1 Juan 1:3 dice, “Así que, lo que hemos visto y oído es lo que les anunciamos a ustedes, para que también ustedes tengan comunión con nosotros. Porque nuestra comunión es con el Padre y con Su Hijo Jesucristo.”
¿Por qué es que algunas cristianas “SON TRANSFORMADAS CUANDO TIENEN UN ENCUENTRO CON JESÚS, pero otras no? La diferencia es muy simple. Unas tienen comunión diaria con Dios, y otras no.
¿Qué es comunión? La comunión es una palabra muy importante en el vocabulario del cristiano. Simplemente significa “tener en común.” Como pecador, el hombre no tiene nada en común con un Dios santo.
Pero Dios, por Su gracia, mandó a Jesucristo para tener algo en común con la humanidad. Cristo tomó la forma de un ser humano, y se hizo hombre. Y luego Jesús fue a la cruz, y 1 Pedro 2:24 dice, “
“El mismo llevó en Su cuerpo nuestros pecados al madero, para que nosotros, muertos ya al pecado, vivamos para la justicia. Por sus heridas fueron ustedes sanados.”
Como Jesús pagó el precio por nuestros pecados, el camino se abrió, para que Dios nos perdonara, y nos aceptara en Su familia. Cuando confiamos en Cristo, nos volvemos partícipes de la naturaleza divina. Ser partícipes significa en griego que podemos tener comunión con Dios.
¡Este es un milagro maravilloso! Jesucristo tomó en sí mismo la naturaleza del hombre, para que por fe, pudiéramos recibir la naturaleza de Dios. ¡Que el hombre finito, pudiera vivir en comunión, con un Dios infinito! ¡Ese Dios que existió mucho antes de que el universo fuera creado!
Aquel que trasciende el espacio y el tiempo, ha escogido volverse, “UNO CON LA HUMANIDAD -- ¡EN COMUNION!. Esto se vuelve, aún más increíble, cuando nos damos cuenta cuán grande es Dios. El Dios que llena el universo, quiere tener comunión contigo… conmigo.
Hay una gran diferencia entre relación y comunión. Relación es convertirnos en miembros de la familia de Dios,por fe en Jesucristo. Juan pone esto muy claro al final de su carta, cuando dice en 1 Juan 5:12, “El que tiene al Hijo, tiene la vida, el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida.”
La vida cristiana comienza cuando la relación con Cristo se establece. ¡Relación es aceptar a Cristo! ¡Comunión es experimentar a Cristo!
Nunca podrás tener comunión hasta que no hayas establecido una relación. Sin embargo, tú puedes tener una relación, y no tener comunión. La relación te pone en la familia de Dios, pero es la comunión la que permite, que Cristo viva Su vida, a través tuyo.
La comunión es la clave de un cristianismo vigoroso. Así que, como cristiana, te pregunto ¿estás teniendo comunión con el Padre y con Su Hijo? ¡Quiero que sepas, que tú y yo hemos sido creadas REALMENTE con el propósito de tener comunión e intimidad con Dios!
3 Para que también ustedes tengan comunión con nosotros. Porque nuestra comunión es con el Padre y con Su Hijo Jesucristo.
Cuando yo era chica, todos los años, mi mamá, mis hermanas y yo, íbamos al puerto del Callao a despedirnos de mi tía y de su esposo, que se iban de crucero a Europa. Era emocionante poder gozar de las amenidades del barco, y luego hacerles adiós, mientras que el barco zarpaba.
Me pregunto cuántos viajeros habrían en ese barco, que no tenían quien les hiciera adiós… quien fuera a despedirlos. A lo que recuerdo esas épocas, pienso en cuanta gente se estaría sintiendo sola, abandonada, herida, y desconsolada en ese barco.
Cuantos estarían tomando ese viaje específicamente para buscar compañía, amistad, diversión, risas… alegría…
¿Alguna vez te has sentido sola en medio de un gentío? ¿Separada de la gente… aún en medio de la gente?
Nadie se puede escapar de los sentimientos de soledad, causados por una separación o un divorcio, o una pena, o la pérdida de un ser querido, o por el aislamiento. ¿Alguna vez te has sentido tan sola, y agobiada por el dolor, que te dolió ver a otros sonreír, conversar, reírse, y hasta vivir la vida aparentemente contentas?
Cuándo estás en esa situación, sientes que nadie puede comprender tu dolor… ni tus luchas. Esta soledad puede golpear a cualquiera… joven o vieja, introvertida o sociable, segura de sí, o insegura.
El Salmo 142:4 dice, “Miro a un lado y me doy cuenta de que a nadie le intereso; refugio no tengo, y a nadie le importo.”
Dios ha puesto dentro de cada una de nosotras, la necesidad fundamental de tener una relación con El, Y CON OTROS. Así que nuestro anhelo de encajar es natural. Tú puedes sentir que todo el mundo te ha abandonado, que nadie entiende tu pena y tu dolor, pero la Biblia dice que el Señor está contigo siempre.
Como seres humanos, odiamos la soledad. Todas nosotras deseamos ser queridas. Una vida, que es verdadera, nos ayuda a resolver el problema fundamental de la soledad, porque, como creyente, puedes tener verdadera comunión con Dios, y con otros.
El Salmo 143:8 dice, “Muéstrame, Señor, tu misericordia por la mañana, porque en ti he puesto mi confianza. Muéstrame el camino que debo seguir porque en tus manos he puesto mi vida.”
June Hunt dice, “Tú te podrás sentir sola, ¡pero tú nunca estás sola! Las promesas de Dios son tu consuelo. No importa las circunstancias, tú nunca estás sola.”