Apocalipsis 22:3 dice, Allí no habrá maldición. El trono de Dios y del Cordero estará en medio de ella, y sus siervos lo adorarán, 4 y verán su rostro.

Cuando leemos Apocalipsis 22 – uno de los pasajes más emocionantes de la Biblia – el cielo es descrito a la perfección. Más que nada, ¡ya no habrá maldición! ¡La maldición del pecado se habrá acabado! El cielo es ahora lo que Dios había planeado que fuera. ¿Y cuál será lo mejor de todo? ¡Que estaremos con Jesús para siempre!

Anita había luchado contra el cáncer durante cinco años. Un día el doctor le dijo que los tratamientos ya no estaban funcionando, y que a ella solo le quedaban unas cuantas semanas de vida. Queriendo tener un mayor entendimiento y seguridad acerca de la eternidad, Anita le preguntó a su pastor, “Pastor, ¿cómo será el cielo”?

El pastor le preguntó cuáles eran las cosas, que más le gustaban de su vida en la tierra. Ella habló de sus caminatas por la playa, los arco iris, sus cariñosas amigas, y las risas alborotadas de los niños. Anita continuó, ¿“me está diciendo usted que voy a tener todas esas cosas en el cielo también”?

El pastor le contestó, “Yo pienso que tu vida allá será mucho más bella y más increíble que nada de lo que hayas experimentado o amado aquí. Piensa en todo lo lindo, en todo lo que es precioso para ti, y multiplícalo una y otra y otra vez.

La Biblia no nos da muchos detalles de cómo la vida en la eternidad va a ser, pero si nos dice… ¡QUE ESTAR CON CRISTO “EN EL CIELO” SERÁ LO MÁXIMO! Definitivamente, será infinitamente mejor que tus circunstancias de ahora. ¡Y ya no habrá maldición! Y más que nada, ¡veremos a nuestro Señor cara-a-cara!

Nuestros anhelos más profundos serán completamente satisfechos en Él. La Biblia nos dice que el cielo es belleza, que es majestad extraordinaria, que es perfecto, no más muerte ni pecado, no más vergüenza, no más rencor, no más discusiones, ni gritería, no más echar la culpa, no más huracanes, terremotos, inundaciones, huaicos, disturbios o amenazas.

No más política, no más enfermedad, o dolor, llanto, quimioterapia, cáncer, o Alzheimer. No más andar asustada, o con leucemia, no más niños en sillas de ruedas, no más Síndrome de Down, ni cuerpos lisiados, no más abuso o abandono, o matones, o chismes o funerales, no más despedidas y adioses. Nunca más tendrás que poner a ningún ser querido en un cajón, y observar con lágrimas en los ojos, cuando lo entierran.

Ya no habrá hombre que te mire a los ojos, y te prometa vivir contigo para toda la vida, y en solo un par de años, decirte adiós. Que ya no te ama. Que hay otra mujer. No más mentiras ni engaños. No más racismo ni prejuicio, ni batallas en la mente.

No más tener que enfrentarnos a las injusticias, a la hipocresía, a las divisiones y peleas. Muchas de nosotras tenemos miembros de nuestra familia que ya están en el cielo – bebés, niños, padres, abuelos, esposos, amigos. ¡LA REUNIÓN EN EL CIELO SERÁ ESPECTACULAR!!

Apocalipsis 22:20 dice, El que da testimonio de estas cosas dice: «Ciertamente, vengo pronto.» Amén. ¡Ven, Señor Jesús! Hay miles de promesas en la Biblia. Pero la promesa de este versículo es el clímax de la historia. Jesús dijo «Ciertamente, vengo pronto.»

PAUSA

Cuando el regreso de Jesús es mencionado, ¿Cómo reaccionas tú? Tu voz interior te dice, “¡No, no todavía no”! O te dice, “¡Si, ven Señor”! La esperanza de la cristiana está siempre enfocada en el regreso de Jesús. Pero no siempre está enfocada en Su regreso… en este momento. La iglesia está llena de gente que ve el regreso de Jesús como algo del futuro.

Está tan lejano, que no parece tener un “impacto práctico” en nuestras vidas. ¡Tal vez sea muy natural para nosotras querer que Jesús se demore en regresar! Si Él se demora en llegar, entonces podremos acomodarnos mejor en la vida que hemos planeado vivir ahora.

Pero si Él viene pronto, nos da miedo la incertidumbre y el caos que precederá Su llegada. Nos preocupan todas las cosas que podemos estar dejando a medias. Realmente, ¡no estamos listas! Pero la súplica constante de las Escrituras es que estemos listas.

