La Vida es Corta

Santiago 4:11-17

¿Quieres saber la voluntad de Dios para tu vida? Te voy a dar una ilustración, que ha ayudado a mucha gente.

Había un PUERTO que era muy traicionero y peligroso. Para que el capitán pudiera guiar el barco de forma segura, tenía que estar atento a las tres luces que usaban para guiarlo. Cuando las tres luces se alineaban, COMO SI FUERAN UNA, él sabía que era el momento de proceder.

A lo que buscamos la dirección de Dios para nuestras vidas, nosotras también debemos de estar atentas a las tres luces que Dios nos pone para guiarnos al PUERTO de Su voluntad:

(1) La Palabra de Dios, (2) las circunstancias externas de nuestra vida, y (3) nuestra convicción interna. Cuando estas tres luces se alinean, entonces podemos proceder confiadamente de que Dios nos está guiando con certeza y seguridad al puerto.

EMPECEMOS EN ORACION

Padre, gracias por el privilegio de poder venir a Tu Presencia, y de escuchar lo que tienes que decirnos. Señor, derrama tu Espíritu Santo sobre nosotras. Danos discernimiento y sabiduría, para poder aplicar Tu Palabra a nuestras vidas, y ser transformadas a la imagen de nuestro Salvador.

Señor, queremos saber Tu voluntad. Guíanos, a través de las aguas tormentosas de la vida. Llévanos al puerto seguro de tu amor. Gracias por Tu fidelidad. ¡Tú nunca cambias! Podemos confiar plenamente en Ti. Ablanda nuestros corazones para escucharte con atención y entereza. En el nombre de Jesús, Amén.

El título de este mensaje es “La Vida es Corta” Y, por lo mismo que es corta, nos da las siguientes pautas: (I) No Juzgues, (II) No Alardees, (III) No Desobedezcas

ASI QUE COMENCEMNTOS CON LA PRIMERA PAUTA…

I. No Juzgues (Santiago 4:11-12)

11 Hermanos, no hablen mal los unos de los otros. El que habla mal del hermano y lo juzga, habla mal de la ley y juzga a la ley. Y si tú juzgas a la ley, te eriges en juez de la ley, y no en alguien que debe cumplirla. 12 La ley la ha dado Uno solo, el cual tiene poder para salvar y destruir. Pero tú, ¿quién eres para juzgar a tu prójimo?

El deseo de querer “jugar a ser Dios” en la vida de otros, es de imaginarte que eres superior a otros cristianos, dándote el derecho a menospreciarlos de muchas formas. La persona, que toma el rol de Dios -- se vuelve en la “criticona calificada” -- asumiendo una posición de superioridad, que no le corresponde.

La Palabra de Dios nos da varios ejemplos, tanto en el Antiguo Testamento, como en el Nuevo, de lo que significa hablar mal de otros.

· Aarón y María hablaron en contra de Moisés porque se había casado con una mujer cusita.

· El pueblo de Israel habló en contra de Dios cuando se quejó acerca de sus condiciones en el desierto.

· En el salmo 50:20, el salmista mismo dijo: “En los tribunales, hablas contra tu hermano; contra tu propio hermano profieres infamias.”

· Los amigos de Job hablaron en contra de Job, insultándolo e hiriéndolo con sus palabras.

· Los incrédulos hablan en contra de los cristianos, difamándolos como si fueran gente mala.

¿Qué es lo que este pasaje nos dice? Santiago sugiere que los cristianos que “hablan mal” de sus hermanos o hermanas en Cristo, se incluyen ellos mismos, a este grupo bíblico de murmuradores rebeldes, quejosos, bellacos, insultadores, y calumniadores.

Así es como funciona la cosa. Tú hablas mal de otra persona al oído de la persona que te está escuchando, con la esperanza de disminuir la estima de esa persona, y en medio de todo, con la esperanza de hacerte lucir mejor.

