Isaías 55:8-9 dice, El Señor ha dicho: Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, ni son sus caminos Mis caminos. 9 Así como los cielos son más altos que la tierra, también Mis caminos y Mis pensamientos son más altos que los caminos y pensamientos de ustedes.

DIOS, RARA VEZ, hace algo EXACTAMENTE como nosotros pensamos que lo haría. Nuestro problema es que tratamos de adivinar lo que Dios va a hacer, diciendo, “AHORA SÉ LO QUE DIOS ESTÁ PLANEANDO HACER”. Moisés experimentó esto, A LO QUE APRENDÍA, como Dios iba a sacar a los hebreos de Egipto.

Dios le dijo a Moisés que Él iba endurecer el corazón del faraón. Sin embargo, el resultado NO FUE LO QUE MOISÉS SE ESPERABA. En vez de permitir que los hebreos salieran, el faraón aumentó su sufrimiento. En vez de convertirse en un héroe para los hebreos, MOISÉS FUE DESPRECIADO POR ELLOS, por traerles aún mayores sufrimientos.

Moisés regresó donde el Señor, y le preguntó, “Señor, ¿por qué les has traído problemas a mi gente? ¿Para qué me mandaste? Muchas de las frustraciones que experimentamos, COMO CRISTIANAS, no tienen nada que ver con lo que Dios va a hacer, ¡O NO HACER!

Más bien, tiene todo que ver, CON LAS FALSAS SUPOSICIONES QUE HACEMOS… de cómo actuará Dios, O CÓMO DEBIERA DE ACTUAR. ¿Alguna vez has obedecido la voluntad de Dios, Y EN VEZ DE QUE LAS COSAS MEJORARAN, se pusieron peores?

Moisés malentendió COMPLETAMENTE cuales serían los resultados de Su obediencia a Dios. Cuando las cosas NO SALIERON COMO ÉL ESPERABA, ¡MOISÉS SE DESALENTÓ!

Dios le había dicho a Moisés lo que debía de hacer, pero no le había dicho cuáles serían las consecuencias. Es ridículo tratar de hacer la obra de Dios, usando tu propio sentido común. Dios no elimina tu sentido común, ¡NO! ¡ÉL LO CONSAGRA! Él te da Su sabiduría para que puedas entender Sus caminos.

A lo que recuerdas la actividad de Dios en tu vida, RECONOCERÁS LA SABIDURÍA SUPREMA con que Él te ha guiado. Y a lo que miras al futuro -- A LO QUE DIOS PUEDE HACER -- ten mucho cuidado de no tratar de predecir lo que Él hará. No vaya a ser que te encuentres completamente fuera de órbita.

10 Así como la lluvia y la nieve caen de los cielos, Y NO VUELVEN ALLÁ, sino que riegan la tierra y la hacen germinar y producir, CON LO QUE DAN SEMILLA, para el que siembra, Y PAN para el que come, 11 así también Mi palabra, cuando sale de Mi boca, NO VUELVE A MÍ VACÍA, sino que hace todo lo que Yo quiero, y tiene éxito en todo aquello para lo cual la envié.

¿Cómo llama y salva Dios a los pecadores perdidos? ¡POR EL PODER DE SU PALABRA! La Palabra de Dios es semilla. Así como la lluvia y la nieve nunca se desperdician, SINO QUE CUMPLEN SUS PROPÓSITOS, así también Su Palabra nunca falla.

Una vez pasé por una zona muy árida… desolada… muy seca. Unos meses después, volví a pasar por la misma zona, ¡OH SORPRESA!¡TODO ESTABA VERDE – LLENO DE FLORES! ¿Qué había pasado en este intervalo de tiempo? ¡HABÍA HABIDO MUCHA LLUVIA! Lo mismo es verdad con la gente. A veces parecemos estar secas, polvorientas, y sin esperanzas.

Pero cuando la Palabra cae sobre nosotras, de repente, TODA CLASE DE POTENCIAL OCULTO SURGE, y bellas cosas comienzan a suceder. Cuánto más permitimos que nos caiga la lluvia, ¡MAYOR BELLEZA SALE! Así que empápate todos los días con el agua de la Palabra – y deja que tenga su efecto milagroso en ti.

