Jesús dice en Juan 15:5,  Yo soy la vid y ustedes los pámpanos; el que permanece en Mí, y Yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de Mí ustedes nada pueden hacer.

 

Cuando yo era chica, me encantaba ir a la casa de mi abuelita. Nosotros la llamábamos Mamama. Ella tenía un piano precioso. De marquetería… francés. De lo más elegante. A pesar de que yo no sabía tocar el piano muy bien, me gustaba mucho tocar cancioncitas simples, que había escuchado de aquí y allá.

 

Como nadie tocaba el piano en casa de mi Mamama, ella me consideraba una pianista de primera. ¡Que linda era! Un día, mi Mamama tuvo una brillante idea. Quiso rifar su bellísimo piano entre sus nietas. Creo que ella tenía la esperanza de que yo me lo ganara. ¿Y qué creen? ¡ME LO GANE!

 

¡Mi mamá me contrató una profesora de piano! Yo practicaba bastante, pero definitivamente, que estaba muy lejos de convertirme en un Mozart o Beethoven.

 

Un día, mientras yo tocaba una simple melodía en el estudio, la profesora se me sentó al lado, puso sus manos sobre el teclado, y comenzó a tocar maravillosamente. ¡Mis dos manos ahora eran cuatro! ¡En ese momento todo cambió! Ella le dio profundidad y riqueza a mi canción. ¡Y EL RESULTADO FUE UN DUO PERFECTO!

 

Nuestra vida en Jesús… ¡ES MÁS COMO UN “DUO” QUE UN “SOLO”! Sin embargo, a veces me olvido de que Jesús está sentado a mi lado. Y que es solo por Su poder y guía que YO puedo tocar algo que valga la pena.

Trato de tocar las notas correctas por mí misma – DE OBEDECER A DIOS POR MIS PROPIAS FUERZAS -- pero generalmente esto termina sonando fingido y falso. Trato de manejar los problemas con mi capacidad limitada, pero termino, muchas veces, teniendo desacuerdos con otros. ¡ES LA PRESENCIA DE MI MAESTRO QUE HACE LA DIFERENCIA!

 

CUANDO CONFIO EN JESUS PARA QUE ME AYUDE… ¡ME DOY CUENTA QUE ASI HONRO A DIOS MAS! Yo sirvo alegremente, amo libremente, y me encanta ver como Dios bendice mis relaciones.

 

Es como Jesús les dijo a Sus primeros discípulos, Yo soy la vid y ustedes los pámpanos; el que permanece en Mí, y Yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de Mí ustedes nada pueden hacer.

 

Cada día nosotras tocamos un dúo con nuestro Gran Maestro. Es Su gracia y Su poder los que llevan la melodía de nuestras vidas espirituales. ¿Pero por qué, a veces, resistimos la ayuda y el aliento que Dios nos ofrece? Cuando dependemos de Dios, El puede cambiar nuestra perspectiva, y nuestras acciones en ciertas situaciones.

 

Esta es una de las verdades fundamentales de nuestro aprendizaje, como creyentes de Jesús. Si no la aprendemos temprano, pasaremos muchos años frustradas tratando de ser las cristianas que Dios quiere que seamos.

 

Nuestra tendencia natural es de esforzarnos duro, ser sinceras, estudiar diligentemente, y prepararnos para ser las discípulas que estamos destinadas a ser. Hay gente que piensa que debe de estar trabajando constantemente para el Señor… para poder cumplir los altos estándares de Dios.

 

Jesús nos dio un retrato “bien claro” de cómo nuestra relación con El debería ser. EL ES LA VID… la fuente de nuestra vida. ¡NOSOTRAS SOMOS LAS RAMAS DONDE EL FRUTO ES PRODUCIDO! A medida que recibimos la vida de Cristo, el resultado natural e inevitable, es que ese fruto se produzca en nuestras vidas.

En nuestro celo por producir “resultados” para nuestro Señor, nosotras a veces, nos volvemos tan vehementes en la producción del fruto, que nos olvidamos de nuestra comunión con Cristo.

 

Nosotras podemos sentir que “nuestra comunión con Cristo” no es muy productiva, o que nos quita demasiado tiempo en nuestro afán por producir fruto. Pero Jesús dice que no es nuestra actividad lo que produce el fruto… ¡ES NUESTRA RELACION CON Él LO QUE LO PRODUCE!

 

Jesús les hizo una advertencia muy seria a Sus discípulos. Les advirtió que si trataban de vivir su vida cristiana – APARTE DE UNA RELACION INTIMA CON EL  -- ellos descubrirían que habían dejado de producir resultados que valieran la pena.