Por supuesto, que para lograrlo, tienes que disimular tus malos deseos, con sentimentalismos, tales como: “Bueno, dime si estoy equivocada, PERO…” O, “No quiero sonar criticona, PERO…” O, “A lo mejor no debiera decir esto acerca de él o ella, PERO…’ O, hasta decir, “Realmente, la fulanita “ me cae muy bien como persona,” PERO…”

El chisme no necesita ser falso para ser malo – hay mucha verdad que no debiera ser circulada.”

Nunca me voy a olvidar, cuando estaba en el colegio, lo que una de las monjas nos dijo, acerca del chisme y del mal hablar. Nos dio,como ejemplo, el subir a un cerro con una almohada de plumas. Si descocemos la funda y la sacudimos, dejando que el viento se lleve las plumas por doquier, nunca más podremos recuperarlas.

Así igual es el chisme. Es muy fácil desparramarlo, pero es imposible traerlo de regreso. No cuesta nada divulgar un rumor falso, pero nunca podrás deshacerte del daño completamente.

Hablar mal significa rajar de otra persona. Es calumniarla. Este pecado de la lengua incluye un lenguaje desconsiderado, criticón, derogatorio o falso contra otros. Colosenses 4:6 dice, “Procuren que su conversación siempre sea agradable, y de buen gusto, para que den a cada uno la respuesta debida.”

Durante la época de Santiago, los creyentes se juzgaban y hablaban mal el uno del otro. La creyente debe de seguir “la verdad en amor” (Efesios 4:15); y no debe mentir ni obrar con malicia, ni con espíritu de rivalidad. Si la verdad daña a una hermana, no debemos decirla.

Por empezar, no sabemos todo lo relacionado con los hechos, ni tampoco sabremos nunca, las motivaciones del corazón de un hombre o una mujer. Hablar mal de una hermana, y juzgarla, sin tener toda la evidencia, o a lo mejor, hasta teniendo motivaciones malas, es pecar contra ella y contra Dios.

Santiago nos manda a NO HABLAR MAL DE NADIE. Efesios 4:31-32 describe las diferentes formas de hablar mal, y luego nos da el remedio. Dice, “Desechen todo lo que sea amargura, enojo, ira, gritería, calumnias, y todo tipo de maldad.

Calumniar significa hacer acusaciones falsas. Es tergiversar la verdad para dañar la reputación de otra persona. La calumnia es como tirar tierra contra una pared limpia. Puede que no se pegue, pero definitivamente, que dejará una marca. Una vez que has ensuciado la reputación de alguien, es muy difícil limpiarla.

¿Y cuál es el remedio que Efesios 4 nos da contra todo este tipo de maldad? El versículo 32 dice “En vez de eso, sean bondadosas y misericordiosas, y perdónense unas a otras, así como también Dios las perdonó a ustedes en Cristo.”

Es triste ver a los creyentes luchando uno contra otro, pastor contra pastor, iglesia contra iglesia, denominación contra denominación. El mundo observa estas guerras y exclama: “¡Mírenlos cómo se tratan unos a otros!”

Por esta razón, Jesús oró en Juan 17:21, “Para que todos sean uno; como Tú oh Padre, en Mí, y Yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que Tú me enviaste.”

¿Por qué es que nos peleamos unos con otros, si somos de la misma familia; si confiamos en el mismo Salvador; y tenemos el mismo Espíritu? 1 Pedro 4:8 nos exhorta: “Por sobre todas las cosas, ámense intensamente los unos a los otros, porque el amor cubre infinidad de pecados.”

Lucas 6:37 dice: “No juzguen, y no serán juzgadas. No condenen, y no serán condenadas. Perdonen, y serán perdonadas.” Dios es el único Juez. Él es paciente, y comprensivo. Sus juicios son justos y santos.

