1 Pedro 1:18-20 dice, Ustedes saben que fueron rescatados de una vida sin sentido, la cual heredaron de sus padres; y que ese rescate no se pagó con cosas corruptibles, como el oro y la plata. 19 sino con la sangre preciosa de Cristo, sin mancha y sin contaminación, como la de un cordero,
20 que ya había sido destinado desde antes de que Dios creara el mundo, pero que se manifestó en estos últimos tiempos por amor a ustedes. El Puritano Tomás Watson observó, y con toda razón, que la redención es la obra más grandiosa de Dios: “Grande fue la obra de la creación, ¡SI! pero más grande todavía fue la obra de la redención.
Costó más redimirnos, que crearnos, PORQUE EN UNO, solo se habló la Palabra, y en el otro, hubo derramamiento de sangre. La creación fue la obra de los dedos de Dios. Pero la redención es la obra de Su brazo”.
La redención es el término que describe una de las características esenciales de la salvación. Trata específicamente con el costo de la salvación, y de la forma como Dios recibió el pago.
COMO TODA LA GENTE ES ESCLAVA DEL PECADO, y está condenada por la ley, SI NO SON PERDONADAS Y RECONCILIADAS CON DIOS, Él tiene que comprarlas de nuevo debido a su condición. Solo entonces puede Dios liberarlas de la esclavitud, y la maldición del pecado.
Rescatar es la palabra clave en este pasaje. Este término significa “comprar la liberación pagando un rescate” o “poner en libertad pagando un precio”. Para los griegos, esta palabra era también el término técnico de pagar dinero para comprar de nuevo a un prisionero de guerra. ¡Dios tuvo que pagar el precio de rescate por ti! ¡Y por mí!
Tú y yo estábamos bajo el juicio de Dios. Ezequiel 18:4 dice, “Morirá el que peque. Nadie más.” Dios jamás revocará este decreto. Dios nunca cambia. Él es el mismo ayer, hoy, y siempre.
Muchas veces escuchamos decir que estamos viviendo en una nueva era… con nuevas ideas, y nuevos valores… ¡Pero Dios no ha cambiado! ¡Él es inmutable! ¡El no cambia! No hay razón para que cambie… porque Él conoce el fin desde el principio.
Dios no tuvo que enterarse DE NADA cuando leyó el periódico de esta mañana, o cuando escuchó el noticiero de la televisión. No había ninguna información, que Él no supiera YA, porque Él sabe todas las cosas – pasadas, presentes, y futuras. Y Dios no ha cambiado Su decreto de que “Morirá el que peque. Nadie más.”
Pablo dice en Colosenses 1:13-14 que, [Dios] también nos ha librado del poder de la oscuridad y nos ha trasladado al reino de Su amado Hijo 14 en quien tenemos redención por Su sangre, el perdón de los pecados.” En Cristo, ¡hemos sido rescatadas!
Él nos ha llevado del peligro… A LA SEGURIDAD. De un poder y destino… A OTRO. De la muerte… A LA VIDA. “Y aquellos que han sido rescatados del pecado, son los más capaces de ayudar a rescatar a otros”.
Y el Salmo 49:7-8 dice, “¡Ninguno de ellos puede salvar a su hermano, ni dar nada a DIOS a cambio de su vida! El rescate de una vida tiene un alto precio, y ningún dinero será jamás suficiente”.
La humanidad no tiene NADA con qué pagar este precio. Los creyentes sabían que NO HABIAN SIDO RESCATADOS, con cosas perecederas. El precio de la redención no fue pagado con metales valiosos – como el oro y la plata.
¿Qué podemos hacer para redimirnos a nosotras mismas? ¡NADA! Entonces ¿Cómo podemos ser redimidas? ¡SOLO CON LA PRECIOSA SANGRE DE CRISTO! ¡Pedro dice que la sangre de Cristo es preciosa! Pero por muy preciosa que sea, la sangre física “solamente” no nos puede salvar, y no ha salvado a nadie tampoco.
Solo cuando la sangre es derramada en la muerte, la multa del pecado puede ser pagada. Es importante notar también… ¡que fué por medio de la sangre “derramada” de Cristo! La Escritura NO DICE… que Jesús murió desangrado. ¡NO! Más bien, nos enseña que Jesús, voluntariamente, entregó Su espíritu.
Sin embargo, esa muerte física no podría haber traído redención, aparte de Su muerte espiritual, por medio de la cual, Jesús fue separado del Padre, cargando la culpa total de todos los pecados de todos aquellos que serían salvados.
Cuando Pablo dice en Gálatas 6:14, “Pero lejos esté de mí el jactarme… a no ser en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, Y YO AL MUNDO”. Cuando Pablo hablaba de la cruz, él no estaba hablando de troncos o de tablas de madera literalmente, sino de todos los elementos de la obra redentora!
Así como la Cruz es una expresión que incluye toda la obra salvadora de Cristo, así mismo, la Cruz incluye la sangre. No es el líquido mismo que limpia a los creyentes del pecado. Sino es la obra redentora de Cristo, lograda por el derramamiento de Su sangre en Su muerte.
¿Cuál fue el rescate que Dios pagó para salvarnos? Dios nos ama tanto, que dio a Su propio Hijo, a que muriera en la cruz, y resucitara de entre los muertos para poder rescatarnos. ¡Así de valiosas somos para Él! ¡Nosotras podemos medir nuestro valor, por lo que Dios pagó por nosotras!
20 que ya había sido destinado desde antes de que Dios creara el mundo, pero que se manifestó en estos últimos tiempos por amor a ustedes. Dios planeó mandar a Su Hijo como el Redentor encarnado, desde antes de la fundación del mundo.
La muerte de Cristo no fue un accidente. El Padre no se asombró cuando Adán y Eva cayeron. ¡El no trató de arreglar las cosas a último minuto! Antes de la Caída – aun antes de la creación – Dios pre-determinó mandar a Su Hijo como Salvador.
Desde la perspectiva humana, nuestro Señor fue asesinado cruelmente. Pero desde la perspectiva divina. ¡Jesús dio Su vida por los pecadores! Cuando Isaac hizo la pregunta en Génesis 22:7, “¿Dónde está el cordero para el holocausto?” Juan el Bautista la contestó, años después, señalando a Cristo, y diciendo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.
Por eso en el cielo, ante el trono de Dios, los redimidos y los ángeles cantan en Apocalipsis 5:12 : “Digno es el Cordero Inmolado”.