11 Así también Mi palabra, cuando sale de Mi boca, NO VUELVE A MÍ VACÍA, sino que hace todo lo que Yo quiero, y tiene éxito en todo aquello para lo cual la envié.

Cuando Dios habla, ¡NADA PERMANECE IGUAL! En el principio del tiempo, DIOS HABLÓ, y el universo fue creado de la nada. ¡DIOS SIGUIÓ UN DISEÑO CUANDO CREÓ LA TIERRA! El habló, ¡Y ASÍ FUE! ¡Y ERA BUENO! En Génesis 1:3-4, Dios dijo: ¡Que haya luz!» Y hubo luz. 4 Y vio Dios que la luz era buena, y separó Dios la luz de las tinieblas.

Este modelo continuó a través de toda la Biblia. Cuando Dios reveló Sus planes, las cosas sucedieron exactamente como Dios lo había dicho. Y Dios consideró el resultado como “BUENO”. Filipenses 2:13 dice, Porque Dios es el que produce en ustedes LO MISMO EL QUERER COMO EL HACER, por Su buena voluntad.

¡DIOS NO HACE SUGERENCIAS! El habla con la plena determinación DE QUE LO QUE ÉL HA DICHO… ¡SE HARÁ! Cuando Jesús habló, lo que Él dijo, ¡PASÓ! Los leprosos descubrieron, QUE UNA PALABRA DE JESÚS, significaba sanación.

Lucas 5:13 dice, Entonces Jesús extendió la mano, lo tocó y le dijo: Quiero. Ya has quedado limpio. Y al instante se le quitó la lepra.

El ciego percibió, QUE UNA PALABRA DE JESÚS… SIGNIFICABA VISTA. A través de una higuera seca, los discípulos vieron, QUE UNA MALDICIÓN DE JESÚS… SIGNIFICABA DESTRUCCIÓN. La mujer pecadora experimentó el perdón por medio de una palabra de Jesús. Juan 8:11 dice que Jesús le dijo: Tampoco Yo te condeno. Vete, y no peques más.

¿Cuántos intentos tuvo que hacer Jesús para resucitar a Lázaro de los muertos? ¡UNO! ¡SOLO UNO! Juan 11:43 dice, Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: “¡Lázaro, ven fuera!” ¡No hubo ni una vez, EN QUE JESÚS HABLARA, que no sucediera!

¿Qué pasa cuando Jesús te habla? ¿Has estado leyendo LAS PALABRAS DE JESÚS EN TU BIBLIA sin experimentar ninguna transformación alrededor tuyo?

Jesús condenó a los fariseos PORQUE ELLOS ASUMIERON, que el conocimiento de la PALABRA ESCRITA, les daría vida. Ellos estaban más satisfechos, TENIENDO LAS PALABRAS, que experimentando a la PERSONA que escribió las palabras.

¿Cuán poderosa es una Palabra de Dios en tu vida? A lo que lees tu Biblia, Y ORAS, escucha lo que Dios tiene que decirte acerca de Su voluntad para tu vida.

En este pasaje PODEMOS VER LA PROMINENCIA DADA A LA PALABRA DE DIOS. El único lugar donde el evangelio SE PUEDE ENCONTRAR es en la Palabra de Dios. ¡La salvación es la revelación de Dios! Y LA PALABRA DE DIOS es como la lluvia que baja del cielo. ¡El EVANGELIO NO TE PIDE QUE HAGAS NADA!

Ni tampoco es el evangelio algo que el hombre ha ideado. El hombre no puede llegar a Dios POR SU PROPIO ESFUERZO a través de alguna Torre de Babel. Pero él recibe la revelación de Dios… QUE VIENE DEL CIELO COMO LA LLUVIA. La lluvia causa que la tierra se vuelva más fructífera.

Las semillas germinan, y dan fruto abundante. La Palabra de Dios es también la semilla. Y cuando la lluvia y la semilla se juntan en el corazón humano, ¡HABRÁ FRUTO!