Y por lo tanto, podemos dejar las cosas en Sus manos. Solo Dios puede juzgar correctamente a aquellos que se merecen castigo. A fin de cuentas, Cristo se sentará en el trono para juzgarnos en el día del juicio final.

2 Corintios 5:10 dice, “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo bueno o lo malo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo.”

El problema es que a nosotras nos encanta sentarnos en la silla del juez, y pronunciar sentencia contra todos aquellos, que nosotras pensamos, que han pecado. La Escritura nos ordena a que no juzguemos, ni condenemos a nadie.

El verdadero problema de juzgar a otros es que estamos tratando de hacer el papel de Dios. Santiago 4:12 nos recuerda que “La ley la ha dado Uno solo, el cual tiene poder para salvar y destruir.” Solo Dios puede juzgar las acciones y motivaciones de una persona, sin equivocarse, sin hipocresía, y sin odio ni resentimiento.

Recuerden que Dios nos tratará con la misma gracia, o con la misma severidad con que tratamos a otros. Por eso Lucas 6:38 dice: “Porque con la misma medida con que ustedes midan, serán medidas.”

ASI QUE YA VIMOS QUE NO DEBEMOS JUZGAR… AHORA VAYAMOS A NUESTRA SEGUNDA PAUTA…

II. No Alardees (Santiago 4:13-16)

13 Ahora escuchen con cuidado, ustedes los que dicen: “Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad, y estaremos allá un año, y haremos negocios, y ganaremos dinero. 14 ¡Si ni siquiera saben cómo será el día de mañana! ¿Y qué es la vida de ustedes?

Es como la neblina, que en un momento aparece, y luego se evapora. 15 Lo que deben decir es: ‘Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.’ 16 Pero ustedes se jactan con arrogancia, y toda jactancia de este tipo, es mala.”

Noten que ninguna de las actividades, que Santiago describe aquí, son negativas en sí mismas. No tiene nada de malo planear para el futuro, nada de malo o raro acerca de programar nuestros horarios, nada anormal acerca de meternos en algún negocio, ni nada pecador, acerca de ganar dinero.

A decir verdad, Santiago habla aquí de los asuntos normales del diario vivir. ¡Y ES ESE EXACTAMENTE SU PUNTO! Como Dios es nuestro Señor soberano, Su voluntad debe de ser considerada en todos los aspectos de nuestras vidas.

Es una verdad establecida de que Dios tiene un plan para la vida de cada una de nosotras. Él es Dios de sabiduría, y conoce de antemano, lo que va a pasar, y cuándo pasará. Y como Él es también Dios de amor, desea lo mejor para Sus hijas.

Tendemos a olvidarnos que somos simplemente seres humanos finitos. No sabemos lo que el día de mañana nos traerá. Solo Dios tiene esa habilidad. Solo Él es Infinito. Solo Él es Omniciente. ¡Solo Él lo sabe todo!

PAUSA

Hay muchas creyentes que miran a la voluntad de Dios como si fuera una medicina amarga, que hay que tomarla. En vez de verla, como una bella muestra del amor de Dios.

No hace mucho estaba conversando con una chica, la cual me dijo: “No me atrevo a entregarme completamente al Señor, porque tengo miedo de que me mande, como misionera a la cochinchina, o sabe Dios dónde. Yo sé que me sentiría horrible.”

Yo le contesté, “Suponte, que una mañana helada y nevada, ves que hay un pajarito, medio congelado, picoteando a tu ventana. Imagínate que este pobre pajarito te dejara cogerlo y alimentarlo, poniéndose sumisamente en tus manos. “Dime, ¿qué harías? Lo agarrarías con la mano ¿y lo machucarías?

O lo protegerías, lo calentarías, ¿y lo cuidarías?” Inmediatamente los ojos de esta chica se iluminaron porque pudo entender la aplicación de esta historia. Por eso, Jesús dice en Mateo 7:9-11,

“¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pescado, le da una serpiente? Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más su Padre que está en los cielos, dará buenas cosas a los que le pidan!”

