EL MANDAMIENTO ES AMAR– 1 Juan 2:7

1 Juan 2:7-8 dice, Hermanos, no les escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que ustedes han tenido desde el principio. Este mandamiento antiguo es la palabra que han oído desde el principio.

No hay nada FUNDAMENTALMENTE NUEVO en todo esto. Sin embargo, Juan nos recuerda aquí, que este mandamiento lo hemos tenido desde el principio. La frase, “Este mandamiento antiguo es la palabra que han oído desde el principio, la podemos considerar de dos maneras:

(1)Puede referirse al principio del cristianismo. O (2) Puede referirse, al principio de la ley de Moisés. Es decir, al mandamiento que existía en la época del Antiguo Testamento.

Yo pienso, que tiene más sentido, que se trate de la ley del amor contenida en el Antiguo Testamento, y NO a la ley del amor confirmada por Jesús a los cristianos.

Uno de los fariseos le preguntó a Jesús en Mateo 22:36-39, “Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley?” 37 Jesús le respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38 Este es el primero y más importante mandamiento.

39 Y el segundo es semejante al primero: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Una persona QUE NO ES SALVA puede ser, por naturaleza, EGOÍSTA. ¡Y hasta odiosa!

PAUSA

A pesar de que A TODAS nos encanta un bebé recién nacido, debemos confesar, que el bebé es un ególatra, y que piensa que el mundo entero gira alrededor de su cuna. El bebé “es típico” de una persona que no es salva.

Tito 3:3 dice “Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y de deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros”

¡Puede que este “retrato sin retocar” DEL INCRÉDULO, no sea muy bonito, pero es indudablemente correcto! Cuando un pecador confía en Cristo, recibe una nueva vida y una nueva naturaleza. El Espíritu Santo de Dios entra a vivir en él, y el amor de Dios es derramado en su corazón por el Espíritu Santo.

Primero de Tesalonicenses 4:9 dice, “En cuanto al amor fraternal, no es necesario que les escriba, porque Dios mismo, les ha enseñado que ustedes deben amarse los unos a los otros.” ¡El nuevo creyente descubre que ahora odia todo lo que acostumbraba a amar, y que ama todo lo que solía odiar!

Es importante que entendamos el significado del amor cristiano. No es una emoción sentimental, ni una cosa superficial -- que los creyentes tratan de“fabricar” para poderse llevar bien entre sí. El amor es una cuestión de la voluntad, más que de una emoción.

No es actuar “como si los amaras”, SINO MÁS BIEN, amarlos porque realmente los amas. ESTO NO ES HIPOCRESÍA. ¡Es obediencia a Dios! La vida cristiana sin amor, ¡NO ES NADA!

8 Sin embargo, les escribo un mandamiento nuevo, que es verdadero en Él y en ustedes, porque las tinieblas se van desvaneciendo, y la luz verdadera ya alumbra.

¡El amor es el nuevo mandamiento. ¿Y qué es lo que impulsa este amor? ¡ES EL AMOR DE JESÚS! Jesús dijo en Juan 13:35, “En esto conocerán TODOS que ustedes son mis discípulos, si se aman unos a otros.”

“Ese amor que es paciente y bondadoso; que no es envidioso ni jactancioso, no se envanece; no hace nada impropio. No es egoísta ni se irrita.; no es rencoroso; no se alegra de la injusticia, sino que se une a la alegría de la verdad.

Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta ¡El amor jamás dejará de existir! El símbolo del verdadero discipulado no son las doctrinas que creemos, ni los tipos de himnos y música que preferimos, ni los rituales que observamos, ni los estatutos que nos agradan.

Tampoco es por nuestro fervor de salvar almas, ni por nuestra lealtad por la iglesia que asistimos – sino por nuestro amor a todos aquellos que aman a nuestro Señor. Cuando la gente ve eso, ellos reconocen a Cristo en Sus discípulos, Y RECONOCEN AL AMOR, como Suyo.

PAUSA

Al antiguo mandamiento, por muy sublime que fuera, le faltaba algo. El hombre caído no podía amar a Dios de la forma como Dios requería ser amado. Y tampoco podía amar a su prójimo, de la forma como Dios mandaba. Lo que realmente se necesitaba, era la encarnación a la ley del amor.

No solo era necesario ver el amor en acción en la vida diaria del ser humano, sino también, que la vida de este nuevo amor fuera implantada en ellos. En otras palabras, el amor necesitaba ser implantado, como lo había estado en nuestro Señor Jesucristo. Y necesitaba ser experimentado… “encarnado en ellos”, por el milagro del nuevo nacimiento.

JUAN vio como Jesús vivía. La forma como reaccionaba. Las cosas que decía, las cosas que hacía por la gente… HASTA POR SUS ENEMIGOS. Todo acerca de Jesús era como prender la luz en un lugar oscuro. Los mandamientos del Antiguo Testamento personificaban principios, proposiciones, y preceptos, que habían sido discutidos y debatidos por siglos.

En cambio, cuando Jesús vino al mundo, esos mandamientos fueron personificados. ¡La ley cobró vida en Jesús!

“Nunca los vimos de esta forma” fue el comentario, que hasta los críticos de Jesús hicieron, cuando éste perdonó a un paralítico, y luego lo sanó, para probar, que Él tenía el poder de perdonar y sanar.

PAUSA

Lo que era ahora NUEVO acerca del Antiguo Testamento era la encarnación… primero en Cristo, y luego en los corazones y vidas de Su gente VUELTA A NACER. La oscuridad había pasado. La verdadera luz ahora brillaba. ¡El amor fue encarnado en Jesús! El amor brilló en todo lo que Jesús hacía. Y lo que es verdad en Él, ¡DEBE DE SER VERDAD DE NOSOTROS!