Un verano, durante sus años en la universidad, Zoilita consiguió un trabajo en un bello hotel a las orillas del mar. ¡Ella no veía las horas de llegar al balneario, y comenzar a trabajar!

Zoilita esperaba que fuera un trabajo súper interesante, pero cuando llegó le dijeron que ella estaría lavando platos. ¡Ay, ¡no lo puedo creer”, dijo Zoilita! Ella solo veía dos opciones – irse de ahí, y quedarse tranquila, o quedarse ahí, y sentirse desdichada.

Pero una amiga la alentó a que considerara una tercera opción: “Quédate, y mantén la actitud correcta”. Y luego observa, cuan positivos pueden ser los resultados. Zoilita decidió quedarse, ¡y volverse la mejor lavaplatos del mundo! Llegó a la conclusión, de que ella realmente, estaría trabajando para el Señor.

Por lo tanto, aun cuando lavara platos, “ella estaría presente en la cocina” – poniendo alma, corazón y vida en su trabajo”. El momento presente es el único instante que existe. El pasado ya se fue. El futuro aún no ha llegado. Absolutamente todo pertenece al momento presente.

Vivir en el presente es aprender a disfrutar del aquí y ahora. Estar plenamente consciente de la realidad de ahora… No siempre podemos escoger nuestras circunstancias en la vida. Tal vez no podremos cambiar nuestro trabajo, o su ubicación. Nuestra situación puede que sea difícil.

Aun así, nosotras podemos estar presentes de todo corazón. Y donde quiera que estés, ¡trabaja para la gloria de Dios!

Colosenses 3:23-24 dice, Y todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no como para la gente. 24 porque ya saben que el Señor les dará la herencia como recompensa, pues ustedes sirven a Cristo el Señor.

¡Si! Efectivamente. Dios dice “en todo lo que hagan”. ¡ESO SIGNIFICA EN TODO! ¡No hay excepciones! Debemos hacer -- todo lo que hacemos -- como si estuviéramos haciéndolo directamente para el Señor.

Imagínate entrar a tu lugar de empleo, o a la universidad, o a la iglesia dispuesta a hacer “lo que sea” que te pidan, y hacerlo de todo corazón. ¿Te das cuenta, que hacer todas las tareas mundanas de la vida, o tus retos más grandes, son formas de servir al Señor? ¡SI! ¡LO SON!

Pablo nos dice, a las empleadas cristianas, que debemos ser las mejores empleadas, las más confiables, las más leales, y las más trabajadoras del personal. Debemos trabajar, igual de diligentemente, CUANDO EL JEFE ESTÁ CERCA… ¡COMO CUANDO NO LO ESTÁ!

¡El ojo de nuestro Señor está en nosotras! Nosotras no necesitamos ninguna otra motivación para hacer lo mejor posible. ¡Los jefes pueden darnos trabajo extra! ¡SI! La meta de la cristiana debiera ser de hacer bien su trabajo, y luego ofrecerse a ayudar a hacer trabajos adicionales.

Ella no debe de andar quejándose por toda la oficina, “Ese no es mi trabajo”. “No está en mi contrato”. El jefe puede ser justo o injusto. Puede ser prepotente o buena gente. ¡Eso es punto aparte! La cristiana debe de mantener su vista en Cristo. Estamos trabajando para Él, ¡no para ningún hombre o mujer!

Juan 13:14 dice, Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Nosotras debemos esforzarnos en nuestro trabajo. Y NO TIENE NADA QUE VER COMO NUESTRO EMPLEADOR NOS TRATA… ¡SINO COMO DIOS NOS TRATA! ¡ES A ÉL A QUIEN SERVIMOS!

Un trabajo mediocre y la ociosidad no tienen lugar en la vida cristiana. La cristiana debe mantener su integridad en todo momento…. tanto en la casa, como en el trabajo. Trabajar para Dios, en vez de trabajar para la gente, cambia nuestra perspectiva, cuando comparamos nuestras labores, ¡con lo que Jesús ha hecho por nosotras!

¡Nuestro esfuerzo se vuelve una ofrenda para Dios! Nosotros no solo adoramos a Dios en la iglesia los domingos, sino que nuestro trabajo de toda la semana es una ofrenda de adoración y agradecimiento para nuestro Dios, que nos ha dado todo lo que tenemos. ¡Él es digno de nuestro mayor esfuerzo!

Si eres hija del Rey, ¡todo lo que hagas es para Su gloria! Tu labor es una expresión de tu amor por Dios. Considera el esfuerzo y la actitud, que estás demostrando, mientras haces tus labores. ¿Le das gloria a Dios?