A pesar de que no siempre sabemos la voluntad específica de Dios, siempre conoceremos Su corazón. En Jeremías 29:11 Dios dice: “Solo Yo se los planes que tengo para ti. Son planes para tu bien, y no para tu mal, para que tengas un futuro lleno de esperanza.”

PAUSA

En este pasaje, Santiago nos habla de la diversidad de la vida. Pensemos en todo lo que la vida abarca: hoy, mañana, compras, ventas, ganancias, pérdidas, idas y vueltas. La vida está hecha de gentes y lugares, actividades y metas, días y años; y cada una de nosotras, tiene que tomar decisiones esenciales día tras día.

Fuera de la voluntad de Dios, la vida es un misterio. Cuando uno recibe a Jesucristo, como su Señor y Salvador, y procura hacer Su voluntad, la vida comienza a tener sentido.

NO consultar con Dios, a las finales, te llevará al fracaso. Pero el someterte humildemente a los planes de Dios, te llevará al éxito, tal vez no en este mundo, pero definitivamente, que en el mundo por venir.

Hace veinte años yo tenía una empresa, que representaba a varias compañías americanas en Latinoamérica. Tenía una “muy buena cartera” de clientes. ¡Me iba de maravilla! Sin embargo, para poder entrar a uno de los países claves de américa latina, tenía que asociarme con gente de ese país.

A pesar de que sentía que Dios me estaba diciendo que no me asociara con estas personas, yo no quise escucharlo, y terminé pagando las consecuencias. Yo era muy orgullosa, y quería alardear de que estaba abriendo sucursales en otros países. Invertí mucho dinero, pero mis socios me limpiaron, prácticamente, a mano armada, como quien dice.

Traté de pelearla, pero era muy difícil hacerlo desde los Estados Unidos, aunque yo viajaba para allá con mucha frecuencia. Así que decidí retirarme de la sociedad. Ellos se quedaron con todo. ¿Cómo se deben de haber reído de mí? Como yo no quise escuchar a Dios, esta sociedad resultó siendo un fiasco total. Yo quise tomar el rol de Dios en mi vida, y fracasé temendamente.

Proverbios 16:3 dice, “Encomienda al Señor tus acciones, y tus pensamientos serán afirmados.” Es un disparate hacer nuestros propios planes sin contar con Dios, porque a fin de cuentas, El los desbancará. ¡El desbancó los míos! Dios es el Rey soberano del universo y Amo de tu destino.

Y Proverbios 16:9 dice, “El corazón del hombre pondera su camino, pero el Señor le corrige el rumbo. Santiago nos dice que no seamos presuntuosas acerca de nuestros planes, ni tampoco presuntuosas acerca de la vida misma. La fanfarronería niega quienes somos nosotras, quien es Dios, y cuanto lo necesitamos a día a día.

Es por eso que Santiago nos recuerda que hacer planes sin orar ni buscar a Dios, es tan necio como comprar un terreno en el planeta Marte. Tal vez, yo no sepa lo que me deparará el futuro, pero conozco al Dios del futuro. Y como Dios sostiene la eternidad en Sus manos, ¿no sería buena idea confiar en El con nuestros mañanas?

14 ¡Si ni siquiera saben cómo será el día de mañana!

La vida es muy incierta. Proverbios 27:1 dice, “No te ufanes del día de mañana, porque nunca sabes lo que el mañana traerá”.

Aquellos hombres de negocios estaban haciendo planes para todo el año, cuando ni siquiera podían saber, lo que el día siguiente, traería.

Cuán confiados estaban: “Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad, y estaremos allá un año, y haremos negocios, y ganaremos dinero.”

Su actitud me recuerda al rico insensato en la parábola, que Jesús cuenta, en Lucas 12:16–21. Aquel hombre había tenido una gran cosecha, y sus graneros le habían quedado chicos. Así que decide agrandarlos, para poder tener un futuro más seguro.

