Juan 16:13 dice, Pero cuando venga el Espíritu de verdad… ¿No sería lindo podernos sentar con Jesús “cara a cara”, y hacerle cualquier cantidad de preguntas? Palabras audibles, sin ambigüedad… solo respuestas sinceras y francas.

Pero cuando Jesús les habló a Sus discípulos, en la noche antes de Su crucifixión, Él les aseguró que era mejor para Él irse, y que Su Espíritu viniera a vivir en ellos. Juan 16:7 dice, “Les digo la verdad: les conviene que Yo me vaya; porque si no me voy, el Consolador no vendrá a ustedes; pero si me voy, Yo se lo enviaré”.

De alguna forma, la relación mística entre Sus discípulos y Su Espíritu, sería mejor que la relación manifiesta, que ellos ya tenían con Jesús. Estarían mejor equipados para escuchar y asimilar la verdad.

Es difícil para nosotras imaginarnos, que una voz inaudible pueda ser mejor guía, que las palabras audibles de la boca de nuestro Salvador, pero eso es lo que Jesús dijo. El Espíritu es un Maestro, un Consejero, un Comunicador. Él no solo comparte información con nosotras, Él nos guía a la verdad. Esta es la realidad en la que podemos basar nuestra vida entera.

Cuando sabemos Su verdad – sin importar si la entendemos o no – tomar las decisiones correctas se hace mucho menos complicado. Y cuando no conocemos Su verdad, para una situación específica, Él nos guiará a ella.

Nuestra experiencia más importante CON DIOS… EN ESTA ÉPOCA es con el Espíritu Santo. Esa es la relación que necesitamos cultivar. Cualquier experiencia directa de Dios, ya sea de sentir Su presencia o escuchar Su voz, viene a través de Su Espíritu.

Cuanto más cultivemos esta relación, siendo sensitivas a las formas como el Espíritu se mueve, y los pensamientos con que nos llena, podremos escuchar mejor las palabras de Dios en cualquier situación dada. Es un proceso a largo plazo. ¡No es una transacción a corto plazo!

Al estar continuamente llenas del Espíritu Santo, Él se vuelve nuestra búsqueda máxima, y escuchar la voz de Dios, se vuelve una experiencia normal.

Juan 16:13 continúa, Cuando venga el Espíritu de verdad… El no hablará por Su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga. Nosotros no entendemos los misterios de la relación entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Pero lo que si sabemos, es que cada uno de ellos tiene un rol distinto en nuestras vidas.

Cuando Jesús les habla a Sus discípulos acerca de la obra del Espíritu, Él les explica que el Espíritu escuchará de Jesucristo Mismo, quien a Su vez, ha escuchado del Padre. Ellos comparten todas las cosas, pero el Espíritu no es el iniciador. Él es la conexión entre la voluntad del Padre, y las almas de Sus discípulos.

A veces, la Escritura se refiere a Él como el Espíritu de Dios. Y otras veces, como el Espíritu de Jesús. De cualquier forma, Él conoce el latido del corazón de la Trinidad. ¿Por qué es tan importante entender el rol del Espíritu Santo? ¡Porque es con Él con quien nos relacionamos!

Muchas veces, nos esforzamos por escuchar la voz de Dios desde afuera, pero el Espíritu vive dentro de nosotras. Por eso, Su voz en nuestras vidas es raramente audible, como lo fue con Moisés o Samuel, o en el bautizo de Jesús, o en la conversión de Pablo.

La mayoría de las veces – EN REALIDAD CASI SIEMPRE – ES ESE el rio de agua viva que fluye de nosotras, como un pozo, que burbujea de la fuente más profunda de la vida en nuestro espíritu humano. Cuando Dios habla, viene generalmente de adentro.

Muchos cristianos le tienen miedo a este proceso porque es muy subjetivo. Ellos se olvidan, por supuesto, que todas las relaciones son subjetivas. Todas las relaciones requieren tiempo y sabiduría para interpretar el corazón del que habla a través de los filtros del que está escuchando. Y aun así, muchas veces escuchamos solo lo que queremos escuchar.

Sin embargo, este es el proceso que Dios ha escogido: es un proceso personal, subjetivo, y profundamente relacional. No tenemos que tenerle miedo a esto. Podemos aprender a reconocer la voz que lleva la voluntad del Padre y del Hijo, DESDE AFUERA DE NOSOTRAS, y haciendo eco dentro de nosotras. El Espíritu nos dirá realmente lo que ha escuchado.

Y este versículo continúa… Cuando venga el Espíritu de verdad… les hará saber las cosas que habrán de venir. Todo el mundo quiere conocer su futuro – o por lo menos -- las partes positivas de él. Es por eso que mucha gente lee los horóscopos y van a ver a las psíquicas.

Pero muchas de nosotras, no queremos involucrarnos en estas cosas falsas. Más bien, le pedimos a Dios que nos guíe y nos ilumine con respecto a Sus planes para nosotras. No solo necesitamos tomar decisiones, que dependen de eventos futuros, sino también queremos la tranquilidad de que nuestras esperanzas no son en vano.

Cuando el Espíritu nos habla, Él nos da esa seguridad. Su voz no es algo para tenerle miedo. Sus planes, para Sus hijos e hijas, son siempre fundamentalmente buenos. Jesús fue muy claro… cuando dijo que el Espíritu nos hablaría acerca del futuro.

Fue el Espíritu Santo, que puso en mi corazón, que yo tenía mi propia gente, a pesar de que vivo en un país que habla mayormente en inglés, y que yo les enseñaría Su Palabra en Español.

Que tendría mi propio programa de radio y televisión, que mis enseñanzas estarían online, en YouTube, que sería parte de un radio evangélico por el internet. Y que haría retiros y conferencias bíblicas en Latino América.

Él nos da la información que necesitamos para tomar decisiones hoy día… y las promesas que necesitamos para que se cumplan en el día de mañana, para poder unirnos a Jesús en Su obra.

El Espíritu le mostró a Juan muchas cosas acerca del futuro en el Libro del Apocalipsis. Y le dio a Pablo destellos de Su Segunda Venida.

El Espíritu a veces nos da detalles específicos y personales de lo que se viene. Pero a veces, Él simplemente nos llena con la expectativa de la bondad de Dios – prometiéndonos un futuro lleno de esperanza. De cualquier manera, Él nos está guiando hacia adelante… y hacia arriba… a Su Reino.