Hace 23 años, mi esposo y yo nos entregamos a Cristo. El amigo que nos llevó a la iglesia cristiana en aquel día, nos visitó en casa unos días después, y nos trajo un lindo cuadro, que decía en grandes letras doradas: TU CASA ES EMBAJADA DEL REINO DE DIOS.
¿EN SERIO? EN ESA ÉPOCA SABÍAMOS MUY POCO DE LA BIBLIA. ¡TENÍAMOS MUCHO QUE APRENDER!
En 2 Corintios 5:20, Pablo dice, Así que somos embajadores en nombre de Cristo. Un embajador es un puente entre dos naciones. Él o ella representan a su país en el territorio de otro. Es un trabajo difícil que demanda sensibilidad y tacto. Requiere un balance entre el respeto por la cultura del país anfitrión, y la lealtad a la cultura de su país.
Por definición, un embajador representa el programa de su patria. Aunque él o ella viven en tierra extranjera, los intereses de su patria son esenciales. Aunque las leyes de esa tierra puedan diferir con las de su propio país, el embajador todavía es responsable de mantener las leyes y reglas de su propio gobierno.
Sus palabras y sus acciones no pueden ser totalmente suyas, porque él no actúa enteramente por su propia capacidad. Cuando él habla, él es un mensajero de su gobierno. Cuando él actúa, sus actos reflejan al país que él representa.
Nosotras vivimos en tierra extranjera. Pertenecemos a otro reino, como lo dice la Biblia claramente en Filipenses 3:20, Nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo. Y 1 Pedro 2:9 dice que somos nación santa, pueblo adquirido por Dios.
Pero se nos ha asignado un rol en la tierra de nuestro nacimiento. A veces esa tierra es un territorio hostil, y a veces su familiaridad sigue viva dentro de nosotras. De cualquier forma… ¡LA PRIORIDAD ES CLARA! Nosotras debemos representar los intereses de nuestro Rey, y de hacerlo de forma encantadora…
Sin embargo, muchas de nosotras estamos tratando desesperadamente de sobrevivir – DE UN DIA PARA OTRO -- en esta vida, Nos vemos más como sobrevivientes que como embajadoras. Pero, nuestro llamado es mucho más alto que solamente sobrevivir.
Nosotras no solo hemos sido salvadas de este mundo sino que hemos sido llamadas a regresar a él, proclamando la plenitud del reino venidero. Debemos de llevar la reconciliación de Dios a una generación que esta aturdida y confundida. Debemos de vivir una vida santa en medio de una cultura impura.
Muchas veces pensamos QUE EL MENSAJE QUE PREDICAMOS REFLEJA NUESTRA FE Sin embargo, a un nivel más profundo, ES EL MENSAJE DE NUESTRAS PALABRAS Y ACCIONES DE TODOS LOS DÍAS… ¡LO QUE INFLUYE! NOSOTRAS SOMOS “LA CARTA DE DIOS” QUE LA GENTE LEE.
Por lo tanto, no somos dignas de confianza, cuando hablamos groseramente, cuando chismeamos acerca de una amiga, o de la vecina, o actuamos deshonestamente. Nuestras palabras y acciones reflejan al Dios -- que vive dentro de nosotras -- a personas, que tal vez, nunca abran una Biblia o entren a una iglesia.
Nunca te olvides que tú eres una embajadora de Cristo, y una mensajera de esperanza. Pídele a Su Espíritu que te faculte para que compartas las “BUENAS NOTICIAS DEL EVANGELIO” con tu vida y tus palabras.
Mónica y Lidia habían salido a almorzar a un restaurante muy bonito. En eso Mónica le dice a la “mesera” “¿Podría hablar con el gerente?” Lidia se sorprendió de que Mónica quisiera hablar con el gerente. No parecía haber habido ningún problema durante la comida.
Minutos después, el gerente se acercó a la mesa, y les preguntó un poco nervioso, “¿En qué las puedo servir? Él esperaba una buena regañada por parte de una clienta descontenta. Sin embargo, Mónica le dijo, “Yo solo quería decirle que nuestra “mesera” ha sido realmente sensacional.
Luego describió varias cosas que la “mesera” había hecho que la habían impresionado. Obviamente, el gerente respiró ya más tranquilo – y quedó encantado. La mesera se sintió tan halagada. Todos sonreímos y conversamos por unos minutos.
Mónica había alentado a dos buenos trabajadores -- al gerente y a la mesera -- y había dejado una impresión indeleble en su amiga Lidia – POR EL PODER DE SUS PALABRAS TAN POSITIVAS. Cuando pensamos acerca de nuestras palabras, es fácil enfocarnos en aquellas que quisiéramos no haber dicho.