Él dice en Lucas 12:19 “Y me diré a mí mismo: ‘Ya puede descansar mi alma, pues ahora tengo guardados muchos bienes para muchos años. Ahora, pues, ¡A comer, a beber y a disfrutar!’” ¿Y cuál es la contestación, que Dios le da a este jactancioso? “Necio, esta anoche vienen a quitarte la vida; ¿y para quién será lo que has guardado?”

14b ¿Y qué es la vida de ustedes? Es como la neblina, que en un momento aparece, y luego se evapora. La vida no solo es incierta, sino que es muy corta. Este es uno de los temas que se repite en las Escrituras, muchas veces. Para nosotras, la vida parece larga, y la medimos en años. Pero comparada con la eternidad, la vida es como soplo.

Hace unos años un chico de la universidad le preguntó a Billy Graham, el famoso evangelista americano, cual había sido la sorpresa más grande de su vida. Al toque, Billy contestó, “La brevedad de la vida.” Sin darnos cuenta, los años pasan, y la vida se acaba en un abrir y cerrar de ojos.

Por un lado, la brevedad de la vida debiera ser un reto para nosotras. Si vamos a vivir para Cristo, y compartir Su salvación con otros, tiene que ser AHORA. Pero la brevedad de la vida también nos debe reconfortar.

La vida es corta – y ante nosotras – ¡ESTA LA ETERNIDAD! Cuando el sufrimiento nos abruma o las dificultades nos asaltan, sabemos que pronto pasarán.

Pablo escribe en 2 Corintios 4:17-18, “Porque estos sufrimientos insignificantes y momentáneos producen en nosotros una gloria cada vez más excelsa y eterna.”

También el libro de Job habla mucho acerca de la brevedad de la vida. Job 7:9 dice, “Como nubes que se van desvaneciendo son los que mueren: del sepulcro jamás volverán.” Y Job 8:9 también dice. “Nosotros nacimos ayer, y muy poco sabemos. Nuestros días en este mundo pasan como una sombra.”

Hasta el Rey David entendió lo de la brevedad de la vida. Vemos en las Escrituras que David, eventualmente, se vuelve inmensamente rico. Mucha de la gente, que lo había conocido de joven, estaba sorprendida de lo bien que le había ido en la vida. David había crecido como un simple pastor, el más joven de ocho hermanos.

Tiempo después, David fue nombrado el arpista principal del rey, para poder calmar, con su música, los nervios del rey, en sus momentos de ansiedad. David ascendió a ser el guerrero más famoso de su nación, y también mató a muchos filisteos.

Quien se iba a imaginar que, al poco tiempo, David terminaría en la lista de los hombres más buscados por el gobierno… el cual había puesto precio sobre su cabeza. Y a pesar que sus adversidades parecían insuperables, David, eventualmente, asciende al trono, convirtiéndose en el rey de Israel, y viviendo en palacio en la Ciudad de David.

Realmente, su historia es una historia de “miseria a riqueza… de mendigo a millonario.” Si David hubiera vivido en nuestro día, tal vez hubiera escrito un libro “Como Cambiar tu Vara de Pastor a Cetro del Rey” y estaría saliendo en todos los programas de televisión para promoverlo.

Pero noten lo que David hace. Lo que le pide a Dios en el Salmo 39:4-7:

4 “Señor, hazme saber qué fin tendré, y cuanto tiempo me queda de vida. ¡Quiero saber cuán frágil soy! 5 Tú me has dado una vida muy corta; ante ti, mis años de vida no son nada. ¡Ay, un simple soplo somos los mortales!

6 ¡Ay, todos pasamos como una sombra! ¡Ay, de nada nos sirve tratar de enriquecernos, pues nadie sabe para quién trabaja! 7 Señor, ¿qué puedo esperar, si en Ti he puesto mi esperanza?

