En Efesios 4:1 Pablo dice, Les ruego que vivan como es digno del llamamiento que han recibido, 2 y que sean humildes y mansos, y tolerantes y pacientes unos con otros, en amor.

Philip Spener dice, “No es suficiente saber acerca de la fe cristiana. Hay que llevar el cristianismo a la práctica.”

Una vida con Dios, Y CON SU AYUDA, es una vida de disciplina y esfuerzo. Queremos una vida de discipulado, sin disciplina; ¡eso no existe! Solo buscamos irla pasando, PERO EL RETO es de hacer lo que se debe, y de vivir una vida digna del llamado de Dios.

Nuestro problema es que tenemos una salvación que vale millones de dólares, sin embargo, su aceptación ¡ES GRATIS! Parece que no estamos impresionadas con la salvación de Dios. Nos quejamos, que realmente, nadie puede vivir como Dios manda.

Sin embargo, el propósito de este pasaje es de mostrarnos que nuestras vidas son moldeadas por la salvación de Dios. Buena teología NOS DEBERÍA LLEVAR a un buen comportamiento. ¿Entonces, por qué no lo hacemos? ¿Será posible que la teología nos pasa por el cerebro, pero que nunca nos llega al corazón? ¡Eso no sirve para nada!

Por un acto de nuestra voluntad, y con la ayuda del Espíritu Santo, nuestras vidas tienen que estar de acuerdo con nuestro llamado. Hemos sido llamadas a recibir gracia y a demostrar gracia. ¿Pero cómo podemos vivir una vida digna del llamado de Dios?

2 sean humildes y mansos, y tolerantes y pacientes unos con otros, en amor. Estas virtudes – la humildad, la mansedumbre, la paciencia para con otros con amor – no son necesariamente, las primeras virtudes que mencionaríamos para describir una vida digna del llamado de Dios; pero son exactamente las que necesitamos.

El mundo de Dios opera de forma diferente. La clave para tener estas virtudes es de deshacernos de lo malo primero.

Humildad - Para tener humildad,TENEMOS QUE DESHACERNOS PRIMERO DE NUESTRO PROPIO EGOÍSMO. Unentendimiento adecuado DE NOSOTRAS MISMAS es el ingrediente crucial en nuestra vida. ¡No somos gusanos obviamente... ¡pero tampoco somos Dios!

Somos criaturas maravillosas, creadas a la imagen de Dios, hechas para tener una relación íntima con El. Sin Dios, no tenemos significado. El ser humano fue creado para ser admirable, pero en el proceso de serlo, nos hemos vuelto ególatras... egoístas... Toda la energía de la vida está centrada en el yo.

Anhelamos respeto y queremos aceptación, honor, y autoridad. Nos esforzamos por tener superioridad, y queremos ser siempre las primeras. ¡Olvídense de todo eso! ¡La fe cristiana es el polo opuesto a nuestro egoísmo! Somos importantes, SI, pero no tenemos que buscar la importancia. No somos el centro del universo, ¡Dios es el centro!

Todo lo que somos y todo lo que tenemos es un regalo de Dios, ¿así qué por qué nos jactamos? Imagínense cuan fáciles y agradables SERÍAN NUESTRAS RELACIONES, si la gente supiera de antemano, que buscamos lo mejor para ellas, y que no tenemos ningún interés de menospreciarlas, y menos aún, de engrandecernos a nosotras mismas.

La humildad es un hábito que debemos de cultivar. Hay muchos pasos y ejercicios para obtener humildad, PERO A FINAL DE CUENTAS, la humildad es el reconocimiento continuo de la presencia de Dios.

Mansedumbre - Jesús dice en Mateo 11:29, 29 Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de Mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para su alma. El Rey… el Creador del universo es manso… es humilde… ¡Qué diferencia a nosotras!

Ser mansa no significa ser mensa. Mensa es ser tonta o boba. SER MANSA, por el contrario, significa ser bondadosa... ser dócil, suave. Para poder ser dóciles y bondadosas, tenemos que deshacernos de la crueldad y la violencia.

En vez de la crueldad, la falta de interés, y la violencia que vemos en nuestro mundo, la Biblia nos dice que debemos practicar la mansedumbre. ¡Debemos ser mansas! Las relaciones, entre seres humanos, no pueden ser sanas si son a la fuerza o bajo amenaza.

La mansedumbre es importante EN TODAS NUESTRAS RELACIONES, incluyendo en el trabajo y en la iglesia, y sobre todo, en el hogar. La casa debería ser el lugar más amoroso, pero a veces, es a donde más daño se hace... física y emocionalmente.

Tu esposo y tus hijos... pueden ser destruidos por tus palabras duras e hirientes... y por la violencia. Todas podemos decir, “Ay, de verdad que no era mi intención herirte,” pero el daño ya ha sido hecho. Los hogares cristianos son, muchas veces, los más culpables.

La mansedumbre trata a las personas con cariño, las respeta, permitiéndoles manejar los problemas de su vida, con objetividad.

Paciencia – Para tener paciencia, tenemos que renunciar a la tiranía de nuestros propios horarios. Nuestra sociedad nos ha enseñado que cuando queremos algo, lo tenemos que tener “YA,” AHORA.” La idea de que no tenemos que esperar por nada ni por nadie, es simplemente, otra forma de egoísmo.

La falta de paciencia refleja un alma intolerante. La paciencia es ESA magnitud de corazón que valora a otras personas “LO SUFICIENTE” para darles espacio para aprender, para crecer, y hasta para fallar...

El amor es una decisión. Es tomar la decisión de prestarle atención a la gente. El opuesto al amor, NO ES EL ODIO... es la indiferencia. Tú amas primero; y luego aprendes amar. Tú decides invertir tu tiempo y tu cariño en otras personas, y ese compromiso te ayudará a tolerarlas.

1 Corintios 13:4-8 nos habla acerca del verdadero amor, “4 El amor es paciente y bondadoso; no es envidioso ni jactancioso, no se envanece; 5 no hace nada impropio; no es egoísta ni se irrita; no es rencoroso; 6 no se alegra de la injusticia, sino que se une a la alegría de la verdad.

7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 El amor jamás dejará de existir. Algunas de ustedes están deseosas de sentir esa clase de amor. ¡Un amor que nunca deja de ser! Tolerar a otros, con amor, es lo que las familias y amigos deben de hacer.

Una vida digna del llamado de Dios es una vida de amistad y cariño, que no puede llevarse a cabo sin humildad, sin mansedumbre, sin paciencia y amor tolerante. Estas virtudes no tienen nada que ver con debilidad. Por el contrario, requieren “fortaleza” y un sentido claro de propósito.

El conflicto en esta vida es inevitable y nunca es fácil ni agradable. POR ESO, en este pasaje de Efesios, Pablo nos da los fundamentos para resolver conflictos. Básicamente, olvídate del yo, y habla la verdad con amor. Demuestra humildad, mansedumbre, paciencia, y tolera a la gente con amor.

¿Cómo podrías cultivar la humildad, la mansedumbre, y la paciencia en tu casa, en el trabajo, y hasta la iglesia?