 

Ellos podrían hacer un gran esfuerzo para el reino de Dios. Pero cuando se detuvieran para chequear y dar cuentas de sus vidas… ¡SOLO ENCONTRARIAN ARIDEZ! Uno de los actos más dramáticos – QUE JESUS HIZO -- fue maldecir a la higuera. ¿Saben por qué? ¡PORQUE NO HABIA PRODUCIDO FRUTO!

 

Jesús le dijo a la higuera, en Marcos 11:14: ¡Que nadie vuelva a comer fruto de ti! ¿Estás cómoda permaneciendo en Cristo? ¿O te impacientas por comenzar tu actividad? Si tú permaneces firmemente en comunión con Jesús, una gran cosecha será el producto secundario de tu comunión con El.

 

¡JESUS ES MUY CLARO! El no ha venido para ser solo nuestro Maestro, nuestro Guía, nuestro Salvador, y nuestro Señor. El es todo eso… y mucho más. ¡EL ES NUESTRA VIDA! EN UN SENTIDO MUY REAL – NOSOTRAS MORIMOS CON ÉL EN LA CRUZ – Y AHORA EL VIVE EN NOSOTRAS.

 

Gálatas 2:20 dice,  Pero con Cristo estoy juntamente crucificado, Y YA NO VIVO YO, sino que Cristo vive en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, Y SE ENTREGÓ A SI MISMO POR MI. El sopla Su Espíritu Santo en nosotras.

El nos sostiene. El produce Su fruto en nosotras. ¡EL HACE SU OBRA EN NOSOTRAS, Y A TRAVES NUESTRO! Cuando nosotras pensamos que hemos  guiado a otros a Cristo… nosotras no lo hicimos. ¡LO HIZO JESUS!

 

Cuando nosotras pensamos que nos hemos vuelto más pacientes, más amorosas, o hasta más alegres, solo nos volvimos así porque Jesús lo hizo en nosotras. ¡TODO ES SU OBRA!

PAUSA

¡Ahora bien! Imagínate que tratas de prender una lámpara, y la luz no se prende. ¿Qué es lo primero que haces? Chequeas si la lámpara está enchufada, o no. ¿No es cierto? Si la conexión eléctrica está rota, la lámpara no va a funcionar. Sin la conexión correcta a la fuente de energía, la lámpara no sirve para nada.

 

Así como la lámpara, nosotras necesitamos estar conectadas a nuestra fuente de energía… ¡CONECTADAS A JESUS! Por eso Jesús nos recuerda, una y otra vez, que para poder ser efectivas y productivas para el reino de Dios, necesitamos estar conectadas a Jesús. Sin El, nuestros esfuerzos no nos servirán de nada. ¡NO TENDRAN PODER!

 

Por eso, si queremos amar a otros --  COMO JESUS LOS AMA -- debemos primero conectarnos con Jesús… LA FUENTE DEL AMOR. Con esta conexión, aprovechamos el gran amor que Jesús tiene por nosotras. Cuando estamos conectadas, tenemos el poder de amar a otros de una manera que nunca antes lo habíamos hecho.

 

Asegúrate de que estés conectada al amor de Jesús todos los días. Aprende a conocer a Jesús, a través de la Biblia. Y luego… ¡OBEDECE SU PALABRA! ¡PERMANECE CONECTADA A EL! ¿Cómo? Conversando con Jesús por medio de la oración. Contándole lo que está pasando en tu vida. Pidiéndole que sea tu Guía y Poder.

 

¡LAS LAMPARAS NO FUNCIONAN SIN ELECTRICIDAD! ¡Y NOSOTRAS NO FUNCIONAMOS SI NO ESTAMOS CONECTADAS A JESUS! El elemento de dependencia es la razón de que Dios se glorifica cuando damos fruto. Si nosotras lográramos cosas para Dios, seríamos nosotras las glorificadas, ¡Y NO EL!

Pero nuestra inhabilidad le da a Jesús el medio para obrar en el Espíritu. EL PUEDE OBRAR EN UNA VIDA -- QUE ES INSUFICIENTE -- PARA MAYOR HONOR QUE EN LA VIDA DE ALGUIEN QUE ES AUTO-SUFICIENTE. ¡EL TIENE QUE ROMPER NUESTRA AUTO-SUFICIENCIA!

 

Nuestra inhabilidad se puede volver en un acto de adoración, si se la ofrecemos a Su poder.  ¿Te has dado cuenta que tu dependencia en Dios – TU ADMISION DE DEBILIDAD -- es en realidad, una ocasión para demostrar Su gloria?

 

¡ASI QUE! ¡QUE SEA JESUS HONRADO EN NOSOTRAS! ¡APRENDAMOS A DEPENDER DE EL! ¡DEMOS FRUTO PARA CRISTO!