El éxito no se le había ido a la cabeza. David tenía una perspectiva sana de la vida. Él sabía que todas las cosas buenas llegan a su fin, aun siendo rey de una nación. No leemos en ninguna parte que David estuviera colectando y construyendo palacios febrilmente.

Ni que se escondiera en su tesorería para contar codiciosamente sus monedas de oro, ni invirtiera los recursos de la nación para construir monumentos grandiosos para perpetuar su legado.

Más bien David pone su confianza en Dios. Su aspiración más grande era de tener vida eterna. El buscaba vivir su vida con propósito y con alegría. David se da cuenta que acumular riquezas, poder, o fama son pasajeros en el mejor de los casos, y completamente decepcionantes, en el peor de los casos.

Quiero que consideres, por un momento, lo que significa que Dios ya ha determinado el propósito de tu vida, así como lo hizo con David. Dios sabe exactamente cuan larga será tu vida. Está muy consciente de como tu vida puede producir máximo impacto, y como puedes sentir máxima alegría.

La única forma, que tú puedes saber estas cosas, es teniendo una relación personal e íntima con Dios. Tú solo puedes vivir tu vida UNA VEZ. Así que, camina con Cristo, y deja que Él te revele Sus propósitos para tu vida. Y luego vive esa vida con abandono.

Como la vida es tan corta, no podemos darnos el lujo de simplemente “irla pasando”. No debemos de “malgastarla”. Debemos invertir nuestra vida en las cosas que son eternas. Y a pesar de que Dios revela Su voluntad en la Biblia, hay mucha gente, que hace caso omiso de la Biblia. ¡Pero se están corriendo un gran riesgo!

Juan Rockefeller dice que la culminación más alta, la felicidad más grande, y la utilidad más amplia de una persona se encuentra cuando vive en armonía con la voluntad de Dios.

En ella Dios nos da Sus preceptos, principios y promesas para que nos guíen en todos los aspectos de la vida. Saber y obedecer la Palabra de Dios es el camino al éxito.

15 Lo que deben decir es: ‘Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.

Hemos visto que NO ES muy sabio hacer planes, sin pedirle a Dios que nos revele Su plan. La voluntad de Dios se encuentra en la Palabra de Dios. Debemos de vivir dependiendo totalmente de la voluntad soberana de Dios. Nuestras vidas son de Él, y el futuro es Suyo.

Y Pablo dice lo mismo en 1 de Corintios 16:7, “Si el Señor así lo permite” Esa era la convicción de su vida. Y también debiera ser la convicción de nuestras vidas.

Efesios 5:17 dice: “No sean, pues, insensatas; procuren entender cuál es la voluntad del Señor.” ¿Cuál es la “prueba” de que conoces la voluntad de Dios para tu vida? Cuando dejas de imitar al mundo y comienzas a imitar a Dios.

Cuando la cristiana se aviene a la voluntad de Dios, demuestra ser parte de la familia de Dios. En Marcos 3:35, Jesús dice: “Porque todo el que hace la voluntad de Dios es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.”

Debemos obedecer a Dios porque él es el Creador, y nosotros somos Sus criaturas. Él es el Salvador y Señor, y nosotros somos, Sus hijas y siervas. Al despreciar la voluntad de Dios, estamos invitando al castigo de Dios en nuestra vida.

Hay quienes dicen, “Voy a hacer esto o aquello. Me voy a retirar allá. Tengo ya todo mi futuro programado.” Pero cuando les preguntas si van a ir a la iglesia el domingo, o si harán sus devociones mañana, dicen “Si Dios quiere.” “Dios mediante.”

¿Pueden ver la ironía? Decimos “Me voy a la playa o a las montañas, la próxima semana, o me voy de vacaciones en Julio,”

Pero con respecto a ir a la iglesia mañana por la noche, dicen “Ya veremos lo que Dios tiene deparado.” ¡Lo tenemos todo al revés!