Afortunadamente, hay ciertas frases que son “casi siempre” las cosas adecuadas a decir – palabras que comunican amor y aliento. Aquí les voy a dar algunas frases que pueden alentar a otros… ”Tú realmente haces eso muy bien”. “¿Puedo orar por ti en este momento?” “Lo que me dijiste me ayudó”. ”Confía en Dios. Él puede hacer lo imposible por ti”.
“Cuéntame acerca de tu día, de tu trabajo, de tus hijos…” “¿Qué puedo hacer para ayudarte”? “Estoy muy orgullosa de ti”. “Te extraño”. “Oré por ti hoy”. O decir “Perdóname”. En resumen, si hay palabras que tú quisieras que te digan, de seguro que hay otros que quisieran que se las digan a ellos también.
************************************************************************************
T. J. Bach se entregó a Cristo mientras era estudiante en Copenhague, Dinamarca. Mientras caminaba por la calle un domingo por la tarde, Bach vio a un muchacho cruzar la calle para darle un folleto acerca de Cristo. Bach estrujó el folleto en su mano, murmurando furioso, que la gente no se debe meter en los asuntos de otros.
El muchacho no respondió. Más bien, se volteó, y con lágrimas en sus mejillas, comenzó a orar…
Notando las lágrimas del muchacho, Bach pensó, “Él ha dado de su plata para comprar este folleto. Él ha dado de su tiempo para distribuirlo. Y ahora él ha dado de su corazón para orar por mí”.
La compasión del muchacho -- a pesar del mal comportamiento de Bach -- hizo que éste sintiera una convicción muy profunda en su corazón. Media hora después, Bach llegó a su cuarto, e inmediatamente pegó las páginas rotas del folleto. Y antes de terminar de leerlo, cayó de rodillas ante Dios, pidiéndole perdón.
T.J. Bach fue un gran hombre de oración y fe. Y un pionero de las misiones en Venezuela y Colombia por 22 años. El nombre de Jesús estaba siempre en sus labios. Todo porque un muchachito le dio un folleto y le demostró el amor y la compasión de Cristo. El camino de Dios -- a un corazón humano -- es por medio de otro corazón humano”.
También nosotras, como embajadoras del reino, podemos decirle a la chica detrás de mostrador, o al chico que nos ayuda con las bolsas en el mercado, al muchacho que recoge nuestra basura, a nuestro vecina, a nuestra compañera de trabajo… que gracias a Jesús, nuestros pecados pasados, presentes, y futuros son “realmente y totalmente perdonados”.
SI ESO NO LE DA PROPÓSITO A NUESTRO DÍA… ¡NADA LO HARÁ! Los embajadores son, muchas veces, personas muy respetadas por presidentes o primer ministros del país que los nombra. EN NUESTRO CASO, NOSOTRAS HEMOS SIDO NOMBRADAS POR EL DIOS, QUE ESTÁ SOBRE TODAS LAS COSAS.
¡ES UNA MISIÓN SAGRADA… YA QUE VIDAS HUMANAS ESTAN EN JUEGO…
Enfráscate en los valores del Reino de Dios… ¡Y LUEGO APELA A TU CULTURA! Anda a individuos, a gobiernos, a organizaciones sociales, entidades económicas – ¡ANDA A TODAS PARTES! El deber de una embajadora es amplio. Y su propósito es claro: AFECTAR A UN REINO POR EL BIEN DE OTRO.
21 Al que no cometió ningún pecado, por nosotros Dios lo hizo pecado, para que en Él nosotros fuéramos hechos justicia de Dios.
Dios tomó los pecados de todo el mundo y, EN LA CRUZ, los puso sobre los hombros de Jesucristo -- la Persona que nunca cometió pecado. Jesús tomó nuestro castigo para que nosotras pudiéramos recibir Su justicia. Por eso podemos decirles a cualquiera – Y A TODOS -- que ellos también pueden entregarse a Cristo.
Que cuando Dios los mira… ¡ÉL SOLO VE LA JUSTICIA DE SU HIJO! ¡Y que ellos pueden tener un nuevo comienzo!... ¡QUÉ VERDAD TAN INCREÍBLE! Que el temor del Señor nos motive. Que el amor de Cristo nos lleve a actuar. Que el gozo de Su servicio nos emocione.
Que nosotras, como Pablo, podamos decir, “NO IMPORTA A QUE PROBLEMAS NOS ENFRENTEMOS – O QUE DESAFÍOS SE NOS VENGAN ENCIMA – ES UN PRIVILEGIO SER EMBAJADORA DEL REY”. ¿ES TU CASA UNA EMBAJADA DEL REINO DE DIOS?