Jesús les dijo a Sus discípulos que estuvieran listos – no solo los que lo seguían en Galilea y Judea, sino también aquellos que lo seguirían hoy en día. En todas las épocas y en todos los tiempos, ¡la Biblia nos exhorta a estar listas!

Dios no quiere decirnos ni el día ni la hora -- porque aquellos que vivan antes de la fecha señalada, vivirán sin ninguna expectativa a la llegada de Jesús. Y la expectativa de Su venida puede tener una influencia dramática, “y positiva” de cómo debemos vivir nuestras vidas.

Por eso es importante, que los cristianos no asumamos que Su regreso será en un futuro lejano. Puede que se demore siglos o hasta milenios… pero nosotros lo debemos esperar hoy. Cuando lo hagamos, viviremos como una novia que se está preparando para el día de su boda – con entusiasmo, expectativa, pureza y propósito.

Nuestras vidas serán moldeadas, no por nuestro pasado, como dicen los sicólogos, sino por nuestro futuro, como dice nuestro Dios. Nosotras creceremos a la imagen de Su Hijo Jesucristo. ¿Estás lista? ¿Recibirás a Jesús con los brazos abiertos? Cuando Jesús dice que viene pronto… ¿se llena de emoción tu alma?

Por miles de años, escritores, artistas, músicos, y hasta el mismo Hollywood, han tratado de explicar lo que sucede después que morimos. Hemos visto las películas, hemos escuchado las canciones y leído los libros acerca del cielo. ¡Hasta hay quienes aseguran haber estado en el cielo!

Y aunque hay muchas preguntas que no han sido contestadas, muchas preguntas si han sido contestadas. La única autoridad que tenemos, y la única verdad con la cual podemos contar acerca del cielo, es la Palabra infalible de Dios.

“Una viejita de 95 años, dijo: “Ay, espero morirme pronto, si no mis amigas van a pensar que no logré entrar al cielo”.

Como me encantaría poder hacer todas las cosas nuevas…. ¡Pero no puedo! ¡Solo Dios puede! “Él restaura mi alma”, escribió David. Él no reforma. ¡Él restaura! Él no esconde lo viejo. ¡Él restaura lo nuevo! El Maestro sacará Su plan original, y lo restaurará. Él restaurará el vigor, la energía, la esperanza. ¡Él restaurará el alma!

Sabemos que este planeta se está envejeciendo… se está encorvando. Sabemos acerca de un hogar donde todo se ha hecho nuevo. Dime, ¿no te dan ganas de ir a ese hogar? ¿Qué darías a cambio de un hogar como ese? ¿Preferirías realmente tener unas cuantas posesiones en la tierra, que posesiones eternas en el cielo?

¿Escogerías realmente una vida “de esclavitud a la adicción”, en vez de una vida de libertad? Honestamente… ¿renunciarías a todas tus viviendas celestiales por un hotel de segunda clase en la tierra?

5 Allí no volverá a haber noche; no hará falta la luz de ninguna lámpara ni la luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará Y reinarán por los siglos de los siglos. El cielo no necesitará el sol o la luna, porque el Cordero será la luz.

Su luz producirá un nuevo entendimiento, iluminando nuestros corazones y mentes de una manera que nunca conocimos en la tierra. Su luz calentará nuestros espíritus mientras caminamos libremente en la presencia de Dios.

Las calles de oro palidecerán en comparación a la belleza de la Luz. En nuestro estado terrenal, vemos solo un destello. Sin embargo, ¡es suficiente para cambiar nuestras vidas completamente! La luz del Cordero nos acerca a nuestro Padre celestial. Es la luz que te llama por nombre… ¡y te dice “que eres preciosa” a los ojos de tu Salvador!

¡Alabemos a Dios por ser la luz que nos guía!, ¡Adorémoslo porque el Cordero es la luz! Amén. ¡Ven, Señor Jesús!

Y TERMINEMOS CON LAS PALABRAS DE MAX LUCADO…

Pronto estarás en el cielo. Tal vez no lo hayas notado, pero estás más cerca que nunca a tu hogar celestial. Cada momento es un paso más que has tomado. Cada respiro es una página más que has volteado. Cada día es un kilómetro más que has caminado, una montaña más que has escalado. ¡Estás más cerca que nunca!

Antes de que te des cuenta, la hora elegida habrá llegado. Bajarás por la rampa y entrarás a la gran Ciudad. Verás los rostros sonrientes de los que te están esperando. Escucharás tu nombre pronunciado por aquellos que te aman.

Y, tal vez, si tal vez, detrás de las multitudes -- Jesús, tu Dios -- que prefirió morir que vivir sin ti -- sacará Sus manos perforadas de Su túnica, aplaudirá lleno de gozo, y te dirá. ¡BIENVENIDA!