Deberíamos estar diciendo: “Puede que me vaya a la playa la próxima semana, si Dios quiere. O, puede que me vaya de vacaciones en julio, si eso es lo que el Señor tiene para mí. ¿Pero en cuanto a ir a la iglesia el domingo? ¡Absolutamente que estaré ahí!

16 Pero ustedes se jactan con arrogancia, y toda jactancia de este tipo es mala.”

“Yo soy la dueña de mi destino. Yo soy la capitana de mi alma.” Cuan sutilmente nos podemos convencer “a nosotras mismas” de que estamos en control de nuestras vidas. A veces, solo toma una crisis, o hasta la muerte misma, para convencernos de lo contrario.

Jactarse, en este pasaje, significa pavonearnos de nuestros propios éxitos. Y la arrogancia es un sentimiento de superioridad, que se demuestra cuando alardeamos presuntuosamente. Alardear, con arrogancia, es quitarle a Dios el mérito por lo que ha hecho.

La marca de una verdadera cristiana es de odiar lo que Dios odia. Como Dios odia la jactancia y el alarde, nosotras debemos de hacer lo mismo. Cuando odias algo, no lo vas a hacer. Proverbios 8:13 dice, “El temor del Señor es aborrecer el mal.”

Tomás de Kempis, escribió, “El hombre propone, pero Dios dispone.” Salomón ya lo había dicho en Proverbios 16:33, “Las suertes se echan en el regazo; pero el resultado depende del Señor.” El hombre no puede controlar el futuro. No tiene la sabiduría para verlo, ni el poder para controlarlo.

Es una tontería no hacer caso a la voluntad de Dios. Es como caminar por la selva sin mapa, o navegar sobre un mar tormentoso sin brújula. Poner toda tu esperanza en tus planes, proyecciones, o portafolio, en vez de ponerlos en el Señor, no solo es una necedad, sino que es malo.

Y FINALMENTE, DESPUES DE VER QUE NO ES BUENO JUZGAR NI JACTARSE, CONCLUYAMOS CON LA TERCERA PAUTA…

III. No Desobedezcas (Santiago 4:17)

17 El que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, comete pecado.

Aquí Santiago nos habla del pecado de omisión. El pecado es, en esencia, errar el blanco, no solo haciendo lo malo, sino también, no haciendo lo bueno. Por eso, no solo debemos escuchar la Palabra de Dios, sino que debemos aplicarla a nuestras vidas también.

La gente de la época de Santiago, conocía la voluntad de Dios, pero había decidido desobedecerla. De hecho que esta actitud demuestra orgullo, porque lo que la persona, realmente, le estaba diciendo a Dios es: “Yo sé lo que quieres que haga, pero simplemente, no quiero hacerla.”

Por eso 2 Pedro 2:21 dice, “Les hubiera sido mejor no haber conocido el camino de la justicia, que volverse atrás después de haber conocido y recibido el santo mandamiento”

¿Por qué es que personas, que conocen la voluntad de Dios, deliberadamente la desobedecen?

La razón primordial es el orgullo. Al hombre o a la mujer le gusta jactarse de que es “dueño de su destino, y capitán de su vida.” El hombre ha logrado tantas cosas maravillosas, que ahora piensa, que puede hacerlo todo.

Otra razón es la ignorancia que el hombre tiene acerca de la naturaleza de la voluntad divina. Actúa como si la voluntad de Dios fuera algo que se puede aceptar o rechazar. ¡NO! La voluntad de Dios no es algo voluntario, ES OBLIGATORIA. No nos podemos dar el lujo de “tomarla o dejarla”.

¿Y cuáles son los beneficios de hacer la voluntad de Dios? En primer lugar, gozaremos de una comunión más íntima con nuestro Señor Jesucristo (Marcos 3:35). Tendremos el privilegio de conocer la verdad de Dios (Juan 7:17), y veremos que nuestras oraciones serán contestadas (1 Juan 5:14–15).

