “Esta es la perla de los salmos, cuyo resplandor suave y puro deleita los ojos.”
No creo que exista persona alguna que no haya escuchado las palabras de este salmo del Rey David.! ¡Este salmo nunca cansa! En realidad, cada vez que lo leemos, encontramos algún nuevo significado.
A veces este salmo es leído en los entierros porque habla del “valle más sombrío”. Pero este salmo es más para los vivos que para los muertos. El salmista está celebrando la vibrante relación que tiene con su Buen Pastor.
Las palabras de este salmo, como canción de cuna cuando se tiene miedo, han dado esperanza y paz a millones a través de los siglos.
Juan, el esposo de Margarita, estaba en la etapa final del Alzheimer. Ya no se acordaba de nada, ni siquiera de su nombre. A veces cuando parecía estar asustado o confundido, Margarita le cogía la mano y oraba por él. Cuando ella terminaba la oración, él decía amén y gracias. Eso lo tranquilizaba y le daba paz.
Un día, cuando Margarita no tenía su Biblia a mano, ella le leyó a su esposo un salmo de la Biblia de su teléfono celular. Margarita le dijo, “Querido, como no tenía mi Biblia conmigo, te leí un salmo de mi teléfono celular.
Y su esposo, con Alzheimer, el hombre que no podía recordar ni su nombre, recitó de memoria el Salmo 23. “El Señor es mi pastor; nada me falta. 2 En campos de verdes pastos me hace descansar; me lleva a arroyos de aguas tranquilas. 3 Me infunde nuevas fuerzas y me guía por el camino correcto, para hacer honor a su nombre.
4 Aunque deba yo pasar por el valle más sombrío, no temo sufrir daño alguno, porque tú estás conmigo; con tu vara de pastor me infundes nuevo aliento. Margarita lloró al escucharlo recitar este bellísimo salmo. ¡No lo podía creer!
Ella estaba tan agradecida a Dios al ver el consuelo y gozo del Señor en su compañero de 61 años. Muy pronto su esposo daría su último suspiro, y estaría en la presencia de Cristo, su Pastor. Margarita, fiel esposa, estuvo a su lado hasta el final.
Antes que David fuera rey, él fue un pastorcito en los campos de Belén. En su vejez, mientras escribía este salmo del pastor, él reflexionó acerca de aquellos días con sus ovejas. Solo un pastor podría haber escrito “la profundidad de significado” que encontramos en estos seis cortos versículos que integran el salmo 23.
¡SI! EL SEÑOR ES MI PASTOR - ÉL ES PREEMINENTE - La escritura no dice, “Un Señor es mi pastor”. ¡NO! Dice, EL SEÑOR ES MI PASTOR. ¡No hay otro señor! ¡No tiene igual! Tú puedes hablar de Beethoven y yo puedo hablar de Mozart. Tú puedes hablar de Alejandro Magno y yo puedo hablar de Napoleón.
Pero cuando se trata de Cristo, ¡nadie se puede comparar! ¡Jesús no tiene igual! ¡Solo hay un Señor! La palabra hebrea “Señor” aquí, en el Salmo 23 es Jehová. Los judíos consideraban este nombre tan santo, y sentían tanta admiración por Dios, que ni siquiera se atrevían a mencionar Su nombre en público.
Solo los récords del cielo tienen escrito cuantos mártires de la iglesia del siglo I, fueron a sus muertes “entregando sus vidas” porque insistieron en la verdad de estas dos palabras en este salmo, EL SEÑOR. Ellos jamás se inclinarían para profesar a Cesar, como Señor.
Ellos dieron sus vidas porque estaban convencidos que había un solo Señor, y Su dulce nombre era Jesús. ¡NUESTRO DIOS SIGUE SIENDO PREEMINENTE! ¡ÉL ES EL ÚNICO SEÑOR!
Rosa era una mujer muy pobre, que se ganaba la vida trabajando duro. Sin embargo, ella siempre andaba alegre. ¡Llena del gozo del Señor! Un día se le acercó una cristiana que siempre andaba triste y sombría, y le dijo, “Rosa, está muy bien que ahora estés feliz y contenta, pero deberías pensar en lo que el futuro traerá.
“Suponte, por ejemplo, que te enfermaras y no pudieras trabajar. O suponte que tu empleador se mude, y te quedes sin trabajo. Suponte…” María le dijo, “¡Basta ya, Aurelia! ¡Yo nunca supongo nada!” El Señor es mi Pastor, [con El] nada me falta.
Mi querida Aurelia, son todas esas suposiciones que te están haciendo infeliz. Deja todo eso… ¡y confía en el Señor”! La Biblia usa la imagen de un pastor como una ilustración consoladora y familiar de la relación de Dios con nosotros.
Esto implica qué si el Señor es nuestro Pastor, nosotros somos Sus ovejas. Y dependiendo de lo que sepas acerca de las ovejas, tú tal vez te sientas insultada por la comparación, ya que las ovejas no son conocidas por su gran inteligencia. Pero cuando yo considero al Pastor de este salmo, lo veo como una afirmación de dignidad.
¡David creció cuidando ovejas! Él sabía que la calidad de vida de las ovejas dependía completamente de las características del pastor. Con un sentido de distinción y orgullo, David decía, ¡Miren quien es mi Pastor! ¡No es nada menos que el Dios del universo!”
Es el equivalente a un chiquito que alardea acerca de su papá con los otros chicos de su colegio, ¡Mi papá es el mejor papá de todo el mundo!
¡SI! EL SEÑOR ES MI PASTOR – ÉL ES MI PROTECTOR - Mil años después de que el Rey David escribiera estas bellas palabras, hubo UNO que dijo en Juan 10:11: Yo soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por las ovejas. Cuando leemos el Salmo 23, estamos leyendo acerca de nuestro Pastor-Salvador… el Señor Jesucristo!
¡Nuestro Pastor es nuestro protector! ¡Esta es la naturaleza del pastor! Sin un buen pastor, la oveja no puede encontrar el camino al agua u a otras necesidades de la vida. El pastor vigila constantemente para que animales salvajes, o peligros no les hagan ningún daño a sus ovejas. El buen pastor va en busca de las ovejas que se alejan del redil.
Si alguna vez has observado a un pastor con sus ovejas, habrás notado que el pastor va siempre delante de sus ovejas. El pastor nunca va detrás. Los pastores guían a sus ovejas. Ellos no los arrean como los ganaderos arrean a su ganado. El pastor guía, y las ovejas siguen.
Nuestro Señor nunca nos va a forzar a seguirlo en contra de nuestra voluntad. ¡ÉL NOS GUÍA! Todo lo que tenemos que hacer es seguirlo. NOSOTRAS PODEMOS CONFIAR COMPLETAMENTE EN JESÚS… ¡QUE DIO SU VIDA POR SUS OVEJAS!