Hay miles de personas que no disfrutan su trabajo. Los “no creyentes” preferirían estar haciendo otra cosa. Como creyentes, muchas veces, vemos nuestro trabajo como un estorbo a nuestra vida de fe. Nosotras “disfrutaríamos más de nuestras vidas”, si no tuviéramos que trabajar tanto.

Tendríamos más tiempo para estudiar la Palabra de Dios, para entablar relaciones importantes, y para servir a otros en el nombre de Jesús. ¿Saben qué? En el fondo, lo que estamos haciendo es cuestionar la soberanía de Dios en nuestras vidas. Nos preguntamos, ¿por qué nos ha puesto Dios en donde estamos?

Dios no nos ha puesto, donde estamos, simplemente para producir… ya sea en una fábrica, en un escritorio, en la universidad, o en el hogar con los niños. Él nos ha puesto ahí, porque ese es el contexto, en el cual Él quiere que lo mostremos. Nuestro trabajo es acerca de Él, aún si es totalmente secular en nuestra mente.

Estamos ahí porque Dios quiere poner Su santidad en exhibición… ¡para que otros la vean! ¡Él quiere infiltrar la cultura donde trabajamos! El lugar donde trabajamos es una plataforma donde otros pueden ver “tu fe cristiana” de muy cerca.

Tú puede que seas “la única evidencia de Cristo” que tus compañeros de trabajo -- no cristianos -- vean. Las cristianas trabajan de todo corazón, porque no solo saben que la gente las está observando… ¡sino que Dios las está observando también!

Dios nos dio el trabajo, como parte de Su buena creación -- no después de la caída, como parte de la maldición del hombre. Génesis 2:15 dice, Dios el Señor tomó al hombre y lo puso en el huerto de Edén, para que lo cultivara y lo cuidara. La primera tarea que Dios le dio a Adán, fue la de emplearlo como jardinero.

Y luego, en los diez mandamientos, el Señor honró el trabajo, diciendo en Éxodo 20:9, Durante seis días trabajarás y harás toda tu obra. ¿Es tu mayor deseo vivir una vida piadosa en tu trabajo?

El trabajo es el verdadero elixir de la vida. Cuánto más ocupada está la persona, más feliz está. ¡La excelencia en cualquier profesión se obtiene solo trabajando duro y parejo! Tú podrás pensar que tu trabajo no tiene sentido, que tu jefe es injusto, o que tus compañeros de trabajo son egoístas. ¡NO IMPORTA!

¡NINGUNA DE ESAS COSAS ES EL PUNTO! El punto es que el Espíritu Santo vive en ti, sin importar quien seas. En ese sentido, tú estás trabajando para Dios… ¡Y no para el que te paga un sueldo! Hagas lo que hagas, recuerda esto: Tú lo estás haciendo no solo porque Dios quiere que estés ahí, sino porque Él mismo quiere estar ahí también.

Desde la creación, Dios nos ha dado trabajo para hacer. Si pudiéramos considerar nuestro trabajo, como un acto de adoración o servicio a Dios, esa actitud quitaría “en parte” el aburrimiento y pesadez, que a veces sentimos en el trabajo.

La gente desarrolla carácter “ganándose su propio pan”, y no recibiéndolo sin hacer nada. Si quieres ser un éxito, ¡ama tu trabajo! Podríamos trabajar sin quejas ni resentimiento, si consideráramos nuestros conflictos laborales, como el costo del discipulado.

Hay muy pocos trabajos -- si es que los hay -- en que la habilidad “solamente” sea suficiente. ¡NO! ¡También se necesita lealtad, sinceridad, entusiasmo, y cooperación! Una empleada cristiana debe de ser la mejor trabajadora en la empresa. Ella debe de obedecer órdenes, y no discutir. ¡Ella debe de servir! SERVIR A CRISTO… ¡Y NO SOLO AL JEFE!

Y debe de trabajar bien, ya sea si alguien la está observando, o no. Si ella sigue estos principios, ella recibirá su recompensa de Cristo, aun cuando su jefe terrenal, no la reconozca, ni le dé una promoción o un aumento de sueldo.

Como nosotras le pertenecemos a Cristo, tendremos que darle cuentas a Él de nuestra vida en esta tierra… ¡si es que hemos sido fieles a Su llamado! ¿No sería lindo escuchar a Jesús decirnos algún día? Has hecho bien, buena sierva y fiel. Entra en el gozo de tu Señor. (Mateo 25:23)