La vida y obra de la que hace la voluntad de Dios (1 Juan 2:15–17) es de calidad eterna. Y claro, también hay la expectativa de la recompensa, que recibiremos, cuando venga nuestro Señor. Jesús dice en Mateo 25:34, “Vengan benditos de mi Padre, y hereden el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo.”

Y YA PARA TERMINAR

Si tú eres negativa, vil, chismosa, y este mensaje de la Palabra de Dios te ha confrontado, eres responsable de cambiar. Si no lo haces, ¡ESTAS PECANDO! Déjame ponerlo de otra manera. Los juicios difamadores, las críticas maliciosas, y el menosprecio de otros– son cosas impropias de una cristiana.

Le hace daño al Cuerpo de Cristo, y te haces daño a ti misma. ¡ASI QUE PARA! ¡DEJA DE HACERLO!

Pregúntate a ti misma:

  • ¿He estado criticando a un hermano o hermana en Cristo?

· ¿He señalado con el dedo a otros, hipócritamente, con el motivo de tomar ventaja?

  • ¿He confrontado a otros con el pretexto de estar velando por sus intereses, cuando en realidad, estoy ocultando un corazón de envidia, de celos?
  • ¿Qué es lo que debo de hacer para dejar de comportarme de esta manera?

PERO HAY OTRA MANERA DE QUERER HACER EL PAPEL DE DIOS EN LA VIDA DE OTROS, que es, probablemente, aún más común. Si no estás caminando con Jesús, y te has alejado de Su autoridad, en todo aspecto de tu vida, ¡ESO TIENE QUE PARAR TAMBIEN!

Si tú tienes la sartén por el mango, si estás siendo tu propio árbitro, si estás haciendo tus propios planes, sin considerar a Dios. ¡ESO ES PECADO! No te lo puedo decir más claro. ¡TIENES QUE PARAR! ¡TIENES QUE DEJAR DE HACERLO!

¿En qué áreas de tu vida sueles obrar por tu cuenta? ¿Qué decisiones has tomado últimamente, en que has fallado al no incluir la perspectiva de Dios? ¿Hay alguna decisión o proyecto pendiente en tu futuro, que necesitas presentárselo a Dios para buscar Su voluntad?

Hace varios años, un amigo mío murió “repentinamente” en la flor de su juventud. Cuando fui a visitar a su esposa para darle el pésame, ella compartió conmigo una bella historia. En esos momentos de gran pena, ella había encontrado consuelo en un poema que su esposo había escrito, poco antes, de su muerte tan repentina.

El título del poema, que era el tema principal, era un maravilloso comentario de este pasaje de Santiago, acerca del verdadero plan para el futuro de la mujer u hombre piadoso. Decía, “¡Lo que mi Dios ordena, es correcto! ¡Yo confío en El plenamente!”

OREMOSLES AL SEÑOR

Padre, perdónanos por querer hacer el papel de Dios, y juzgar a otros. Señor, no queremos ser chismosas ni calumniadoras. Queremos ser bondadosas y misericordiosas. Esa es la marca de la verdadera cristiana.

Padre, sabemos que tú odias el orgullo, la soberbia, y la jactancia. Queremos odiar todo lo que Tú odias. Señor, no queremos ser autosuficientes y pensar que no te necesitamos. No queremos hacer planes que no te incluyan a Ti. Danos la sabiduría y la guía, no solo para desarrollar esos planes, sino para llevarlos a la práctica.

Padre, queremos ser obedientes porque eso es lo que más quieres. Desde Génesis al Apocalipsis… desde el principio hasta el final de la historia, Tú nos enseñas acerca de la importancia de la obediencia. ¡Y cómo nos bendices cuando te obedecemos! Señor, ayúdanos a caminar dignas del llamado que nos has hecho. En el nombre de Jesús. Amén.